No siempre la magia está en que una niña sueñe ser una princesa de Disney, sino que una princesa de Disney no se olvide de lo que soñaba cuando era una niña. Albana Fuentes tiene 25 años y fue la elegida para Interpretar a Ariel en el musical de La Sirenita que el 5 de junio estrena nada más y nada menos que en el Gran Rex, con un elenco que reúne a Osvaldo Laport, José María Listorti y Evelyn Botto, entre otros.
Será el debut de Albana Fuentes, actriz y cantante, como profesional y le toca “apenas” interpretar a uno de los personajes más icónicos para varias generaciones, en la versión de la película animada de 1989. Sin experiencia previa en los grandes escenarios y sin venir de una familia de artistas, la chica de Villa Crespo superó un proceso de selección de 1723 aspirantes a puro talento y sacrificio.
“Siempre amé la música, pero de chica era tan vergonzosa que me encerraba para cantar canciones de Adele, Demi Lovato o Justin Bieber. Si alguien se acercaba, apagaba todo”, revela Albana, en charla con Clarín, con una sonrisa soñada y una timidez que pareciera no acusar recibo de su rostro gigante en plena Calle Corrientes.
La historia de Albana es increíble en muchos sentidos. Hace apenas tres años atendía una librería y estudiaba programación y fonoaudiología. La música y la actuación siempre le gustaron. Incluso quiso aprender a tocar un instrumento cuando todavía no sabía leer y escribir.
A los 11 años se enamoró del formato del musical cuando con su familia fue a ver La novicia rebelde. Ya en la adolescencia entro a la escuela de Marisol Otero, a quien considera su “gran mentora y guía en este camino”.
Aunque ya se destacaba en las artes escénicas y el canto, cuando terminó el secundario se alejó un poco de ese sueño “sentía que ya estaba grande para eso”, admite. Ahí es cuando aparece su librería e intenta con carreras universitarias. “Me gustaba mucho, pero era un poco era soñar con lo más posible. Con lo que uno ve más cercano, y el arte lo sentía lejano”
Cuando la librería cerró (y después de una charla con su mamá), decidió retomar aquel proyecto que iluminó sus pupilas y su corazón a los 11. “Con 22 años y una pequeña gran crisis decidí entrar en el Instituto Argentino de Musicales (IAM) que dirigen Ricky Pashkus y Fernando Dente”

Sin conocer el oficio empezó a hacer casting. “Aprendí que tan importante como el estudio es salir a la calle y audicionar”. Cuenta que en algunos proyectos quedó muy cerca y aunque no fuera elegida, llegar tan lejos le hizo entender que “podía soñar con más”.
Ahora confirmada en un papel protagónico que promete romper todo en las vacaciones de invierno, la joven porteña recuerda aquella niña que elegía la soledad para cantar por vergüenza y sonríe. “Le debo mucho a esa “Albi”, este sueño es de las dos”, asegura.
Su cara en la gigantografía
-Volviste al escenario en el que hiciste la última audición, ya no como Albana. sino como Ariel ¿Como estás con todo eso?
-Uff, mil sensaciones atravesadas. Feliz, nerviosa, ansiosa y lo que te imagines. Como dijiste, hicimos la prueba de sonido en el escenario y cantamos. Fue todo emoción. Es muy loco pensar que ahora ya subí siendo Ariel. Ya no son más pruebas. ¡Ya soy yo! Veo todo el proceso y como se acercan los días para el estreno y siento que ya falta nada. Es un montón. Siento una felicidad que me atraviesa todo el cuerpo.

-¿Qué pasa en la cabeza de una chica de 25 años que hace un par de años estaba estudiando programación y atendía una librería y de repente camina por Calle Corrientes y ve su foto gigante protagonizando una de las historias más icónicas de Disney?
-Es muy loco, nunca me imaginé esto. Cruzar la avenida 9 de Julio y empezar a ver mi cara que me está mirando de frente (sonríe entre tímida y sorprendida), no puede ser real.
El otro día estaba viendo mis archivos de historias de Instagram y me encontré en el local, armando pedidos. Y me encantaba, no es que me quejo de eso, pero hoy mi vida es completamente diferente. Hubo muchas de efecto mariposa, ¿no? De todo lo que llevó a que hoy yo pueda estar viviendo este sueño. Siento que nadie se atreve a soñar algo tan grande. Y más cuando en toda mi vida siempre me resguardé, un poco para no desilusionarme después.
Realmente no creía poder llegar a tener el nivel que requería estar acá. Yo todo el tiempo pensaba, “Estoy tarde”. O sea, estoy tarde, empecé a estudiar tarde. Y tenía 15 años, no era tarde, pero por ahí había chicas que habían empezado mucho antes. Hay como una presión social de que todo sea instantáneo.
La subjetividad del tiempo

