“¿Gómez es el pelado bajito o el morocho grandote?”. La pregunta se la han formulado muchísimos simpatizantes (y algunos todavía se la formulan) al ver vociferando y gesticulando junto a la línea lateral de cualquier cancha a los integrantes de la dupla técnica que conduce al sorprendente Platense, clasificado a las semifinales del Torneo Apertura. Porque la carrera de Sergio Omar Gómez, el morocho grandote, siempre estuvo vinculada a la de Favio Leandro Orsi, el pelado bajito. Antes de que sus caminos se cruzaran, hace poco más de una década, el más joven del binomio recorrió un intenso camino en el mundillo del fútbol.
“Nunca abandones un sueño sin darle la oportunidad de convertirse en realidad”, dice la biografía de Gómez en su cuenta de Instagram. La frase, que también está tatuada en su pecho, estaba tallada en un trozo de madera que su madre le regaló y que había traído desde Santiago del Estero, la provincia en que había nacido, en el último viaje que realizó antes de su muerte.
Su madre era quien cocinaba el pan casero, las rosquitas y los pastelitos que el Negro, criado en el barrio San Antonio de Grand Bourg (donde fue asesinado uno de sus hermanos), vendía a bordo de su bicicleta para aportar a la economía familiar. A los 12 años y junto a dos amigos del barrio, se fue a probar a Platense, el club que marcó su vida y en el que hoy disfruta de un presente de ensueño.
“Caminaba 16 cuadras hasta la estación de (Pablo) Nogués, tomaba el tren, bajaba en la estación Padilla y caminaba otras 22 cuadras hasta Parque Sarmiento. Eso lo hice hasta que apareció un mago, un dirigente, Luis Acosta, que me acompañaba todos los lunes y tenía una carnicería. Me daba mercadería para que yo pudiera seguir jugando al fútbol. Eso fue Platense para mí. Me ayudó a salir del lugar donde me encontraba y me dio la posibilidad de jugar al fútbol en Primera División”, contó en una entrevista en marzo de 2024.
Gómez, que se desempeñaba entonces como mediocampista central o por la derecha, fue trepando en las Inferiores del Calamar hasta llegar a Primera en 2001. “Yo no jugaba mal. Cuando jugaba de cinco, me agarraba el Toto (Roberto) García y me decía: ‘Nene, vos recuperá y dámela a mí, vos no lances’. Yo era lento para pensar. Entonces me fueron tirando para atrás, jugué de dos y de seis”, recordó hace algunas semanas.

De Platense se fue en 2003. Desde entonces y ya afianzado como zaguero central, siguió su carrera en clubes de distintas categorías del fútbol de ascenso como Villa Dálmine, San Miguel, Acassuso, Fénix, Leandro N. Alem y Dock Sud. “Ahí me hice rústico, maldito. Si viera un video ahora, me avergonzaría de las cosas que hacía”, reconoció.
Mientras quemaba sus últimos cartuchos dentro de la cancha, poco después de haber cruzado la frontera de los 30 años, comenzó el curso de entrenador. En ese momento, también vendía ropa para poder solventar sus gastos. Y también en ese tiempo conoció a Favio Orsi, quien era ocho años mayor (hoy tienen 51 y 43), también se había formado como futbolista en Platense y se había retirado prematuramente por una lesión de rodilla. La conexión entre ambos fue inmediata.
“Venimos de situaciones económicas totalmente diferentes. Él fue un hermano mayor porque sin él, no sé qué hubiese hecho. Me invitaba a comer, me llevaba de un lado a otro, era mi chofer, me compraba ropa. Yo le agradezco a Dios porque cruzó a gente como Favio en mi camino”, afirmó Gómez sobre su colega y amigo.
Efectivamente, Orsi encabezaba entonces un emprendimiento comercial que le permitía tener una vida más holgada y dirigía a Pilar FC en la Liga Escobarense. Pero en 2012 optó por unirse a Gómez para trabajar como ayudantes de Oscar Santángelo en Fénix. El 30 de abril de 2013, luego de la renuncia de Santángelo, se hicieron cargo del plantel a cinco fechas del final del torneo de la Primera C. Su primer encuentro como dupla técnica fue el 3 de mayo, cuando el Águila perdió 2 a 0 ante Sportivo Dock Sud en el Estadio de los Inmigrantes.

Con apenas nueve partidos de labor, la nueva dupla técnica guió al ascenso al conjunto blanquinegro, que ganó el cuadrangular que otorgaba el segundo boleto a la Primera B (el primero había sido para el campeón, UAI Urquiza) superando a Deportivo Laferrere en las semifinales y a Deportivo Español en la final. En esos días, la madre de Gómez estaba atravesando la última etapa de una enfermedad terminal.
“En la última charla, les dije a los jugadores que les estaba agradecido y que dependía de ellos porque quería ascender y que mi mamá me viera dar la vuelta con sus nietos de la mano. Sabía que iba a ser lo último que iba a ver y que iba a poder irse feliz y tranquila. Y fue tal como lo había imaginado”, contó el DT. El 29 de junio de 2013, Fénix derrotó 2 a 1 a Deportivo Español en el Estadio España (habían empatado 1 a 1 en el encuentro de ida) y logró el ascenso. Solo unas semanas después, la madre de Gómez falleció.
El dúo continuó una temporada más en Fénix, al que llevaron hasta el Reducido de la Primera B. Luego trabajaron un año en Deportivo Español y a mediados de 2015 tomaron las riendas de Flandria. Al igual que lo habían hecho con Fénix, también consumaron un ascenso histórico con el Canario, al que condujeron a la Primera Nacional por primera vez tras quedarse con el torneo de la Primera B en 2016.

Gómez y Orsi permanecieron dos temporadas más en el club de Jáuregui: en la primera, lograron mantenerlo en la segunda división del fútbol argentino; en la segunda, no consiguieron eludir el descenso. Ello no evitó que pudieran seguir trabajando en la categoría: lo hicieron primero en Almagro, luego en San Martín de Tucumán y finalmente en Ferro.
Con el Santo parecían encaminados a una final por el ascenso cuando la pandemia de covid-19 forzó la puesta en pausa de todas las actividades deportivas. Luego la Asociación del Fútbol Argentino reconfiguró ese certamen y, cuando se reinició, el conjunto tucumano no logró rendir como antes. Durante el parate forzado por la pandemia, Gómez regresó a Buenos Aires y varias veces se acercó a colaborar en la olla comunitaria que se hacía en San Antonio, su barrio.
También en Ferro, la dupla coqueteó con el ascenso. El equipo de Caballito terminó segundo en su zona, a solo un punto de Barracas Central, y luego llegó hasta las semifinales del Reducido. En esa instancia, cayó ante Quilmes luego de perder 1 a 0 en el desquite (habían empatado 1 a 1 en la ida) en un partido tan discutido como recordado por los hinchas del Verde. Ese encuentro, el 13 de diciembre de 2021 en el Estadio Centenario, fue el último que Gómez y Orsi dirigieron en un torneo de ascenso.

Luego llegaron las experiencias en Primera División, primero en Godoy Cruz y luego en Atlético Tucumán, en ambos casos con campañas irregulares. Desde febrero de 2024, la dupla trabaja en Platense, el equipo sensación del Torneo Apertura, que eliminó a Racing en el Presidente Perón y a River en el Monumental, y que el domingo visitará a San Lorenzo en el Pedro Bidegain para dar un paso más en el camino a su primer título en la Primera División. “Somos un equipo con hambre que trata de hacer algo que todavía no pudo lograr nadie”, afirmó Gómez tras el batacazo en Núñez.