El gestor cultural belga Gerard Mortier, fallecido en 2014, fue un gran innovador de la escena teatral, reconocido internacionalmente entre los más influyentes de su época por su audacia y visión artística. A él se debe una frase que define la visión trascendental del objetivo último del teatro: “Aquí no se viene a bostezar ni a disfrutar pasivamente, sino a pensar, reflexionar, irritarse, sobrecogerse, asustarse y enfadarse”, afirmaba, en relación al acto de ver un espectáculo. Su frase viene a cuento ante Mi vida anterior, la propuesta imprescindible de teatro testimonial que se viene dando en Dumont 4040, la sala de teatro independiente.
Mi vida anterior fue estrenada originalmente en el Centro Cultural San Martín, en coincidencia con el 40° aniversario del informe de la Conadep, que funcionó en ese mismo ámbito. Coproducida por el FIBA (Festival Internacional de Teatro de Buenos Aires), con apoyo de Mecenazgo, cuenta una historia real, ocurrida en 1975, sin embargo, para mantener el anonimato por motivos obvios, los nombres de los personajes son ficticios.
Francisco, el protagonista, narra cómo Mariana, su mamá, oficial montonera, pasó a la clandestinidad a los 24 años, junto a su pequeño hijo cuando el padre es asesinado en un enfrentamiento armado. Tiempo más tarde, la mujer es secuestrada y termina salvando su vida, porque uno de los militares que la torturaba, la toma como su amante y termina ayudando a que ella y el niño huyan a Brasil.
Por sobrevivir, para sus compañeros de lucha se transformó en traidora, ya que creyeron que entregó datos de sus camaradas. Para su hijo, luego de cincuenta años de aquellos hechos, es una incógnita.
Mi vida anterior tiene su texto y dirección compartido entre la periodista, dramaturga y guionista de radio y televisión Teresa Donato, y el actor, cantante y director teatral y cinematográfico Dennis Smith. Lleva realizadas veinticuatro funciones con entradas agotadas. La próxima será este sábado 7 de junio.

Un lugar ideal, atendido la propia autora
Alejada del circuito teatral tradicional, la sala Dumont 4040, del barrio de Chacarita, se convirtió desde su inauguración en epicentro de la activa escena independiente porteña.
Por ella han desfilado espectáculos como La savia, de Ignacio Sánchez Mestre, con Mirta Busnelli; El territorio del poder, con Leonardo Sbaraglia y el músico Fernando Tarrés; Precoz, de Ariana Harwicz, con Valeria Lois y Tomás Wicz, dirigidos por Lorena Vega; Matate, amor, también de Harwicz, con Érica Rivas dirigida por Marilú Marini; Viento blanco, de Santiago Loza, con Mariano Saborido y Escritor fracasado, de Roberto Arlt, con Diego Velázquez y dirección de Marini, entre otras opciones que han concitado la atención de crítica y público.
Por estos antecedentes se trata del espacio ideal para la historia que cuenta la dupla Teresa Donato y Dennis Smith. Las funciones son los días sábados, a las 18 horas, y se puede tener la idea errónea de que será sencillo encontrar entradas disponibles. Nada más alejado de la realidad, ya que la cola de ingreso de espectadores comienza en el interior del teatro y se traslada hacia la calle. .
Al ingresar a la sala, es la propia autora la que ayuda a acomodar a los que asistimos en las sillas ubicadas en una amplia gradería. Hay expectativa, no sólo por ver cómo se ha tratado la historia que nos contarán, sino por comprobar cómo se las ingenió Smith para protagonizar y realizar la puesta en escena de un texto que, a priori, requiere de mucha imaginación y sensibilidad.

El espacio es despojado, apenas una mesa, un muñequito Playmobil con barba y gorra verde militar como Ernesto “Che” Guevara, un par de sillas, una cámara de video y una pantalla. Parece un lienzo sencillo, pero allí se desarrollará toda la trama que incluye varias canciones interpretadas en vivo entre las que se encuentran Balada para mi muerte y Preludio para el año 3001, ambas del inolvidable Astor Piazzolla.
Historia trágica
“Conocí a “Mariana” a fines de 2018, en Brasil, gracias a un amigo en común que siempre me hablaba de ella. Enseguida tuvimos una conexión inexplicable. Ella empezó a contarme quién había sido, aclarándome que nunca había hablado de esto con nadie. En cada viaje que vino a Buenos Aires fue abriendo su corazón conmigo hasta que, en 2022, me pidió que escribiera su historia porque su hijo se lo había pedido. Quería saber quiénes habían sido su madre y su padre, pero tenía miedo de escucharla porque sabía que lo que tenía para contarle le iba a doler muchísimo”, señala Teresa Donato al referirse a la génesis del texto que será publicado este año por Seix Barral, en formato de libro, con el nombre Desaparecida dos veces.
Y continúa: “Ella no habló de su pasado con nadie, es decir ni con su familia ni con sus amigos. Es la primera vez que cuenta su vida”.
Sobre el proyecto teatral, recuerda: “Cuando le conté a Dennis que estaba escribiendo el libro enseguida me pidió dirigirlo, le dije que sí y en el camino decidimos armar la obra juntos, basándonos en las 1.500 páginas de entrevistas de donde salieron gran parte de las cosas que se escuchan en la representación. Nos llevó muchos meses de trabajo hasta que un día dijimos: ‘Llegamos’”.

