La familia rusa de músicos clásicos que se escapó de la guerra, se instaló en La Plata y ya tocó en el Colón


Con el gran movimiento de inmigrantes rusos en los años recientes, desembarcó en Argentina una dinastía de músicos de Kazán. Se trata de la familia Monasýpov. La pianista Martina Monasýpova, con carrera internacional, es nieta de Almaz Zákírovich Monasýpov, un destacado director y compositor tártaro-soviético que integró elementos del folclore tártaro con las técnicas de composición contemporáneas y cuya obra tendió un puente entre la tradición y la modernidad en el repertorio étnico ruso y dejó una huella importante en la música académica de Tatarstán y en el panorama cultural de la antigua URSS.

Los Monasýpov arrastran todo un linaje de músicos e intérpretes: casi todos los miembros de su familia son pianistas y violinistas.

La familia Monasýpov en pleno: Martina y Antón, sus hijos y abuelos Svetlána y Iván. Foto Martin Bonetto.La familia Monasýpov en pleno: Martina y Antón, sus hijos y abuelos Svetlána y Iván. Foto Martin Bonetto.

“Mi abuelo nació en Kazán en 1925. Vivía en una casa frente a la escuela técnica o universidad de música, digamos así. Ese azar, como él mismo dijo, pudo haber sido importante en su elección de ser músico”, cuenta Martina llena de energía y entusiasmo, con un castellano al que todavía le faltan palabras pero se las arregla para hacerse entender.

“Lo cierto -prosigue- es que desde su nacimiento tuvo un gran talento musical. Era una familia con una gran cultura, todos tocaban de manera amateur el violín. Almaz se graduó como violonchelista. Luego fue enrolado para la Guerra, pero no participó en operaciones militares. Siempre decía que no mató a ninguna persona. Cuando regresó de la guerra en 1945 a Kazán, quiso ir a trabajar a una fábrica, como su padre. Pero conoció a su maestro y lo convenció de ingresar al conservatorio, que recién se estaba organizando, y se necesitaban estudiantes. Fue uno de los primeros graduados del conservatorio de Kazán, que lleva el nombre de su maestro, N.G. Zhíganov”.

Video

La familia de músicos rusos de La Plata.

En el conservatorio conoció a Svetlána, la abuela de Martina, que también era pianista. Se casaron después de terminar sus estudios. Luego, Almaz hizo un posgrado, primero en composición y después en dirección. Se convirtió en uno de los compositores más reconocidos de Tartaristán y dio comienzo a la gran dinastía de la familia de músicos: la mamá de Martina es pianista, su hermano es violonchelista, todos sus primos son violinistas, sus esposas e hijos también son músicos. Todos estudiaron en la misma escuela estatal de música de Kazán.

La llegada a la Argentina

Martina y su marido Antón Semíkin decidieron venir a Argentina con sus cuatro hijos, Ígor (26), Iúrii (18), Iákov (10) y Efrém (6), además de los abuelos -Svetlána Monasýpova Iván Aleksándrov- y una nuera, Elizavéta Plashchínskaia. Todos son músicos. Iúrii, Iákov y Antón llegaron en marzo de 2023. Luego, en junio, viajó el resto de la familia.

No les quedó nada en Rusia, vendieron todo lo que tenían y compraron una casa en La Plata, donde se acordó la entrevista con todos presentes, excepto Elizavéta que no pudo venir porque estaba enferma. El lugar propuesto por ellos fue el taller del afinador Marco Naya, con quien la familia está muy agradecida por toda la ayuda brindada.

Martina y Anton llegaron en 2023 con toda su familia. Foto: Martin BonettoMartina y Anton llegaron en 2023 con toda su familia. Foto: Martin Bonetto

En el taller hay más de un piano, una abundancia que la familia celebra porque son todos pianistas, en la casa hay un solo instrumento y para estudiar tienen que repartirse por turnos. Todos hicieron su educación entre Kazán y Moscú.

