La mesa del Torneo Apertura es cada vez más pequeña. Ahora, solo hay lugar para cuatro, aunque solo uno podrá comer el banquete de Santiago del Estero. Dos grandes, uno que supo serlo en sus orígenes -hasta ganó un concurso que lo eligió como el sexto en discordia- y un ‘chico’ que representó la mitológica historia de David y Goliat. De Independiente, San Lorenzo, Huracán y Platense se trata. De cuatro equipos que se hicieron fuertes en rodeo ajeno, muy a pesar de sumar menos puntos que sus rivales. Y ahora, entre el sábado y el domingo, deberán pelear por un lugar en la final del primer día de junio.
Más allá de un formato polémico que no premia a aquellos clubes que hicieron mejores campañas en la fase regular, y muy a pesar de que tuvieron el plus de la localía, el campeonato mostró un gran atractivo a la hora del mata-mata. Los duelos de eliminación directa tuvieron tensión, adrenalina, incertidumbre en el resultado y fueron muy parejos. Rosario Central (35 puntos), Boca (33), Argentinos Juniors (33) y River (31) fueron descartados por adversarios que sumaron menos de 30 puntos: Huracán (27), Independiente (29), San Lorenzo (27) y Platense (23). Serán cuestiones para analizar en el receso y deja un interrogante para resolver en el futuro: ¿hay otra manera de armar un certamen competitivo con 30 equipos, un número que Claudio Tapia sostiene a cambio de su influencia política?
Habrá tiempo para la respuesta. Ahora mismo, el escenario vira hacia los protagonistas de este fin de semana, Independiente y Huracán, que se enfrentarán el sábado a las 18.30 en el estadio Libertadores de América, y San Lorenzo – Platense, que se medirán el domingo a las 16 en el Nuevo Gasómetro. ¿Qué se puede esperar de los choques de sus fuerzas?
Ambos llegan con un desgaste que tiene que ver con la doble competencia. En definitiva, los dos participan de la Copa Sudamericana. El Rojo tiene que sellar la clasificación el miércoles en casa ante Nacional de Potosí. El Globo ya está adentro y con una gran diferencia de gol (+8), por lo que una derrota ante Corinthians, el martes en Parque Patricios, no pondría en riesgo el primer puesto y el pase a los octavos de final.
La semi, de todos modos, toma un gran relieve porque tanto uno como el otro persiguen el sueño local hace varias décadas. Independiente no da una vuelta olímpica fronteras adentro desde 2002, cuando aquel inolvidable equipo del Tolo Gallego conquistó el Torneo Apertura, casualmente. Huracán no celebra un título doméstico desde 1973 bajo el sello de César Luis Menotti.
Será un duelo de estilos por la actualidad de unos y otros. Independiente es un equipo que suele tener la pelota (está tercero en el podio que encabezan River y Argentinos Juniors) y Huracán uno que no necesita tanto de ella (15° puesto sobre 30 clubes). Así y todo, el Globo genera más ocasiones que el Rojo (39 a 32) y en consecuencia, más goles. Eso sí, en proporción a las llegadas fabricadas, falla menos el conjunto de Julio Vaccari que el de Frank Kudelka. Es más efectivo, claro.
Los esquemas son similares. Predomina el 4-2-3-1, pero no todos tienen las mismas funciones. Kevin Lomónaco es un zaguero central de categoría europea que tiene libertades y una tendencia a ser el primer motor de salida a diferencia de Fabio Pereyra y Marco Pellegrino. Los dos tienen un doble cinco que combina un posicional y otro más disruptivo, pero Felipe Loyola pisa más el área que Leonardo Gil, quien a su vez posee una mejor pegada a la hora de ejecutar el balón detenido. Luciano Cabral es un “10” más clásico y Matko Miljevic, moderno y directo. Los laterales rojos son más lanzados, sobre todo Alvaro Angulo, autor del gol en la Bombonera. Por afuera, Walter Mazzantti y Santiago Montiel son clave en uno y otro equipo. Adelante, llega con el pie caliente Eric Ramírez y Gabriel Avalos, de una lesión. Por eso en los últimos partidos jugó Matías Giménez en el ataque del conjunto de Avellaneda.
Es posible imaginar a Independiente -que no es campeón local desde el Apertura 2002– con la iniciativa en un estadio donde no pierde hace 23 partidos y a Huracán -que ganó el último título de Liga en el Metropolitano 1973– de contra. Después, habrá que estudiar las variables. Por estas horas, los técnicos definirán a partir de los entrenamientos y el análisis de los videos.
Aunque el Ciclón tiene mayor convocatoria y una estructura muy grande, no tiene tanta distancia en el aspecto futbolístico con el Calamar. La tenencia no es su mayor virtud. Sin ir más lejos, el promedio de uno oscila el 47,1% y el del otro, 41,9%. Tampoco brillan por su contundencia (hicieron 14 y 13 goles respectivamente en 16 partidos disputados de la fase preliminar, suman 16 y 15 contando los playoffs). Ambos suelen ser sólidos defensivamente. Recibieron 10 y 11 goles en la zona B (y uno cada uno en los cuartos de final). Orlando Gill terminó 9 veces con la valla invicta y Juan Pablo Cozzani, 6.
Jugar en el Nuevo Gasómetro le dará una mayor responsabilidad del equipo azulgrana y esta coyuntura puede ser positiva para el visitante, que tiene mejores números en la recuperación. Lidera el rubro de mayor cantidad de entradas (23,4 por partido) y está segundo en intercepciones (11,2 por juego). Las características son parecidas, incluso el dibujo de arranque (4-2-3-1). Sobra actitud e intensidad para disputar cada pelota. En principio, parece difícil imaginar un palo y palo con emociones en las áreas con los planteos de Miguel Russo y la dupla Orsi-Gómez. En cada formación hay un distinto, entre tanto revulsivo: Iker Muniain y Vicente Taborda.
Eso sí, tienen un antecedente fresco que data del 13 de febrero, por la 5ª fecha también en el Bajo Flores. Entonces, San Lorenzo le ganó 2 a 1 a Platense con un doblete de Andrés Vombergar (ambos goles de penal). Para el club de Vicente López marcó Taborda.
Los dos tienen necesidad de gloria. El Ciclón no grita campeón desde el Inicial 2013. El Calamar nunca pudo sumar una estrella. Está ante una posibilidad histórica.