Proceso creativo
Por su parte, sobre el proceso creativo, Dennis Smith, desde Madrid, donde reside actualmente, resume: “Tere me cuenta la historia que estaba escribiendo y, en particular, una anécdota que pintaba el relato: una mujer que pertenece a montoneros y cuando matan a su marido, debe ingresar en la clandestinidad, y en ese pasaje, esconde un revolver en el pañal de su hijo de 18 meses. Ni bien me dijo esto, con la magia que Tere cuenta las cosas, le dije que quería hacerlo. Fue sin pensar. Hacía tiempo que estaba un poco desencantado con mi profesión de actor. Casi todo lo que aparecía era para hacer de ‘gay colorido’. Algo me dijo que no sólo actoralmente, si no humanamente, la historia estaba llena de aprendizajes para mí”.
En cuanto el armado escénico, sintetiza: “Fue un proceso guiado por la intuición. Tere me pasó las entrevistas que ella ya había organizado, clasificado, tematizado. Hubo mil bocetos por supuesto y un ensayo general semi montado para la protagonista real y 40 familiares y amigos que desconocían casi todos los detalles de su vida anterior”.
“Para mí era crucial ir armando escenas, que la gente pudiera ver lo que contaba, al igual que yo. El teatro debe evocar el bosque con el espacio vacío. Esa era la premisa. Al ser un monólogo con tanta responsabilidad y carga textual, era fundamental que estuviera plagada de acciones. Con Fernando Losada, diseñamos más de 250 clips musicales para ilustrar y crear climas. La obra es muy dinámica y encaro dos roles muy opuestos y complementarios. Decidí que hubiera algo energético muy claro que los distinguiera: a ella la pasión y el fervor, al hijo la introspección y la añoranza por una vida que nunca tuvo”, remata.

Las reacciones del público
Las reacciones del público terminan de completar lo que acaban de presenciar. A la salida, autora e intérprete, esperan las opiniones y devoluciones. Algunos, emocionados, los abrazan y les agradecen por el compromiso de llevar adelante la obra. Otros, siguen hablando en el bar del teatro y reflexionan sobre lo que acaban de ver.
“Todos salen muy conmovidos y muchos vuelven con sus hijos. Lo más triste es cuando nos encontramos con hijos, nietos o familiares de desaparecidos que se funden en un abrazo con nosotros y se largan a llorar. Es una enorme responsabilidad hacer esta obra y lo hacemos con respeto y pasión. Nuestra protagonista no es una heroína, es sólo una mujer que quiso cambiar el mundo, equivocada o no, e hizo lo que pudo”, dice la autora.
“Nosotros queríamos que el público se pusiera en los zapatos de esta mujer sin juzgarla, intentando soportar que la vida está llena de grises y que somos nosotros más nuestra circunstancia. Hay algo que Mariana me enseña en cada charla: No se pueden pensar esos años con la mirada de hoy, con lo que sabemos hoy. Con el diario del lunes es fácil sacar conclusiones y dar sentencias, pero hay que estar ahí. Como decimos en la obra: pasá por lo que yo pasé y después hablamos”, concluye Donato.

El resultado, profundamente conmovedor, nos enfrenta con una tragedia personal tremenda y hace hincapié en que recordar es indispensable para construir nuestro futuro.
En la pieza, toda una experiencia que nadie debería perderse, se cuenta con un tratamiento tan sutil que permite la reflexión, alejada de la pasión. El espectador termina comprendiendo, más allá de coincidir o no con los ideales que llevaron a aquellos jóvenes a la lucha armada, la necesidad de bucear en ese pasado no tan lejano para que las heridas de aquellos años de plomo comiencen a cicatrizar de una buena vez.