La música ocupó un lugar central en la identidad de Kazán desde hace siglos. Situada a orillas del majestuoso río Volga, Kazán es una de las ciudades más antiguas y culturalmente ricas de Rusia. Es la capital de la república de Tartaristán, un verdadero cruce de caminos entre Oriente y Occidente, donde conviven armoniosamente tradiciones tártaras y rusas. Tiene una vibrante vida cultural, especialmente en el terreno musical. El célebre bajo ruso Fiódor Chaliapin nació en Kazán y en su honor se celebra en el Teatro de Ópera y Ballet el prestigioso Festival Internacional de Ópera que lleva su nombre.

“Nos gustaría tener un estudio donde poder desarrollar y transmitir nuestros conocimientos. Y también realizar mis propios proyectos e ideales como música”, dice Martina.

Antón, que se presenta como pianista y pianista acompañante, se anima con algunas palabras en castellano pero finalmente todos acuerdan hablar en ruso para poder expresarse con más comodidad. Además, contábamos con un traductor de lujo, el historiador especializado Martín Baña, cuyo generoso aporte colaboró para crear un clima de intercambio más confidente.

Anton y Martina en concierto. Foto archivo personal familia Monasýpov.Anton y Martina en concierto. Foto archivo personal familia Monasýpov.

“Me parece que Argentina y los argentinos -dice Antón– tienen mucho potencial para desarrollar y hay que darle un impulso. Como músico veo que puedo contribuir de alguna manera a esto, ayudarlos a sistematizar algunos conocimientos. En términos culturales hay una formación artística muy grande; casi todo el mundo es muy artístico, toca algo”.

Y agrega: “Hay personas que se dedican a muchas cosas, pero también tienen un interés por la música. Y eso, por ejemplo, lo veo en el coro. Es increíble para mí que no hay profesionales de la música, pero sí un dentista y un ingeniero, que tienen un amor por lo que realizan muy grande, y cantan con mucho placer”.

Un concierto en el Colón

Martina y Antón se conocieron estudiando en la prestigiosa Academia Rusa de Música Gnesin en Moscú durante la década del ’90. Antón continuó sus estudios de posgrado en el Conservatorio Chaikovski de Moscú. Antes de conocerse, Martina obtuvo varios premios como pianista, como el primer premio de la Asamblea de las Artes Moscú y del Concurso Internacional Kabalevsky, Concurso Internacional de Pianistas y el Concurso Internacional Yudina, ambos en San Petersburgo, el premio por la mejor interpretación de Shostakovich, entre otros.

La familia Monasypov tocando el piano a 12 manos, posando para la cámara. Foto Martin BonettoLa familia Monasypov tocando el piano a 12 manos, posando para la cámara. Foto Martin Bonetto

En la actualidad continuó cosechando otros reconocimientos. Hace poco dio un concierto como solista en el Teatro Argentino de La Plata y en el verano tocó con la Banda Sinfónica en el Parque Centenario el segundo Concierto para piano y orquesta de Rachmaninov, con la dirección de Carlos David. El próximo 29 de junio, Martina y Antón van a tocar a dúo en la filial del Mozarteum en Tandil.

Después de terminar los estudios en Moscú, la pareja se mudó a Kazán, donde nació el hijo mayor, Ígor. Allí vivieron hasta que decidieron venir a Argentina por unanimidad.

“Tengo 26 años -dice Ígor, de aspecto adolescente- y recibí toda mi educación en Kazán. Fui a la escuela de música en la que trabajaron mis padres y también estudiaron mis hermanos. En Rusia hay sólo diez escuelas de música especiales, con enseñanza general y musical en un mismo lugar. Hay en Moscú, San Petersburgo, Rostov, Kazán y Novosibirsk, por ejemplo. Luego estudié en el conservatorio y obtuve mi título universitario”.

