El neorrealismo italiano perdió a uno de sus máximos exponentes. Enzo Staiola, el mítico Bruno Ricci de Ladrón de bicicletas, murió en Roma. En la película de Vittorio de Sica, que ganó el Oscar a la mejor película hablada en idioma extranjero, interpretaba al niño que acompañaba a su padre Antonio (Lamberto Maggiorani) por las calles de lun Roma hambrienta y herida de la posguerra.
Lo suyo con la interpretación fue casualidad, según él mismo contó en numerosas ocasiones. “Volvía del colegio y, en un momento dado, vi un coche enorme que me seguía a paso de tortuga. Entonces, un seño canoso, muy elegante, salió y me preguntó: ‘¿Cómo te llamás?’. Me quedé callado”, explicó. “‘¿Pero no hablás?’. ‘No tengo ganas de hablar’, respondí. Mi madre siempre me decía que no fuera demasiado familiar si alguien nos paraba”.
Sin embargo, De Sica le siguió hasta su casa en el barrio romano de Garbatella y sus padres le reconocieron enseguida. “Se sentó a la mesa e intentó convencerlos de que me dejaran actuar en su nueva película”. Su mirada, entre la inocencia y la tristeza, se convirtió en símbolo de una Italia golpeada por la posguerra.