palo de Antonelli en la Q1 y Russell quedó varado en el túnel en la Q2



El Gran Premio de Mónaco es una de las pruebas más complejas de la Fórmula 1. El circuito callejero, con curvas y contracurvas y paredones que obligan a buscar los límites para no perder el tiempo, complican hasta al más pintado. Si no vale con ver lo que sucedió el viernes, en las primeras tandas de los entrenamientos libres, cuando el australiano Oscar Piastri, líder del campeonato mundial, y el británico Lewis Hamilton, siguieron de largo y terminaron dañando al McLaren y a la Ferrari. Fueron colisiones menores pero pusieron en relieve las dificultades que tiene el trazado del Principado y que este sábado le jugó una pésima pasada los Mercedes del italiano Andrea Kimi Antonelli y del británico George Russell.

El accidente de Antonelli llegó en el momento menos oportuno de la Q1, cuando los autos se jugaban el pase o no a la Q2 y que terminó dejando sin chances a los Alpine de Franco Colapinto y de Pierre Gasly, aunque el argentino ya no venía a un buen ritmo. El adolescente italiano perdió el control de su auto en la Nouvelle Chicane, a la salida del tunel y destrozó la trompa de su Flecha de Plata.

Se trata de un nuevo sacudón para el joven maravilla, quien en las últimas carreras no puede refrendar todo lo bueno que había hecho en las primeras carreras de la temporada. El accidente no impidió que el chico oriundo de Bologna se metiera en la Q2, aunque tendrá que largar desde el 15° lugar.

Lo de Russell, que no venía teniendo un buen fin de semana, fue peor. Es que tuvo que abandonar por culpa de la unidad de potencia de su auto y no por un error de conducción. En la primera vuelta rápida de la Q2 el británico estaba acelerando a fondo cuando, de repente, empezó a perder potencia.

La caja de cambios quedó clavada en la segunda velocidad y poco a poco, entre las subidas y bajadas del circuito, terminó quedándose con tanta mala suerte que el auto se detuvo en la entrada del túnel.

Russell maldijo en voz alta por su mala fortuna. Y también maldijeron el resto de sus compañeros, ya que volvió a flamear la bandera roja porque el Mercedes se había quedado en un lugar híper peligroso, al que no podía acceder grúa alguna para acarrearlo. Eso obligó a que un grupo de auxiliares tuviera que empujar al auto hasta sacarlo al descubierto con el piloto británico sentado en el borde de la butaca para guiar el volante.





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