Igor, el hijo mayor de la familia rusa que vino a la Argentina. Foto Martin BonettoIgor, el hijo mayor de la familia rusa que vino a la Argentina. Foto Martin Bonetto

Igor acababa de terminar el Conservatorio y tenía que hacer el servicio militar cuando empezó la guerra con Ucrania, una palabra que en Rusia no está permitido mencionar, el eufemismo para referirse a ella es “operación militar especial”. Si los chicos mencionan en la escuela que sus padres no están de acuerdo con la guerra, pueden ser declarados “agente extranjero”, perder derechos, el trabajo, y pueden ser condenados hasta con quince años de prisión.

La situación de Igor era compleja y lo salvó haber trabajado como músico dentro del ejército, con un coro ortodoxo en una nueva catedral que se construyó para el ejército ruso en Kubinka, cerca de Moscú. La catedral ostenta, entre otras cosas, un icono de Stalin, y también de Putin, pero fue retirado.

Igor desarrolla una actividad musical en La Plata: canta en el Coro Musiké, dirigido por Emiliano Linares. “El año pasado cantamos en el Salón Dorado del Teatro Colón y luego en el Congreso”, cuenta orgullo el hijo mayor, que conocía el Teatro Colón a través de las clases de música en Rusia.

Hablan los más chicos

El pequeño Iákov está ansioso por hablar. Su castellano es fluido con un acento adorable, es muy extrovertido y usa el idioma con picardía: “Tengo 10 años, casi 11, porque el 28 de julio cumplo años. Soy especial. Toco trompeta y piano. Y juego futbol”.

Iákov y su hermano Efrém. Foto Martín Bonetto Iákov y su hermano Efrém. Foto Martín Bonetto

-¿Empezaste acá a jugar al futbol?

Iákov: -En Rusia ya jugaba.

-Aprendiste muy rápido el castellano

Iákov: -Sí. No entendía nada al principio, sólo palabras sueltas: “hola”, “queso”.

Antón: -Cuando llegamos no hablaba nada y lloraba porque no entendía. ¡Y ahora habla mejor que yo!

-¿Tuviste ganas de volver a Rusia?

Iákov: -No. Cuando llegamos al aeropuerto con papá y Iúrii, yo no tenía nada en la cabeza. Nada, nada. No pensaba que íbamos a otro país, en otro continente.

-¿Te gustó lo que primero que viste?

Iákov: -Fue sólo alegría que en el avión había computadora, con películas, dibujos animados, con todo para ver.

Los chicos con su abuela, siempre al piano. Foto Martin BonettoLos chicos con su abuela, siempre al piano. Foto Martin Bonetto

Iákov: -Hago de todo. Voy a la escuela, juego futbol y voy al coro de niños. Me gusta.

Antón: El coro es muy amable, es un espacio que integra mucho.

-¿Y el más pequeño va a la escuela también?

Iákov: -Sí. Efrém va a segundo grado. También está aprendiendo a tocar el piano. Quiero decir una cosa: hay un menos… cuando llegué a la escuela, empecé a aprender malas palabras.

Antón: ¡En todo el mundo es así!

-¿Y para vos Iúrii, cómo fue tu llegada?

Iúrii: -Tuve mucha suerte. Llegué y empecé a trabajar en el Teatro Argentino de La Plata, en la Orquesta Estable, después de dos o tres semanas. Hice una prueba y entré. Además de pianista soy violinista.

La decisión de dejar Rusia

-Teniendo una tradición y raíces tan profundas en Kazán, ¿cómo fue la decisión de dejarlo todo y venirse a Argentina?

Martina: -Fue un momento especial. Antón y yo queríamos mudarnos desde hacía mucho tiempo, casi 15 años. Después del nacimiento de Iúrii, nuestro segundo hijo. Consideramos emigrar a América del Sur, primera opción fue Chile.

