Cuando tenía 20 años de edad, Marilina Bertoldi subió su primera canción (Si no ves) a YouTube y fue un pequeño éxito viral. Hoy tiene 36 y un camino lleno de hitos y desafíos apasionantes: dejó su pueblo santafecino de Sunchales, armó y desarmó la banda de rock Connor Questa, inició un camino como solista, ganó un premio Gardel de Oro, llenó Obras y el Luna Park.
En el medio de tanta actividad exitosa, tuvo períodos de depresión y replanteos existenciales. Hasta quiso tener menos exposición, ser más anónima y simplemente tocar el bajo en el grupo de su amiga Barbi Recanati. También sorprendió a sus fans tocando durante el último año y medio con un formato experimental (Dúo Set) solamente acompañada por el baterista Eduardo Giardina y con ella misma en guitarra y teclados.

Hoy, Marilina retomó su actividad principal y acaba de lanzar su nuevo álbum, titulado Para quién trabajas, vol. I, del cual había anticipado dos muy buenos temas el mes pasado: el enérgico Autoestima y la balada Por siempre es un lugar. Ahora sumó otro single: el pegadizo hit El gordo, con sonido retro de pop ochentoso y un polémico video donde encarna a una estrella pop, junto a actuaciones de Malena Pichot y Dolores Fonzi.
Y así como su disco anterior del 2022 la llevó a recorrer el país, tocar en festivales y llegar a escenarios emblemáticos, ahora irá el 8 de noviembre al estadio Malvinas Argentinas. La gran envergadura la intimida un poco y dice que prefiere poder ver más cerca a la gente del público.

“Para mí -señala- la dimensión de Niceto Club es perfecta, y como máximo el Luna es hermoso. En cambio me parece un pésimo plan querer llenar River. No quiero tocar jamás en River, y si alguna vez tengo el tamaño para hacerlo voy a estar muy estresada y dormir muy mal”.
Ideas para no aburrirse
La charla con Clarín se desarrolla en la sala de reuniones de su discográfica. Ella enseguida aprovecha el marco para hacer fotos como poderosa presidenta de una multinacional, desplegando carpetas y agarrando un vaso de whisky.

Enseguida retoma la referencia a River: “Mi objetivo es sostener lo que tengo. Obviamente también crecer para tener un poquitito más de de cintura para poder hacer todas las cosas y locuras que quiero. Pero me gusta pertenecer al lugar al que pertenezco. Veo mi crecimiento quizás en otros rubros, como quizás componer y producir para otros artistas, o meterme en el cine”.
-¿Te aburre tocar siempre en el mismo formato?
-Sí. Siempre me pasa. Y ahí es donde arranco a hacer lo siguiente. Pero esta vez, después de hacer los shows del disco anterior, me aburrí de muchas cosas a la vez y me hizo replantear muchas cosas, incluso si iba a hacer esto toda la vida.
Siento que tengo una sensibilidad que siempre estoy destinando a un solo proyecto, y de pronto me empecé a plantear que no solo iba a deformar y destruir esto, sino ver qué pasa si puedo aggiornarme, encontrar maneras de proponer algo nuevo en el rock y el sonido de la música argentina. Por eso empecé a abrirme a otro tipo de proyectos y por ahora me siento muy bien.

-El punto máximo del formato “estrella de rock” fue el show en el Luna Park, ¿no?
-Sí. Me comí ese viaje total. Fue un año donde hicimos Luna, Obras y dos Niceto en el medio, donde tocamos las canciones del disco Sexo con modelos, que no las tocaba hacía mucho. Mucho tiempo soñé con tocar en Luna. Era el lugar en el que quería tocar. Ahora quería tocar otra vez, pero no sé si lo van a tirar abajo o van a hacer un arena.
-¿Ahí fue cuando cambiaste y armaste el Dúo Set más experimental?
-Me estaba aburriendo del show y del formato. Como que ya lo había hecho y estaba segura. Cuando se vuelve así me empiezo a aburrir. Entonces decidí hacer algo que para mí fuera más creativo y un desafío. Eso fue el Dúo Set, que lo presentamos en festivales y tuve comentarios muy buenos del lado de lo creativo y lo original, ¡aunque varias personas querían escuchar las versiones originales y me querían matar!

-¿El único testimonio de ese sonido es la versión de Me vuelvo cada día más loca, con Juliana Gattas?
-Lo del tema de Celeste Carballo fue en el medio de las dos cosas. Yo venía armando mi disco cuando la gente de Spotify me lo propuso, así que les dije de hacerlo con un BPM rápido y un sonido ochentas. Les gustó y a Juliana le encantó hacerlo.
-¿Tocar con Barbi también fue para escapar del aburrimiento?
-Con ella empecé hace mucho, tipo 2017-2018, pero después empezó a agarrar más vuelo y lo disfruté mucho. Siempre me gustó tocar el bajo, pero nunca lo había hecho en vivo; solamente en grabaciones. Y los temas de Barbi me encantan. Me parece una artista increíble y su disco me vuela en la cabeza. Así que eso me dio otra perspectiva que está bueno tener, porque siempre fui líder de los proyectos y estuvo bueno no serlo. Pude ver todo desde otro lado, como entender qué presiones tenés estando atrás, además de tocar bien tu instrumento.

