el niño actor que trabajaba 12 horas por día, el galancito de Amigos son los amigos, el acusado de abuso sexual y el que se pregunta por la vida y la muerte


“¿Para qué público sería esta obra?”, se preguntó Pablo Rago cuando leyó el libro. Habla de la muerte, del cielo y del infierno, de Dios, de la felicidad, sobre el sentido de la vida, de los miedos y de la amistad, y tal vez, pensó, la gente no quiera ver un espectáculo que aborde esos temas. Sala de espera, que se estrenó en el Paseo La Plaza, es la primera obra escrita y dirigida por Nicolás Repetto, y cuando su protagonista descubrió que la puesta le quitaría solemnidad a las palabras y aparecería también el humor, de la mano de la reflexión, entendió que podía funcionar.

“Este año cumplo 53 años y en este último tiempo empecé a sentir que el tema de la muerte es algo más cercano”, reflexiona Pablo. El año pasado sufrió un accidente: se cayó de una escalera y cree que lo salvó el hecho de “estar gordo” -ahora bajó unos cuantos kilos-, porque los rollos amortiguaron el golpe.

“Pegué contra un escalón alto, podría haberme partido la espalda. Y a partir de ahí empecé a tomarme las cosas con menos dramatismo. Me di cuenta de cómo de un segundo a otro te podés morir. Y a veces nos hacemos problema por cosas superficiales y no tiene sentido”, explica. Su papá falleció en el 2014. Su mamá está por cumplir 80 y su tío, 83. La proximidad con gente mayor también lo volvió un poco más reflexivo.

Entrar en asuntos como la muerte y qué hay después, si lo hay, puede ser algo a lo que no todos estén dispuestos. “Aunque también podés hacerte el pelotudo, como dice mi personaje”, aprovecha las palabras de su criatura. “Nicolás (Repetto) me convenció de hacerla. Que podía ser algo que me estaba debiendo como actor; un desafío en el escenario que nunca me había permitido: poner una obra de este estilo en la calle Corrientes. Y creo que nos está saliendo bien”, afirma.

Su mamá asistió el miércoles pasado y “le gustó”. “Es muy crítica y lo primero que me dijo es que tiene muchas puteadas. Pero le gustó y ese filtro para mí es importante. Hay gente más intelectual que me pidió el libro, para leerlo, porque le interesó”, cuenta. Al estreno fueron su mujer, Tamara, su suegra y su cuñada, y la disfrutaron. “Adrián Suar fue muy generoso con su devolución”, menciona, cuando cita a los famosos que también vieron la obra. Está faltando que Vito (22 años), el hijo que Pablo tuvo con María Carámbula, vaya a ver a su papá al teatro. “Lo que pasa es que los miércoles juega al fútbol. Está viendo cuándo puede cancelar para ir”, explica.

“Está buscándose”, dice con respecto a su hijo. “Está tratando de ver qué carajo le gusta, qué quiere hacer. Empezó Gestión deportiva, no le gustó, dejó. Intentó estudiar actuación, tampoco le cerró”, repasa. “A los chicos de esa edad, la pandemia los atravesó mal. Estaba en el último año del secundario. Por suerte en el Cristóforo Colombo el viaje de estudios se hace en cuarto año y entonces él ya lo había hecho”, dice.

El año pasado, Vito lo acompañó una semana a Tandil, al rodaje de Campamento con mamá, la película que protagonizó Natalia Oreiro. “Hacía mucho que no venía a un set de filmación y me pareció una buena idea para que viera cómo se trabaja”, cuenta Rago, quien tenía la expectativa de que su hijo descubriera ahí, tal vez, una vocación.

Pablo Rago habla con total naturalidad de su vida, su hijos, su pareja y su pasado. Nada de "De eso no hablo". 
Foto: Juano TesonePablo Rago habla con total naturalidad de su vida, su hijos, su pareja y su pasado. Nada de “De eso no hablo”.
Foto: Juano Tesone

La vocación, sin pensarla

El recorrido de Vito es el que hace la mayoría de los adolescentes: buscar, descubrir qué quieren hacer, tal vez equivocarse. Pablo Rago, quien debutó en televisión a los 4 años y fue al colegio hasta tercer año -cuando se quedó libre en el Instituto Santa Rita, en tiempos de Clave de Sol-, no transitó ese camino. No necesitó buscarse y encontrarse: ya estaba ahí, sobre el escenario, en un estudio de TV o filmando un comercial o una película.

