Georgia O’Connor había tenido una fugaz pero intensa y exitosa carrera como boxeadora profesional en el Reino Unido. La deportista británica murió a los 25 años, tan solo dos semanas después de haberse casado con “el amor de su vida”, como ella misma había anunciado, además de sufrir un aborto espontáneo y luchar contra un diagnóstico demoledor en medio de una fuerte polémica.
El jueves 22 de mayo la triste noticia fue confirmada por su promotora, Boxxer, en un comunicado obtenido por el periódico The Guardian. La joven había construido una sólida carrera en muy poco tiempo: en 2017 ganó la medalla dorada en los Juegos Juveniles de la Commonwealth, conquistó cinco títulos nacionales como amateur -entre los que se destaca una medalla de bronce en el Campeonato Mundial Juvenil de 2018-, e hizo su debut como profesional en octubre de 2021.

Un año más tarde estaba en lo más alto de su trayectoria, con un pleno de tres victorias en sucesivos combates en Inglaterra, y fue allí cuando acudió al médico por intensos dolores en el cuerpo.
En su cuenta de Instagram, donde promediaba casi 40.000 seguidores, contó que le diagnosticaron colitis ulcerosa, una enfermedad inflamatoria intestinal crónica.

“Estaba muy molesta al descubrir que tengo esta enfermedad, porque ya he tenido mala suerte en el pasado con mi salud, cuando casi perdí mi vida por coágulos de sangre en mis pulmones, y tristemente no hay cura”, reveló en aquel entonces.
La grave denuncia de Georgia O’Connor contra los médicos que la atendieron
Sin embargo, a fines de enero de 2025 hizo una fuerte acusación contra los médicos del Royal Victoria Infirmary (RVI) de Newcastle, donde aseguró que tardaron 17 semanas en detectarle cáncer.
“Desde principios de octubre sentí dolor constante, sabiendo que algo estaba muy mal. Y desde el principio dije que creía que era cáncer, y que mis comorbilidades aumentaban drásticamente las posibilidades de contraerlo; pero ningún médico me hizo ni puto caso”, arremetió.

“Ningún médico me tomó en serio. Ni un solo médico me hizo los escáneres o análisis de sangre que pedí mientras lloraba en el piso agonizando de dolor”, expresó. Definió a los profesionales de la salud que la atendieron como “ratas incompetentes absolutas”.
“Me dijeron que no era nada, y pensé que estaba exagerando. Uno incluso me dijo que ‘todo estaba en mi cabeza’, pero ahora resulta que el cáncer se propagó, y como si eso no fuese suficiente, tuve nubes de sangre en mis pulmones todo el tiempo, lo que podría haberme matado instantáneamente”, había relatado en la publicación del 31 de enero, junto a una foto desde el hospital.

“Podrían haber hecho algo antes de que llegara a esta etapa. Pero no lo hicieron, porque éste es el estado del NHS (Servicio Nacional de Salud): un sistema roto que falla a jóvenes como yo una y otra vez, que hace sufrir a la gente, que los envía a casa en agonía, que permite que el cáncer se propague mientras ‘médicos’ gordos, estúpidos y sin alma se encogen de hombros”, denunció con impotencia y enojo.
Ese día le dijeron que estaba en etapa terminal, y ella decidió luchar con toda la fuerza que la caracterizó, dentro y fuera del ring, y hacer público su proceso. “Soy joven, estoy en forma y soy más fuerte de lo que jamás podrán entender esos médicos. Siempre estoy sonriendo y esa sonrisa nunca desaparecerá, pase lo que pase”, expresó.
En febrero hizo otro posteo, emotivo y lleno de confesiones. “Los últimos meses han sido una montaña rusa: estuve embarazada de un hermoso bebé, sufrí un aborto espontáneo y luego me diagnosticaron un cáncer incurable. ¡Pero todavía me siento en la cima del mundo!”, comentó con la positividad que solía irradiar.
“A veces tengo que usar muletas o una silla de ruedas para desplazarme, pero tengo la suerte de tener gente dispuesta a empujar esa silla de ruedas. Voy a pasar mi cumpleaños en el tren camino a un hospital en Londres para ver si puedo recibir un tratamiento especializado, pero es increíble que existan estos tratamientos. Tengo lo que la gente considera la peor enfermedad conocida por el hombre, pero todavía soy capaz de sonreír y ser yo misma, porque la perspectiva es TODO”, indicó.
El último deseo cumplido de Georgia O’Connor: el casamiento con su novio
“Todo lo que siempre he querido hacer es inspirar, ayudar y hacer del mundo un lugar mejor, y hacer eso ya es un sueño hecho realidad”, expresó en otro de sus posteos.

Apenas dos semanas antes de su muerte, O’Connor se casó con su novio de toda la vida, Adriano Cardinali, a quien solía decirle “príncipe italiano”: Fue la última publicación que compartió el pasado 12 de mayo, con los anillos y sus manos entrelazadas.
“Nunca pensé que encontraría a alguien como tú. Alguien con un corazón y un alma tan puros, alguien que me hiciera sentir querida cada día, alguien que haría cualquier cosa por mí”, manifestó, y le agradeció cuánto la acompañó desde el diagnóstico, ya que el muchacho renunció a su trabajo para pasar los últimos meses juntos, tal como hicieron.