La familia Monasýpov decidió venir a la Argentina y dedicarse a su gran pasión por la música. Foto Martín BonettoLa familia Monasýpov decidió venir a la Argentina y dedicarse a su gran pasión por la música. Foto Martín Bonetto

Antón: -El padre de Svetlána tenían un amigo violinista muy cercano, bastante famoso y se fue a Chile. Quería organizar un conservatorio como el que existe en Moscú y necesitaba un pianista.

Martina: -Entonces empezamos a prepararnos y comenzamos a estudiar español por primera vez. Compramos un diccionario. Llegamos acá con esos libros. Me gustó mucho el idioma.

-¿El clima en Kazán es tan inclemente como el de Siberia?

Antón: -Hay una historia sobre un famoso cantante del pasado que fue a Moscú o a San Petersburgo. El asunto es que paseaba, paseaba, y daba conciertos. Y luego dijo: “¿Cómo cantas aquí, si aquí no hay sol?”.

Martina: -¡Nieva durante seis meses! ¡Seis!. Es imposible vivir. Imposible.

Igor: -Era difícil ir a trabajar cada día con esa cantidad de nieve.

Martina: -Porque es una ciudad muy cultural. Y está cerca de Buenos Aires, pero no es tan cara.

Antón: -Teníamos como opciones Córdoba, Rosario, La Plata y Buenos Aires. Córdoba quedaba muy lejos de la playa (risas). Y el trasbordo para ir a Córdoba era más complicado. Además, Martina tenía una amiga en La Plata que trabaja en el Teatro Argentino.

-¿Cuánto influyó el contexto de la guerra para tomar la decisión de irse?

Martina: -Tengo cuatro hijos, todos varones, dos en edad de ir al ejército. Y mi marido también.

Antón: -El reclutamiento es obligatorio. La pregunta es un poco compleja. En Rusia sería imposible hablar sobre la guerra.

-¿A partir de qué edad reclutan?

Antón: -Iúrii estaba viviendo en una residencia universitaria y el ejército fue a reclutar soldados allí de madrugada. Se los llevaron.

Martina: -Es muy peligroso. A partir del reclutamiento cualquiera puede ser llamado a combatir, sobre todo si sos varón y joven. No quería seguir viviendo cada día pensando que eso podría pasar

-Martina, ¿qué es la música para vos?

Igor: -Soy su fan. Si no fuéramos sus hijos, igual seríamos fans de ella. Mi madre me decía que si te gusta algo, especialmente la música, tenés que ser fanático de eso.

Sin DNI

-Si te dan la posibilidad de organizar un concierto con tu familia, ¿qué te gustaría hacer y cómo te lo imaginás?

Martina: -Este es un año muy especial porque se cumple el centenario del nacimiento de mi abuelo. Me gustaría hacer un concierto en su homenaje.

La familia Monasýpov en pleno: Martina y Antón, sus cuatro hijos Ígor (26), Iúrii (18), Iákov (10) y Efrém (6) y abuelos Svetlána y Iván. Foto Martin Bonetto.La familia Monasýpov en pleno: Martina y Antón, sus cuatro hijos Ígor (26), Iúrii (18), Iákov (10) y Efrém (6) y abuelos Svetlána y Iván. Foto Martin Bonetto.

-¿Otro sueño que les gustaría realizar en la Argentina?

Martina: -Queremos establecernos aquí y nos gustaría mucho trabajar aquí. Queremos formar parte de la cultura musical, aportar y dar nuestros cultura y conocimientos musicales.

Antón: -Sí, así es. Quisiéramos aportar nuestro conocimiento. Nuestros amigos argentinos nos dicen que podemos y debemos transmitir esa gran tradición musical que hay en Rusia, dentro del país.

Martina: -Ahora es muy complejo porque no tenemos DNI.

-¿Por qué no tienen DNI?

Antón: -Vinimos con el título de refugiados porque es muy limitada la posibilidad de aplicar por otros motivos, y nos dieron documentos provisorios.