“Es algo que vengo hablando mucho en terapia ahora”, confiesa el actor. “No tengo posibilidad de ponerme de ejemplo. A la edad que hoy tiene mi hijo yo ya tenía todo resuelto. Y no soy de los que piensan demasiado en el futuro, soy más bien cortoplacista”, dice. “Nunca me puse ansioso por el futuro, ni tampoco me puse demasiado contento por lo que iba logrando. Es así, lo hice. Y punto”.

Nunca tuvo que pensar cuál era su vocación, ni salir a buscar un trabajo. “Sí tuve, entre los 15 y los 16, cuando muchos me decían que me había perdido la infancia, una crisis en la que pensaba qué hubiera pasado si yo hubiera tenido una infancia normal”, recuerda.

Sin embargo, aunque tuvo una infancia diferente, conserva en la memoria momentos “normales”, como jugar a pelota en la calle. “Cada vez que paso por Caracas y Juan B. Justo miro a ver si sigue estando mi casa, el puesto de diarios de mi papá…”, evoca. Ese puesto, que su papá tuvo -luego manejó un taxi, más tarde puso una heladería y finalmente, una rotisería- desde que Pablo nació, hasta sus 17 años, es donde comienza la historia actoral de Rago.

“Un cliente era director de publicidad. Vio a uno de mis hermanos un día, rubio con rulos y ojos celestes, y le pasó el número de una representante. Nos llevaron a los dos e hicimos un comercial juntos, de postres Exquisita. Ahí arrancamos. Después mi hermano, Marcelo, siguió un tiempo más, hasta los 12 años. Ahora es martillero. La jodemos a mi vieja y le decimos que es el único universitario de la familia”, cuenta. Pablo es el mayor de cuatro hermanos. Su mamá acompañaba a su marido en sus emprendimientos.

Honestidad brutal. Cuando a Pablo Rago le llegó el libro de "Sala de espera" pensó: "Esta obra es imposible de hacer". Foto: Juano TesoneHonestidad brutal. Cuando a Pablo Rago le llegó el libro de “Sala de espera” pensó: “Esta obra es imposible de hacer”. Foto: Juano Tesone

Amigos son los amigos

Hace 35 años debutó en la televisión Amigos son los amigos: un hito en la historia de la pantalla chica, por Telefe. La dupla Carlos Calvo-Pablo Rago fue furor. Pablo venía de otro exitazo: Clave de Sol, que se emitió por Canal 13 entre 1987 y 1991; allí fue Lucho y con ese personaje, enamoró a miles de adolescentes. “Estaba inconsciente en esa locura”, dice de los tiempos de la tira juvenil que hipnotizaba a los adolescentes de los ’80/90. No se cansa de decir cuánto disfrutó esa etapa.

“Leo (Sbaraglia) tenía bien en claro que él quería ser un actor serio. Estudiaba con Alezzo y tenía una idea un poco antigua; para él no estaba bien ser un actor y llenar teatros, pero que las chicas gritaran tanto que no se escuchara tu texto. Entonces yo lo jodía. Cada vez que nos vemos le recuerdo que cuando estábamos de gira, al bajar del micro le decía: ‘Somos Los Beatles y vos sos John’; y él bajaba con ímpetu, para afrontar esa maroma de emoción. Era emoción pura. A mí me han clavado lapiceras por querer saludarme o me rompían la ropa”, repasa.

Desde que empezó hasta ahora, Pablo Rago hizo, literalmente, de todo. Actuó en las dos películas argentinas ganadoras de premios Oscar a la mejor película extranjera: La historia oficial (1985) y El secreto de sus ojos (2009). Puede jactarse de ser el único actor con ese título. Incluso fue Belgrano, en una película que llevó ese mismo nombre. Fue parte del elenco de la última versión teatral de Esperando la carroza. Y antes, hizo El divorcio, con Luciano Castro. Ahora, protagoniza Sala de espera -en La Plaza-, la primera obra escrita por Nicolás Repetto.

Pablo Rago y Carlos Calvo, en "Amigos son los amigos". Ahí, el actor era "El péndex" o "Pablín". Foto: Archivo ClarínPablo Rago y Carlos Calvo, en “Amigos son los amigos”. Ahí, el actor era “El péndex” o “Pablín”. Foto: Archivo Clarín

“Yo venía de Clave de Sol cuando hice Amigos son los amigos. Carlín iba caminando por la calle y todos lo seguían a él. Los que estábamos alrededor no existíamos”, dice. Nadie le prestaba atención, si el recordado Carlos Calvo estaba cerca.

