No se imaginaba Horacio Zeballos en 2013, cuando venció a Rafael Nadal en la final del Abierto de Chile y consiguió una de las victorias más resonantes en la historia del tenis argentino, que el deporte de su vida le tendría reservado algún triunfo más importante y emociones todavía más fuertes que las vividas aquel día en Viña del Mar.
Tuvieron que pasar 12 años y aquel modesto singlista, formado en el club Edison Lawn Tenis de Mar del Plata y devenido en el mejor doblista albiceleste de la historia, disfrutó como un niño al consagrarse campeón de Roland Garros a los 40 años. Lo logró junto al español Marcel Granollers (39) venciendo por 6-0, 6-7 (5) y 7-5 en una final cambiante a los británicos Neal Skupski y Joe Salisbury, octavos en la preclasificación, tras dos horas y 22 minutos de una tensa batalla.
Tenía 28 años Zeballos cuando dio el golpe ante Nadal, alcanzó esa temporada su mejor ranking (39°) en individuales y ganó su único título en la especialidad, pero no se suponía que fuera a tener una alegría más grande que la de vencer al rey del polvo de ladrillo en esa misma superficie y en una final. De hecho, terminó aquel 2013 y los cinco años posteriores con balance negativo, por lo que pensó en retirarse. Hasta que Alejandro Lombardo, el entrenador de (casi) toda la vida, le sugirió pasarse al dobles. Sabio consejo.
Lo que se hace esperar se disfruta el doble, dicen. Y Zeballos bien lo sabe. Había llegado junto a Granollers a la final del US Open en 2019 y luego alcanzó el partido definitorio de Wimbledon en 2021 y 2023, pero el título se les escapó por una razón u otra. De esa manera, lo que en un principio se veía como todo un logro, luego tuvo sabor a poco y sirvió tan solo como premio consuelo. Ya no alcanzaba con el plato de subcampeón, sino que el marplatense y el catalán solo los llenaba el título, ese que consiguieron este sábado.
Curiosamente, Zeballos ni tocó la pelota en ese punto que jamás olvidará. Con el marcador 0-40 y triple punto para campeonato, Granollers logró una buena apertura con el revés para devolver el saque de Skupski, tomó la iniciativa y con un potente derechazo ajustició a Salisbury, que esperaba en la red y al que la volea se le quedó en la red. El argentino de 40 años, con los ojos bien abiertos, siguió atento la jugada y cayó al suelo cuando vio cumplido su sueño de niño. Eléctrico, inmediatamente se puso de pie, se tomó la cabeza como no pudiendo creer lo que acaba de conseguir y con lágrimas en los ojos corrió a abrazar a su compañero. Momento eterno. Inolvidable.
Your 2025 Roland-Garros doubles champions: Marcel Granollers and Horacio Zeballos 🇪🇸🇦🇷#RolandGarros pic.twitter.com/M1chjlPFRw
— Roland-Garros (@rolandgarros) June 7, 2025
En ese instante, Zeballos se convirtió en el primer argentino en ganar un Grand Slam en dobles masculino. Ya lo habían conseguido en la rama femenina Gabriela Sabatini (Wimbledon 1988 junto a Steffi Graf), Paola Suárez (ocho veces en pareja con la española Virginia Ruano Pascual) y Gisela Dulko (Abierto Australia 2011 con la italiana Flavia Penetta).
E ingresó a un selecto grupo que ya integraban Guillermo Vilas (cuatro Majors en singles), Gabriela Sabatini (US Open 1990), Gastón Gaudio (Roland Garros 2004), Juan Martín del Potro (US Open 2009) y Gustavo Fernández, quien levantó ocho títulos -cinco en singles y tres en dobles- en tenis adaptado. Cebolla es el octavo profesional albiceleste en tocar con las manos el cielo tenístico.
“Es muy especial. No puedo creer lo que estoy viviendo en este momento. Estamos disfrutando muchísimo. Trabajamos tan duro… Habíamos perdido varias finales y teníamos esa espinita que nos la queríamos sacar. Ganar Roland Garros, el torneo que desde chiquito uno como argentino siempre sueña jugar, es algo único”, dijo en diálogo con Eurosport, todavía sobre el polvo de ladrillo parisino, minutos después de uno de los momentos más felices de su vida.
Se lo notó profundamente emocionado en la ceremonia de premiación, todavía conmovido por la dimensión del logro conseguido, y ratificó más en frío las palabras que había pronunciado en el discurso: “Este trabajo lo hicimos nosotros adentro de la cancha, pero empieza afuera. Estamos muy agradecidos con todo nuestro equipo, familia y amigos, agradecidos también con toda la gente que no pudo estar acá y que están presente”.
👏🎙️ Granollers y Zeballos atienden a @Eurosport_ES tras la final de #RolandGarros y haberse quitado “la espinita” en un Grand Slam:
🫡 “Me acuerdo de toda la gente que me ha ayudado desde que soy pequeño para llegar a este momento” pic.twitter.com/pw829Xe14d
— Eurosport.es (@Eurosport_ES) June 7, 2025
Zeballos, el “niño mimado” de Vilas
“Horacio, muy buen chico tu hijo. Le irá muy bien. Tiene asegurado un lugar dentro de la industria del tenis. Si no llega como tenista, llegará como coach o profe, etc. De él me ocupo yo”.
El mensaje vía correo electrónico que Guillermo Vilas le envío al padre de Horacio Zeballos en 2003 se conoció en mayo de 2024, cuando Cebolla se convirtió en el primer doblista argentino en llegar al primer puesto del ranking ATP y lo publicó en su cuenta de Instagram. Y cada vez tiene más vigencia. Vilas y Zeballos padre, el principal responsable de que su hijo se dedique al tenis, se conocen de Mar del Plata, de donde también surgió la leyenda del tenis argentino.
Campeón de nueve Masters 1000, ocho de ellos junto a Granollers, Zeballos se convirtió en el doblista argentino más ganador de la historia cuando conquistó su 16° título en Roma, en 2020. ¿A quién igualó? Justamente a Vilas. Y luego lo superó: ya suma 25.
Luego, llegó el tope del ranking y cumplió la última gran cuenta pendiente al coronarse en el polvo de ladrillo de Roland Garros. Fue su segundo partido en el court Phillipe Chatrier y el primero desde 2010, cuando cayó en tres sets ante una de las mejores versiones de Rafael Nadal en la segunda ronda.
Con 40 años y un largo recorrido, lo lógico será ver una baja de tensión en esta experimentada dupla, quienes se sacaron de encima la presión de ser campeones de Grand Slam y deberán buscar nuevos retos que los empujen a seguir compitiendo al alto. Lo que venga a partir de aquí, será de yapa. El objetivo ya está cumplido.