a 40 años del beso de Jorge Donn que escandalizó a la televisión argentina

Nunca más un pico como el de Maradona y Cannigia. Pero eso fue en 1994. Antes ya vivíamos en un mundo libre y no lo sabíamos: el beso del bailarín Jorge Donn al Polaco Goyeneche ocurrió hace 40 años y es uno de los momentos más intensos, encantadores y tiernos de la televisión argentina. Micropolítica de género, quizás haya sido el primer paso hacia la decostrucción del macho criollo. Ocurrió con el tango como protagonista.

Cordialmente era un programa de líneas conservadoras como su escenografía. Lo conducía una especie de Luis Landriscina llamado Juan Carlos Mareco. Elegante el tipo, un caballero español con pinta de tener hectáreas en la pampa húmeda. Ese día, tras el hecho consumado, Mareco no tuvo más remedio que exclamar: “Buoh”.

Lo de Donn y Goyeneche es un hito pop. Se lo puede comparar, en términos imborrables, con la pelea Mauro Viale, Alberto Samid. Si ese versus entre el conductor y el empresario cárnico marcó el inicio de la televisión chatarra, lo de Donn con Goyeneche comenzaba a darle sentido a una frase hecha: libertad de expresión.

Pensando en contexto, el cuerpo femenino, en 1985, servía para vender cualquier cosa, desde revistas, obras de teatro y televisores, como en la publicidad de Hitachi con Adriana Brodsky. Los fenómenos mediáticos tenían cuerpo de mujer.

¿Qué podías imaginar del Polaco después del beso de Donn? Mínimo, que lo iba a mandar a bailar el bolero de un piñón. Nada qué ver.

Jorge Donn -a medio camino entre Julio Bocca y Flavio Mendoza- , era un personaje que había vivido siempre en Europa. Oriundo de El Palomar, el célebre bailarín hablaba profunda y cálidamente un castellano aproximado. Era rubio, usaba pelo largo y anillos gitanos. Se había puesto seriamente de moda por su papel en Los unos y los otros, película de Claude Lelouch, premiada en Cannes, donde él se luce bailando el Bolero de Ravel.

Cordialmente salía al aire por ATC. Charlas estilo magazine donde podían cruzarse mundos distintos. El Polaco no sabía quién era Jorge Donn y Jorge Donn no sabía quién era Goyeneche, ni los hermanos Homero y Virgilio Expósito, ni Naranjo en flor.

27 de julio de 1985. Sillón de dos cuerpos, uno al lado del otro sentados ropa a ropa. Se puede ver el video en YouTube. Mareco le pregunta a Goyeneche si se quiere acercar al piano para cantar. En el piano estaba el omnipresente Maestro Mario Marzán, tal vez el músico más importante en la historia de la televisión.

“Voy a hacer un tema”, dice el Polaco. “Te va a gustar”, le comenta canyengue al bailarín. Y después, mirando a Mareco: “Sin micrófono, así nomá’”. Goyeneche llevaba una campera de jogging. Tenía 59 años que parecían 70. Como dos compañeritos de colegio que recién se conocen y comparten pupitre, Goyeneche le avisa que la canción le va a agradar. Donn, intervenido por una chalina, escuchará fumando a cámara como un Lanata.

Suena primero hay que saber sufrir, después amar, después partir. El maestro Marzán acompaña fuera de plano. El bailarín, en una vibración ácida y cerrando los ojos como si pidiera un deseo, oye el fraseo del Polaco que canta desde el sillón mientras va ganado expresividad con un revoleo de ademanes.

Viene la parte de “¿Qué le habrán hecho mis manos? ¿Qué le habrán hecho?” y Goyeneche abre su palma hacia arriba. Ahí nomás, Jorge Donn le toma la izquierda con su derecha. Fuerte se la agarra. Goyeneche disimula su sorpresa, pero en una bocanada de canción se advierte una media sonrisa nerviosa.

La cámara mete un plano corto ahí. Las manos entrelazadas que se buscan, se investigan. El Polaco se deja agarrar. Tiene las uñas barnizadas.

Era el Goyeneche que empezaba a enamorar al rock. El decidor de notas graves que templaba el garguero de consonantes. Cuando Naranjo en flor está por terminar, el bailarín hace un gesto inequívoco que incluirá mantra ecológico: “Shhh, el silencio es la palabra más linda que existe. Con esa energía que iban a gastar aplaudiendo, vayan y planten un árbol”.

Llega el pico y enseguida Jorge Donn le pasa el pulgar por la boca, como cuando te manchan la cara con rouge. En la inercia de tanta ternura, Goyeneche susurra lerdo: “Sos un fenómeno”.

“Por supuesto que me acuerdo”, nos dice el mítico Mario Marzán, el “Maestro Marzán”, como se lo conoce en el ambiente. Goyeneche murió. Donn murió. Mareco nos dejo en 2009. Marzán es hoy el único testigo presencial que queda de aquella escena de antología.

Hasta fines de los ’80, el pianista llegó a dirigir -en una misma semana- las orquestas de La Botica de Tango, de Bergara Leumann, La noche del domingo, La noche del sábado y Hoy estamos de remate, de Gerardo Sofovich, y Venga a bailar, de Sergio Velasco Ferrero.

“Todo en vivo hacíamos. Y lo de Goyeneche y Jorge Donn pasó ahí mismo, nadie lo imaginaba. Recuerdo que el Polaco fue invitado por Mareco a pasar junto al piano donde estaba yo, pero él prefirió quedarse. ¡La cara de espanto que puso Goyeneche…!”

-Se comenta que Jorge Donn estaba drogado en ese programa…

-Y, estaba medio rarito…

-¿Usted cree que eso le permitió alcanzar un nivel mayor de sensibilidad?

-Yo fui participe. Una estampida total. El Polaco no entendía nada.

-¿Sabía quién era Jorge Donn?

-No estaba muy al tanto. El Polaco y yo sí teníamos una relación linda, incluso por fuera de lo musical. No sé si sabés, pero el era hincha fanático de Platense. Yo también.

-Sabía, sí, felicitaciones por el campeonato Maestro.

-Yo lo acompañé mucho en el piano. En la Botica, Goyeneche cantaba semana por medio. Cuando ganaba Platense se ponía tan contento que me pedía que Malena, por ejemplo, pasara de Do menor a Re menor. Que subiera el registro.

-Cuénteme algo de algo de la trastienda, de lo que se originó después de aquel beso…

-No te puedo contar nada porque no pasó nada del otro mundo.

-Yo nunca hablé del beso ese con Goyeneche.

-¿A juzgar por su experiencia, aquella interpretación de “Naranjo en flor” fue especial?

-No sé si fue especial más allá de la anécdota con Jorge Donn. Igual todos sabemos que Goyeneche era único en el fraseo. El lo inventó y nadie lo pudo imitar.

-¿Mas difícil imitar al Polaco o a Gardel?

-Jajajá, mismo grado de dificultad.

El Día del Bailarín se celebra cada 28 de febrero, en honor a la fecha de nacimiento de Jorge Donn, que murió por el sida el 30 de noviembre de 1992, a los 45 años. La carrera de Roberto Goyeneche duró exactamente medio siglo. En 1944 ganó un concurso barrial. El 27 de agosto de 1994, falleció.