“Era muy fuerte lo que pasaba con Amigos son los amigos. Y en una oportunidad se estrenó una película, creo que era Arma mortal. Le dije a Carlín que fuéramos a verla. Fue imposible. Nos sentamos en las butacas y nos tuvimos que ir antes de que empiece la película. El chabón no paraba de saludar gente, firmar autógrafos, charlar…”, recuerda.

“La semana que viene me voy a encontrar con Gustavo Yankelevich, que fue el que inventó Amigos son los amigos”, cuenta. Pero no hay homenaje pensado para las más de tres décadas desde que se estrenó el programa. A pesar del tiempo transcurrido, los +40 le siguen diciendo “pendex” o “Pablito”, como en la tira. Y seguramente frente a alguna situación estresante, alguien lo tranquilizará con un “vos, fumá”.

Cuando trabajaba en "Clave de Sol", su popularidad y la de los jóvenes actores de la tira era inmensa. "Yo lo jodía a Leo Sbaraglia con que éramos Los Beatles". Foto: Juano TesoneCuando trabajaba en “Clave de Sol”, su popularidad y la de los jóvenes actores de la tira era inmensa. “Yo lo jodía a Leo Sbaraglia con que éramos Los Beatles”. Foto: Juano Tesone

La dupla Carlín-Rago se reeditó hace casi 20 años, con Extraña pareja, en el teatro, obra que dirigió el propio Pablo. “Nunca fuimos muy amigos. Teníamos mucha diferencia de edad. Y mucha diferencia de personalidad. Éramos muy distintos”, describe.

Después de Amigos… vino Inconquistable corazón, con Paola Krum -quien también fue su pareja-. Y la seguidilla de éxitos llegó “sin buscarla demasiado”, reconoce.

Fue niño actor cuando los controles no protegían a los menores que trabajaban. “Podíamos estar grabando 12 horas por día y nadie se preguntaba si teníamos sed”, recuerda. “Ahora es diferente y me parece muy bien. Me acuerdo que cuando era muy chiquito, como iba a protagonizar un comercial sobre productos de baño para niños, me tuvieron en una bañadera una tarde entera y terminé llorando a los gritos y me terminaron cambiando por otro chico”, relata.

Cambia, todo cambia

Barbi Siom, Diego Cremonosi, Nicolás Repetto y Pablo Rago, el equipo de "Sala de espera".Barbi Siom, Diego Cremonosi, Nicolás Repetto y Pablo Rago, el equipo de “Sala de espera”.

Los tiempos cambiaron. Y mucho. Pablo representa a una generación que se tenía que levantar de la silla para cambiar de canal, haciendo girar una perilla. Y que si no podía ver un programa en el momento que se emitía, salvo que lo grabara con una videocasetera, se lo perdía.

Lo vivió como actor. Los más de 50 puntos de rating de programas que protagonizó tenían su réplica en la calle. Y el teléfono (fijo) de su casa recibía llamadas de fans en continuado.

Pablo Rago, con campera, en "Clave de Sol". A su derecha, Leonardo Sbaraglia. Pablo Rago, con campera, en “Clave de Sol”. A su derecha, Leonardo Sbaraglia.

La tele que hace ahora es muy distinta; intenta adaptarse, pero tiene nostalgia de ciertas cosas, siente que todo se ha vuelto más impersonal y que actualmente hay muchos mediadores entre el director y los actores. “Este año se estrenó la serie Espartanos, que la filmé en el 2022. Es muy raro trabajar para algo que no se va a ver enseguida. Hugo Moser estaba escribiendo mientras te estabas maquillando antes de salir a grabar”, contrapone.

“Si tengo que elegir una película mía, que me gusta, es Belgrano (2010)”, sentencia. “La disfruté”, asegura y recuerda cuánto se concentró en ese personaje. “Estábamos en Tucumán y los que me traían la comida, me trataban de ‘general’. Me puse a estudiar en profundidad al personaje y me fascinó”.

Y como a su trayectoria no le faltó nada, entre trabajos y mujeres con las que salió, un amigo le dijo: “Después de todas las parejas que tuviste, lo único que te faltaba era tener una ministra de Milei”. Hace 30 años estuvo casado, aunque por poco tiempo, con Sandra Petovello, actual Ministra de Capital Humano.