Martina: -Nos dijeron que el trámite pude tardar varios años. Incluso ahora, con el nuevo decreto, dijeron que va a cambiar. Pero es incierto. Sin documentos no podemos trabajar en instituciones públicas, podemos tener otros trabajos, pero en el Teatro o la Orquesta, no. Estamos en estado de expectativa.

Los Monasýpov llegaron al país en condición de refugiados y todavía no tienen DNI. Foto Martin BonettoLos Monasýpov llegaron al país en condición de refugiados y todavía no tienen DNI. Foto Martin Bonetto

-¿En la condición de refugiados tienen ayuda del Estado?

Antón: -Sí. Recibimos ayuda legal e hicimos los trámites, pero la burocracia nos tiene detenidos, como si nuestro caso estuviese archivado.

Svetlána: -Quiero decir que, más allá del Estado, nos ayudó mucha gente. Nos dieron ropa, platos, zapatos, botas, sábanas y mantas. Al principio no teníamos nada y muchas personas aquí nos ayudaron, incluso con muebles.

Ígor: -Nosotros llegamos sólo con libros y apuntes. No pedimos ni suplicamos ayuda, simplemente hablamos de nosotros y contamos nuestra historia. Y mucha gente empezó a buscar cosas para ayudarnos.

Iákov: -¡Yo quiero decir algo! Quiero decir que me gusta mucho Argentina. Me gusta mucho porque Messi es de acá. Y Maradona también.

Ígor: Y yo quiero decir que falta una persona aquí, mi esposa Lisa. Está un poco enferma y se quedó en casa. Lisa es la única que no es música profesional, pero es música aficionada. Es artista visual y periodista, tuvo dificultades para publicar sus libros en Rusia por las leyes sobre la propaganda LGTB. Ser periodista en Rusia es una profesión compleja y peligrosa. Los dos tomamos la decisión de irnos.

Aquí es posible vivir y quizá haya oportunidades para nosotros. A ella también le gusta mucho estar acá. Nos gusta mucho la gente, hay otra mentalidad, es una sociedad muy abierta y con un desarrollo cultural importante. Nos gustaría poder realizar acá un proyecto artístico.

Svetlána: -Mi esposo y yo estamos felices de haber venido, también nos gusta mucho y estamos contentos de que nuestros hijos también estén acá, y espero que también puedan realizarse aquí en Argentina. Antes no teníamos tantas oportunidades de viajar al extranjero. No sólo por el dinero, sino porque cuando éramos más jóvenes era muy difícil salir del país. Siempre había grandes problemas.

Iván: -Acá podemos hacer muchas otras cosas que antes no podíamos hacer. Por otro lado, aquí hay gente completamente diferente, son abiertos, amables y están dispuestos a brindarte cualquier servicio que esté a su alcance, incluso para personas de nuestra edad, para que podamos seguir haciendo cosas acá.



Source link

Más noticias

ni Mirtha ni Iván de Pineda, ¿qué fue lo más visto del día?

Este primer sábado de junio no fue bueno...

exige sello propio y los lugares clave en las listas

Karina Milei impone a través de sus delegados...

El sonido que emiten las personas horas antes de morir, según un médico experto

Médicos y enfermeras que trabajan a diario ...

Cuáles son los 6 mensajes que nunca se deben mandar tras la primera cita, según una experta en relaciones

Hay pocas cosas tan complejas y estresantes en este siglo XXI como conocer gente, entablar relaciones y tener citas sin morir en el...

ni Mirtha ni Iván de Pineda, ¿qué fue lo más visto del día?

Este primer sábado de junio no fue bueno para la televisión abierta en general y fue novedoso para el ranking de los más...

exige sello propio y los lugares clave en las listas

Karina Milei impone a través de sus delegados una premisa en las conversaciones con los embajadores del PRO para sellar un acuerdo electoral...