-Qué locura que alguien de menos de 25 años crea que para algún sueño ya es tarde…
-Es que ves que hay gente que estudia danza y canto desde que tiene 3 años. Yo pensaba que mi tiempo se había pasado, entonces todo el tiempo era como buscar, agarrarme de otra cosa. Todas cosas que amo y que me encantan, yo a mi librería la amaba con todo mi ser, pero además lo veía mas tangible.
-Claramente esa foto gigante a dos pasos del obelisco dice que no era tarde.
-Lo hablé mucho con mi psicóloga, que me sentía que estaba tarde todo el tiempo. Que si no quedo en un casting antes de tal edad, sino hago tal cosa en tal momento. Es sentir que el tiempo me persigue. Un delirio, porque es correr una carrera contra algo que nadie puede manejar. Tampoco depende de mí quedar en una audición al 100%. Entonces, me estoy pidiendo a mí algo que no está en mi poder tampoco.

-Bueno, pero sí estuvo en tu poder hacerte cargo de lo que querías hacer…
-Sí, eso sí. Me costó años, hacerme cargo, pero me lo agradezco todo el tiempo. Todo lo que me propuse hacer lo hice. Como en su momento quería estudiar Programación, me metí un colegio técnico a los 12 años, estudié para recibirme de técnica en informática, me metí al CBC, me fue mal, pero lo hice.
Y ni hablar de este proceso de hacerme cargo también de querer ser actriz y ser cantante. Pero además La Sirenita era específicamente con lo que soñaba y acá estoy. Es una historia tan hermosa que hubiese sido feliz siendo el alga 23. Esto ya es indescriptible.
-¿Cómo te llevas con el agua y el nado?
-Otra cosa increíble. Hace tres meses me tiraba al mar tapándome la nariz. Me encanta, pero venia una ola y me tapaba la nariz. Hace un mes tuvimos que hacer los videos de promoción de La Sirenita y tenía que actuar abajo del agua, o sea, no había manera de hacerlo como antes. Hubo que aprender eso.
Otra cosa, yo le tengo mucho miedo a las alturas y acá estoy colgada a 50 metros del piso. Cuando pasan esas cosas, al termina el día y digo: ¿Qué estoy haciendo?

-¿Podés disfrutar este proceso?
-Muchísimo, muchísimo. Pero es eso que decías como de hacerse cargo. Y mi vida fue tan cambiante hasta que encontré este camino. No sé si me lo encontré, pero me hice cargo de lo que quería hacer y es re loco ver a Albi de hace un par de años, que estaba en otro canal y hoy parada arriba del escenario del Gran Rex. Era un sueño que ni siquiera podía pensarlo, no me atrevía ni a pedir.
Los consejos de Laport y debutar en la cúspide
-¿Cuánto te ayuda en esto que estamos hablando compartir escenario con personas con la trayectoria como Osvaldo Laport y José María Listorti?
-Muchísimo. Son ídolos, tremendos actores y además son las personas más sencillas del mundo. Yo los veía inalcanzables en la televisión y de repente vienen y me abrazan. Y no sólo ellos, todos me preguntan cómo estoy, me cuidan. Yo soy muy exigente conmigo, y el director me dice “el error dura lo que dura el error”. Me tienen paciencia y hacen que todo fluya.
Pero en cuanto a ellos dos, Osvaldo es el ser más a tierra que existe, y José también. José María todo el tiempo me dice: “Esto es de acá para abajo.” O sea, no hay más arriba que protagonizar una pieza de Disney en el Gran Rex. Entonces es “disfrútalo porque te tocó empezar de la mejor manera”.