Hay cosas que pueden quitarle el sueño; a veces tiene algunas preocupaciones. A pesar de ser una persona tranquila, que no busca conflictuarse, es humano. “Pero cuando estoy seguro, puedo estar tranquilo”, dice a propósito de la denuncia de abuso sexual de la que fue sobreseído hace cinco años.

“La fortaleza está dentro de mi seguridad”, afirma. “Igual, durante ese tiempo, no miré nada de lo que salía en los medios. Durante un mes y medio vi Friends, series que ya había visto, esperando que venga el chiste que ya conocía”, repasa. “Mi mamá y hermanos lo pasaron mal, porque ellos sí miraban todo”. En esos momentos, la contención de Tamara y de Vito fue esencial. “Es una ama de casa excelente”, define a Tamara, con quien está en pareja desde hace 9 años. “Su hijo, de 12 años, y el mío se llevan bien”, expresa. Viven los cuatro juntos.

“Es imposible de hacer”, pensó Pablo Rago después de la primera lectura de Sala de espera. Ahora, que ya la está haciendo y marcha bien, sabe que no era imposible. ¿Qué público va a ver Sala de espera? El mismo que podría ver cualquier otra obra protagonizada por este actor. Desde mujeres maduras que siguen a Pablo Rago desde Clave de Sol, pasando por público de teatro que busca propuestas atractivas, hasta curiosos que quieren saber de qué se trata la primera obra escrita por Nicolás Repetto. Al final, el público acompaña.

Pablo Rago dice que cuando lo acusaron de abuso sexual dejó de ver la tele y sólo miraba series por las plataformas. Su postura fue "Cuando estoy seguro, puedo estar tranquilo". Tras cinco años, lo sobreseyeron. Foto: Juano TesonePablo Rago dice que cuando lo acusaron de abuso sexual dejó de ver la tele y sólo miraba series por las plataformas. Su postura fue “Cuando estoy seguro, puedo estar tranquilo”. Tras cinco años, lo sobreseyeron. Foto: Juano Tesone

Sala de espera

Protagonizada por Pablo Rago y Diego Cremonesi, y la participación especial de Barbi Siom, la obra escrita y dirigida por Nicolás Repetto se presenta los miércoles a las 20, en La Plaza (Av. Corrientes 1660).

Un hombre de mediana edad, acostado en una cama de hospital, con suero y una pantalla que registra los latidos de su corazón, hasta que su corazón se detiene, es el punto de partida de Sala de espera. La imagen de alguien que frente a la muerte ve pasar toda su vida como una película es recurrente, pero acá es aprovechada teatralmente.

Si pudieras elegir esas imágenes que verías pasar frente a la muerte, ¿cuáles serían?, se le pregunta. Y la respuesta no se hace esperar. En primer lugar, el nacimiento de Vito. No duda. Pero hay más. “Si pienso en momentos divertidos, de mucha felicidad, me viene la imagen de la quinta, en la que ahora vive mi vieja. Era muy común que toda la familia se juntara ahí”, describe. Los éxitos en televisión y los teatros llenos, también. Una imagen que aparecería sería un 24 de septiembre, día de su cumpleaños, haciendo Clave de Sol en el Coliseo de La Plata, y todo el teatro cantándole el Feliz cumpleaños.

El, que se define como una persona más bien terrenal, protagoniza una obra que sucede en un plano espiritual. En una sala de espera -vaya a saberse de qué, pero eso no tiene importancia-, Adrián encuentra a Ignacio, su amigo de la juventud que murió dos años atrás. Mientras esperan su destino incierto, cuestionan su propio vínculo en un duelo verbal.

Diego Cremonesi y Pablo Rago, al término de una función de "Sala de espera".Diego Cremonesi y Pablo Rago, al término de una función de “Sala de espera”.

-En la vida real, ¿te hacés preguntas sobre la muerte, el sentido de la vida…?

-Me parece de charlas de fumones, de sobremesa de borrachos. Puede ser que piense eso, porque las he tenido durante muchos años. La vida real pasa por otro lado. Soy muy terrenal. No tiene ningún sentido hacerse problema, como dice uno de los personajes.

-¿Qué hay después de la muerte?

-No hay nada. Te morís y te morís. Por eso lo que importa es el mientras tanto.

-No. Estoy criado en una escuela de curas, así que imaginate que no creo en Dios.



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