Entre las callecitas de Montecarlo, entre los muros que conservan las huellas del pasado, Franco Colapinto disputará por primera vez un Gran Premio de Mónaco, la carrera más emblemática de la historia de una Fórmula 1 que visitó por primera vez este lugar en 1950 y lo hizo ininterrumpidamente desde 1955, con la excepción del 2020 en el que la pandemia obligó a su suspensión. Allí, donde solo ocho argentinos lograron largar -y otro par lo intentó sin suerte- y solo dos consiguieron completar la prueba -y casualmente son los mismos que la ganaron-, el argentino que transita sus últimos días con 21 años (cumplirá los 22 el martes 27) competirá con la ilusión de repetir lo que hizo en F3 y F2, cuando teloneó a la F1: ver la bandera a cuadros.
Como en su primera temporada en Fórmula 3 (la de 2022) no hubo visita al callejero del Principado, su debut se dio en 2023 con un cuarto puesto en la carrera Sprint -cuando fue el único piloto que pudo hacer un sobrepaso-, mientras que fue sexto en la Feature. El año pasado, en una de sus últimas carreras en la F2 antes de dar el salto a Williams para las últimas nueve competencias de la temporada, quedó quinto en la carrera corta y 13° en la larga.
“El circuito lo conozco, voy con mucha confianza. Así que poco a poco y a intentar hacer algo. Mónaco es uno de los circuitos que no dependen del motor, así que seguramente vamos a estar un poquito más cerca”, contó en Imola en el contacto con la prensa argentina del que participó Clarín, donde hizo referencia a la máxima deficiencia del Alpine: la potencia de la unidad de potencia de Renault.
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— Automobile Club de Monaco (@ACM_Media) May 20, 2025
Allí donde su ídolo Ayrton Senna es el máximo ganador, con seis carreras, con las que le sacó el récord a Graham Hill, Colapinto se pondrá a prueba por segunda vez como piloto de la escudería francesa. El fin de semana pasado, en el Gran Premio de Emilia Romagna, dejó un dato muy esperanzador: en su vuelta más rápida, fue 53 milésimas más veloz que su experimentado compañero y líder del equipo, Pierre Gasly.
A días de ponerle fin a una racha de 25 años sin un argentino en la grilla de partida, el recuerdo, mientras tanto, trae los grandes nombres del automovilismo nacional: Juan Manuel Fangio y Carlos Reutemann, los únicos argentinos que fueron capaces de terminar un Gran Premio de Mónaco y también de ganarlo –el Chueco en 1950 y 1957 y el Lole en 1980- a lo largo de estas 70 ediciones.
Del primer ganador de la historia al último que participó: ¿qué pasó con los argentinos en el GP de Mónaco de la F1 entre 1950 y 2000?
El 21 de mayo de 1950, la F1 disputó la segunda carrera de su historia y lo hizo en el glamoroso Principado de Mónaco. Y el protagonista fue Juan Manuel Fangio, el piloto argentino que dejaría luego su marca en la categoría reina del automovilismo mundial. Si bien no era el favorito a llevarse la victoria -ese lugar lo ocupaba su compañero de Alfa Romeo, el italiano Giuseppe Farina-, el balcarceño ganó gracias a su instinto y a una pequeña ayuda del mar.
Tras ser el más rápido en la clasificación, salió de la pole con ventaja aunque Farina, desde el segundo cajón, lo persiguió hasta la curva Bureau de Tabac, donde por el mar embravecido el asfalto estaba mojado a la derecha, el italiano perdió el control de su auto y quedó atravesado en la pista. Tras completar la vuelta, cuando está llegando nuevamente a la zona del accidente a toda velocidad -su velocímetro marcaba 160 km/h-, Fangio se percató de que los espectadores no lo miraban a él sino más adelante y pisó el freno en la curva de Tabac, donde logró colarse entre autos destrozados para luego encaminarse hacia la victoria.
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El argentino festejó en el Gran Premio de Mónaco de 1950.
Justamente, en esa carrera tan accidentada que apenas tuvo siete coches cruzando la meta, José Froilán González -con una Maserati de la Scuderia Achille Varzi- fue uno de los 12 pilotos que abandonaron. El arrecifeño había hecho un gran papel en la clasificación, en la que terminó tercero detrás de Fangio y Farina. Pero su auto resultó muy dañado por el choque que desencadenó el italiano en la primera vuelta. Aunque no se quedó en ese momento e intentó dar un giro más, quien luego fue el primer ganador con una Ferrari (GP de Gran Bretaña de 1951) su auto se prendió fuego y salió de ahí con algunas quemaduras.
La ausencia de Mónaco en el calendario hasta 1955 provocó que Pepe no volviera a correr allí. Pero sí lo hizo Fangio. En 1955, el Chueco compartió la cita con Roberto Mieres, quien con una Maserati abandonó tras 64 vueltas, 15 más de las que dio el oriundo de Balcarce, que volvió a correr en 1956, cuando quedó segundo con la Ferrari, y en 1957, año de su otra victoria, esta vez con Maserati.
Aquel 19 de mayo del año en el que obtuvo su quinto y último título, Fangio aventajó por 25 segundos al británico Tony Brooks (Vanwall) y por dos vueltas a su compañero de equipo, el estadounidense Masten Gregory. No estuvo solo tampoco: Carlos Menditeguy, recordado por su affaire con Brigitte Bardot y por destacarse no solo como piloto sino también como polista, golfista y tenista, entre otras actividades que practicaba, abandonó en la vuelta 51, a bordo de una Maserati de la Officine Alfieri Maserati.
Después de esa exitosa década del ’50, el siguiente argentino en la Máxima que corrió en el Principado fue Carlos Alberto Reutemann, dueño de tres podios, entre ellos la victoria de 1980 bajo la lluvia, en sus nueve participaciones consecutivas. Si bien la aventura comenzó con los abandonos de 1973 y 1974 -ambos con Brabham-, en 1977 logró su primer podio al ser tercero con la Ferrari, lo que repitió en 1979 con el Lotus hasta ese 18 de mayo de 1980 de la proeza.