-Tu primer trabajo profesional es protagonizar una historia de Disney, es casi como debutar en primera jugando la final del mundo.
-(Risas) Es que es así. A mi primera experiencia como actriz profesional, se le suma el desafío de ser una de las princesas más icónicas de Disney, y protagonizarlo en el teatro Gran Rex o estar cantando a 50 metros de altura. Es mucha la información para alguien que es su debut. Entonces es como es avasallante, pero es disfrutable en todos los sentidos, muy hermoso. Nunca fui tan feliz en mi vida.
Y yo re valoro que hayan tenido esa confianza en mí. Tanto del equipo de dirección y de producción. No sé qué vieron, pero algo vieron y tuvieron ese voto de confianza al elegirme, porque yo no era nadie para ellos. No había trabajado nunca con ellos, no había audicionado nunca para ellos. No conocía a ninguno.
-¿Cómo fue el día que llegaste a tu casa y dijiste “Hola, soy Ariel”?
-No llegué a mi casa. Me citaron a la audición en donde me dijeron que era Ariel, me lloré la vida. Mi mamá estaba cerca con mi hermano. Me quisieron acompañar porque mi mamá tenía que hacer trámites por ahí.
-¿Ya ellos sabían que era la última instancia?
-No sabíamos si era la última, pero si ya estábamos bastante avanzados. Por eso me dijeron, “Te acompañamos.” Yo les dije que no era necesario, pero ellos insistieron. Cuando me avisan que fui elegida, empiezo a llamar a mi mamá llorando y no se entendía nada. Me pregunta: “¿Qué te pasó?”, “¿Estás bien?” y vienen sin entender. Cuando llegan, yo les voy a decir, y salen las cámaras y todos aplauden. Fue como ok, quedaste. Eso salió el buenísimo. Otra cosa, ese mismo día fui a la facultad y no podía decir nada

-¿Cómo que fuiste a la facultad ese día?
-¡Sí! (Risas)Era la última semana de clases de la carrera, y no me la quería perder. Así que esa misma tarde fui a la facultad. Me senté en la clase pero, era imposible pensar en otra cosa. Estaba en el salón y todos mis compañeros me miraban. Sabían que venía de audicionar y yo no les decía nada, porque no podía. Solo les decía que me había ido bien, pero yo ¡ya tenía el protagónico! Miraba un punto fijo totalmente ida, tratando de entender. Solo les decía que había que esperar.
Cuando llegué a mi casa la noche, nos sentamos los tres, con mi mamá, mi hermano y yo, pedimos comida, miramos La Sirenita, la original y lloramos toda la película. Cuando les conté a mis amigos no podían entender cómo me había aguantado
Video
Se confirmó quién será la actriz de La Sirenita en el Teatro Gran Rex.
-¿Recordás cuando viste la película por primera vez?
-La verdad que no, pero sí sé que siempre fue mi princesa favorita. Y si me acuerdo cuando hace un par de años estrenaron la nueva versión y la vine a ver al cine. En mis historias de instagram me saqué una foto con un montón de filtros de Ariel y había hecho un “screenshot” de esa foto y abajo había puesto “Este momento lo esperé desde hace años”. Eso lo vi justo la noche anterior a ir a audicionar, por primera vez en octubre Y fue como una señal enorme. Para mí todo es una señal.
-¿Cuál crees que fue el camino para que tanto no te pase por arriba?
-Creo que tomármelo de a poco. Si en el momento en que me eligieron hubiese caído del todo que iba a ser Ariel, no me levantaba más, pero todo fue paulatino. Día a día. Y obvio mis compañeros, que me ayudaron a absorber todo de a sorbitos digamos. Pero además de vivirlo como un juego. Yo siempre fui una nena que nunca se permitía jugar. Muy estructurada, medio Mafalda, demasiado consciente del mundo adulto. Era como muy madura de muy chica y acá me permito jugar. Devolverle algo a la niña que fui.
Me pasó que terminé de cantar una canción y José María me dijo, “Mira para atrás.” y vi la pantalla y me desarmé. O sea, es como jugar todo el tiempo y es también hacer muy feliz a una niña que fue muy estructurada en su momento.

-¿Qué le dirías a esa “Albi” que se encerraba en su cuarto a cantar por vergüenza o que hace unos años atendía una librería en plena pandemia?
-Que se anime. Que no le dé mucha bola al resto, porque cada camino es propio y está armado con la mirada de cada uno. Que si sube un video cantando no le dé tanta bola a alguien que comenta “horrible” o no sé qué. Que se quede tranquila que a la larga va a estar todo bien, que las tormentas no son eternas y atrás espera el sol.