-Eso en lo que hizo Gustavo Cerati en 1985, cuando tocó en Fricción, la banda de Richard Coleman.
-¡No sabía que hacía eso!
-Le encantaba estar solo con su guitarra y sus pedales, sin cantar ni ser el líder.
-Es divertidísimo eso. Es donde lográs el audio más personal y donde no dependés solo de una guitarra y tu voz. Cuando aparece la producción se puede ir todo completamente a otro lado. Por eso, para mí la producción es parte de la composición también.
Polémicas con Milei y Emilia Mernes
Marilina Bertoldi no le teme a las polémicas y nunca dudó en expresar sus puntos de vista. En la época del Gardel de Oro, subrayó especialmente que, “La única mujer que ganó hace 19 años fue Mercedes Sosa. Este año se lo dieron a una lesbiana”.
A fines de octubre de 2023, cantó en el Festival Capital, en La Plata, y desde el escenario hizo referencia al ballotaje y dijo que votar por el candidato de La Libertad Avanza (LLA) era “de homofóbico, racista, clasista, misógino y sobre todo anti-Argentina”.

Y en febrero de este año, cuando estuvo en el festival Buena Vibra, en Ciudad Universitaria, mostró en las pantallas de video unas imágenes de Milei y Elon Musk, generando el clásico cantito “¡El que no salta votó a Milei!”.
Inesperadamente, hace apenas una semana protagonizó otra polémica debido al video del tema El gordo, donde aparece como una popstar muy broncerada y con gorrita, un look similar al de Emilia, cuyas fans se sintieron aludidas y la criticaron. Marilina respondió a través de su cuenta de X: “Me parece que ven la imitación y exageración como un insulto sólo cuando lo hace una mujer chiquis”.
Luego comentó en un reportaje: “Tuve contacto con las fanáticas de Emilia y son muy extremas. Me equivoqué en no analizar un poco más los códigos de cuál es cuál porque no distingo tanto”.

-En los videos das rienda suelta a tu costado más humorístico.
-Sí. Me parece que en este momento es la manera de tocar algunos temas, porque si no es un bajón. Todos los videos tienen un chistecito detrás, pero son más sutiles. Me acuerdo que para El gordo estuve mucho tiempo para escribirle a Malena Pichot. Tenía mucho miedo de que me dijera que no, pero re-sabía que el video lo tenía que hacer ella. Creo que es una persona que tiene una postura similar a la mía, y siento que lo encara de una manera muy inteligente, que es con humor.
-En las letras del nuevo disco nunca tenés el dedo índice levantado, bajando línea, sino que hay otra actitud.
-Mmmmm. Creo que me puse más No que Sí. Al hablar de ciertas temáticas, por ejemplo, no quería aburrir ni sonar a que tengo la respuesta para todo lo que está pasando. Ahí me di cuenta que de lo que quería hablar era cómo me sentía en esta época. Me parece que eso es lo más empático y sincero que puedo hacer en este momento. Puedo tender los puentes para alguien que también se siente así. Y ahí pude jugar un poco más con reírme de mí y de las situaciones. No ser tan literal, pero a la vez ser clara.
De Sunchales a Buenos Aires
Marilina Bertoldi nació en Sunchales, en la provincia de Santa Fe, y cuando terminó el colegio vino a Buenos Aires. Al hablar de aquella época dice: “No suelo mirar mucho para atrás. Me cuesta disfrutar y me cuesta estar presente, pero sí me gusta cuando la gente me habla del disco Sexo con modelos, porque siento que fue muy relevante para mucha gente de la escena con la que yo compartía”.
Y agrega: “Cuando lo saqué no solo estaba muy insegura, sino que no la pasé bien con ese disco. Fue un momento de muchos cambios y crisis. Es de las únicas cosas que miro para atrás y digo “¡Qué lindo, qué bien que hice eso!”. Porque dudé mucho el paso de hacer un disco así, jugármela y empezar a componer de esa manera. Me alegro mucho de haberlo dado”.

-¿Por qué habías venido a estudiar acá?
-Me vine a estudiar Dirección de Arte en Publicidad y no conocí a nadie. Nunca tuve esa charla con mis viejos para entender cómo me dejaron venir sola. ¡Me acuerdo cuando se fueron y me dejaron sola en el departamento! Pero para mí fue bárbaro porque necesitaba irme de mi pueblo. Necesitaba escapar, ser anónima, poder hacer mi vida y tener una identidad solo por mí, y no por ser la hermana de mi hermana, la hija de mi mamá y mi papá. En un pueblo chico se conocen todos. En el momento fue muy necesario.
-¿Arrancaste ahí mismo con hacer música o tuviste otros trabajos?
-Trabajé en otras cosas porque no estaba decidida a hacer música. Era un hobby y sentía que no lo podía hacer porque mi hermana Lula ya lo hacía. Como que dos era una locura. A los tres años de venir estaba tocando en bares, tipo acústico, pero tardé en darme cuenta que quería hacerlo. También trabajé en un kiosco.
-¿De revistas o de golosinas?
-De golosinas. Era el kiosco de un amigo en Panamericana, por Florida, medio peligroso y nada. Después hice algunas cosas de diseño gráfico, medio freelance y web. Fui aprendiendo a hacer distintas cosas, hasta que conocí a los chicos de la banda y di clases de producción vocal.

-¿Cómo ves ahora todo lo de la etapa del Gardel de Oro?
-No sé si lo pienso mucho. Dije lo que me salió. Verlo me da mucho cringe, pero estuvo bien y no me arrepiento de nada. Sí me parece que en este momento sería loco que pasara algo así, que le den un premio como el Gardel de Oro a alguien tan desconocido para el mainstream. Lo que destaco es que se lo dieron a una mina del under, nueva y desconocida total. Eso lo celebro y es un lindo recuerdo.
Después sentí un cachetazo tras otro, quizás por tener un poco más de masividad y estar muy en la luz. Creo que tenía temas que resolver internamente, pero cuando hice el disco anterior (Mojigata) dije “Ya está, esto se terminó” y no volví a pensar demasiado en esas cosas.