Reutemann largó desde la posición de escolta en un arranque accidentado por el despiste del irlandés Derek Daly (Tyrrell), quien quedó fuera de carrera rápidamente, volando por encima de Jean Pierre Jarier (Tyrrell), Alain Prost (McLaren) y Bruno Giacomelli (Alfa Romeo). Con la calma que siempre caracterizó al piloto argentino, Lole tuvo una estrategia clara: se tomó la carrera con cautela y empezó a avanzar por la desgracia ajena. Tanto que pasó a ser segundo cuando abandonó Jones por la rotura del diferencial de su Williams y luego heredó la punta por el accidente de Pironi contra el guard-rail a la salida de la curva del Casino. “Patinó en la lluvia”, explicó el Lole, que manejó las últimas 20 vueltas con extremo cuidado.
El siguiente argentino en la historia del Principado fue Oscar Larrauri en 1988, una temporada con preclasificación. Con un Eurobrun, logró entrar en la grilla de partida de ocho Grandes Premios, entre ellos el de Mónaco. Hizo un gran trabajo bajo la lluvia, que le permitió clasificar 18° -mientras su compañero de equipo, Stefano Módena, no lograba meterse entre los 26 de la final-, aunque en la carrera abandonó en la vuelta 14. “Clasifiqué producto de tanta experiencia en esa pista, donde había corrido y salido segundo con la Fórmula 3. La tenía muy estudiada y me favoreció mucho”, recordó en una entrevista con Clarín hace un tiempo.

Pasaron diez años hasta la presencia de un nuevo compatriota: Esteban Tuero llegó por casualidad a esa cita del 24 de mayo de 1998 porque un día antes quien comenzó la temporada en Minardi como el tercer piloto más joven en competir en la F1 (19 años y 320 días) se quedó dormido en el hotel. “Iba de Niza al circuito. Y no sonó el despertador. Me suena el celular y era Minardi y me dice ‘¡Esteban! ¿Dónde estás? ¡En media hora salís a pista!’. No entendía nada. Tenía que estar una hora y media antes en el circuito y me desesperé. Encima sobre la hora del inicio de actividad siempre se genera un embotellamiento en Montecarlo. Me paró la policía y con mi inglés malo le expliqué que era piloto de F1. Me escoltaron y me abrieron el tránsito. Llegamos y escuché los autos de F1 girar… Me quería morir. Llegué y resulta que me pusieron gomas nuevas y pude ser 12º o 13º y pude calmar el clima del equipo”, contó luego. El domingo, sin embargo, su carrera duró menos de un kilómetro, tras chocar en la subida de Beau Rivage.
El último antes de Colapinto, en tanto, fue Gastón Mazzacane, que también abandonó con un Minardi aunque en la vuelta 22, el 4 de junio de 2000. El platense le dijo a la prensa que le parecía que estaba a punto “de hacer la mejor carrera” del año antes de chocar contra un guard rail en la curva de Sainte Dévote. “Estaba alargando al máximo las frenadas. Y en esa curva el auto se fue de largo por un retraso en el cambio de marcha y lamentablemente la carrera terminó para mí”, explicó.

Si bien estos fueron los ocho que lograron largar un GP de Mónaco, el día de los históricos triunfos de Fangio (1950) y Reutemann (1980), otros dos pilotos argentinos lo intentaron: Alfredo Pián y Ricardo Zunino, respectivamente. Con un Maserati de la Scuderia Achille Varzi, el oriundo de Las Rosas hizo un trompo al pisar aceite que habían perdido otros competidores y se fracturó el peroné durante los entrenamientos del sábado. Mientras que el sanjuanino, con un Brabham del Parmalat Racing Team fue espectador de la clase de conducción del Lole bajo la lluvia porque no se clasificó: entraban 20 y él quedó 25.