“Todo lo que ha sucedido en mi vida me ha llevado a donde estoy ahora mismo: las muertes, las tragedias, la adicción, la recuperación, encontrar una creencia profunda en Dios”, dijo Robert F. Kennedy Jr. cuando hacía campaña presidencial y competía, entre otros, con quien sería su actual jefe Donald Trump, en cuyo gobierno es secretario de Salud y Servicios Humanos.
El sobrino del ícono liberal y ex presidente John Fitzgerald Kennedy, asesinado en Dallas en 1963, e hijo del ex fiscal general y senador Robert “Bobby” Kennedy -también asesinado cuando intentaba llegar a la Casa Blanca en 1968- llegará a Buenos Aires este domingo para encontrarse con el presidente Javier Milei y varios miembros de su gabinete, empezando por el ministro de Salud, Mario Lugones, su par. Pero también se verá con el canciller Gerardo Werthein y, sobre todo, con el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, lo que define el costado económico político de su visita.
Kennedy será la segunda figura del gabinete de Trump que visita la Argentina en sólo cuatro meses del nuevo gobierno republicano, fuerte aliado de Milei. El primero en venir fue el secretario del Tesoro, Scott Bessent, quien llegó en abril, a horas de que el Fondo Monetario Internacional aprobara un nuevo préstamo para la Argentina, esta vez de U$S 20.000 millones, y en el que Trump tuvo un rol favorable crucial.
“Los muertos en el placard”
La frase con la que The New York Times afirmaba que Kennedy se autodefinía en su campaña contra Trump y otros candidatos en 2024 buscaba resumir su tragedia y trauma familiar a la vez la que ensalzar una autopercepción de “héroe nacional”. Así lo afirmaron sus ex amigos en la prensa estadounidense, que libra una batalla contra él de significados y resignificados por sus controvertidos antecedentes para el cargo que ejerce actualmente -acusaciones de abuso de drogas y adicciones sexuales, entre otros-, los que él mismo definiría como “muchos muertos en mi placard”.
Para los liberales y los republicanos que no son del movimiento trumpista es simplemente el funcionario anti vacunas, aunque muchas otras polémicas también lo definen.

Cuando Donald Trump lo nombró secretario de Salud, la comunidad científica salió indignada a decir que era como “un terraplanista al frente de la NASA”.
Entre los hechos más polémicos del hoy funcionario recuerdan que en 2021, siendo director del llamado Children’s Health Defense fundado por él mismo, empezó a reclamarle a la FDA -equivalente al ANMAT de Argentina- que no autorizara más vacunas contra el Covid, que en realidad fueron las que lograron revertir las muertes por coronavirus.
En lugar de vacunas, Kennedy Jr proponía adoptar el polémico tratamiento de hidroxicloroquina, que también entusiasmó a Trump y que no tenía ningún beneficio. Antes de perder las elecciones de noviembre de 2020, Trump llegó a decir que tomaba hidroxicloroquina generando un revuelo mediático descomunal desde su lugar de jefe de Estado.
En abril pasado, Kennedy declaró que el autismo era una “epidemia” que crece rápidamente en Estados Unidos y prometió identificar la “toxina ambiental” que, según él, es la culpable. Le encargó llevar adelante ese estudio a David Geier, un famoso personaje del antivacunismo estadounidense. En este punto, hay una marcada diferencia con la gestión de Milei, que respaldó la vacunación e incluso tomó iniciativas pioneras en el mundo como la vacuna del sincicial respiratorio para embarazadas.

La vida, adolescencia y juventud de este Kennedy no es más que otro capítulo de su vida en artículos periodísticos. Tenía nueve años cuando fue asesinado su tío, 14 cuando mataron a su padre. Vivió pupilo en un colegio, de donde lo echaron por consumo de drogas. En un vuelo en 1983 empezó a sentirse mal y lo trataron con los privilegios de un Kennedy -dijo The New York Times- pero cuando le abrieron la valija llevaba heroína que consumía.
Tampoco le faltaron denuncias de otra índole. En julio de 2024, cuando todavía aspiraba a la presidencia de EE.UU., la influyente revista Vanity Fair publicó una acusación en su contra de supuesto abuso y adicciones sexuales. Eliza Cooney, una niñera contratada por la familia de RFK Jr, dijo que en 1998, con 23 años, le hizo tocamientos y acoso sexual.
Intereses en la Argentina
Según la gacetilla del viaje de “dos días” difundida por la embajada de los Estados Unidos en Argentina, el secretario discutirá con Lugones “prioridades de salud clave, incluida la reforma y la desregulación de la atención médica, el avance de los objetivos de MAHA (NdR: Make America Healthy Again, en sintonía con el slogan Make America Great Again de Trump, pero en el sector sanitario) como el abordaje de las enfermedades crónicas y el futuro de la colaboración en materia de salud mundial”.

También hablarán de las reformas más importantes que se le está reclamando desde los ámbitos internacionales a la Argentina, y que están encarando Milei y Sturzenegger. Una es la desregulación de las obras sociales y la regulación de las compañías de medicina prepaga con mayor competencia y libertad de elección para los beneficiarios.
Detrás de las discusiones existen fuertes demandas de hace tiempo a la Argentina. Una de ellas volvió a ser reflotada por el gobierno de Trump y acaba de ser publicada en el último informe de la US Chamber, la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, que coloca a la Argentina en un nivel de protección general de la propiedad intelectual muy bajo, entre los países menos desarrollados y bastante más abajo que el promedio de Latinoamérica.
La primera observación de la 13ª edición del IP Index de la US Chamber, como publicó Clarín, se relaciona con las restricciones de patentabilidad en las áreas biofarmacéutica y computación, a las que relacionan con la violación a tratados internacionales, y de ello hablarán Kennedy, Lugones y Sturzenegger.
El ministro de Salud argentino, en tanto, busca hacer equilibrio entre las presiones de los laboratorios internacionales, los Estados Unidos y los europeos (que piden desregulación) y los laboratorios nacionales. Recientemente Lugones lanzó un plan oficial vinculado al acceso a los medicamentos que intenta asegurar la fabricación en el país de ciertos fármacos sin depender de la provisión exterior, promover la exportación de medicamentos biológicos de los laboratorios nacionales y al mismo tiempo bajarles el costo tanto al sistema de salud como a los pacientes.
La salida de la OMS
Kennedy llega en un momento de otra de las fuertes sintonías del dúo Trump-Milei. Emulando al republicano, pero con una situación local muy distinta, el gobierno libertario anunció en febrero que se iba a ir de la Organización Mundial de la Salud, algo no tan fácil para la Argentina, a la vez que controvertido.
Por un lado, el tema debe ser aprobado ante la Asamblea Mundial de la Salud, que lo debatía este sábado. Por otro lado, a diferencia de cómo es el mecanismo en Estados Unidos -Trump hará lo mismo- es posible que precise del Congreso argentino, por lo que la decisión de Milei podría ser inconstitucional.