Solía llevar una vida tranquila en un rancho en Connecticut que le compró a Paul Simon. Ahora Richard Gere es residente de Madrid, adonde se mudó en noviembre con su esposa española y sus dos hijos pequeños. “Alexandra vivió 7 años conmigo en los Estados Unidos y ahora yo le quiero devolver el favor viviendo otros 7 en España para que esté cerca de sus familiares y amigos” contó en los talk shows más importantes, porque justo le tocó promocionar en esa época lo que iba a ser su debut televisivo.
“Son tiempos oscuros en USA y está bueno buscar la luz”, le dijo Richard Gere (75) a The Hollywood Reporter. Sin embargo, a pesar de sus críticas a medidas de la administración Trump como la de cortar la comida en las escuelas, aclaró que su mudanza no era por motivos políticos y que no piensa desconectarse del proceso social y político en su país.
En diciembre, a los 75 años, Richard Gere debutó en la TV del streaming, en The Agency, por Paramount+. Él es de otra era, explica, de cuando se discriminaba al género y el que hacía cine no quería hacer televisión. Hoy le toca convivir con esta realidad en la que las series se filman como si fueran películas, Igual o mejor, se asombra.
En la primera temporada de la serie de espionaje -se viene una segunda-, le toca interpretar al jefe de las oficinas de la CIA en Londres, un personaje complejo que fue agente encubierto y debe manejar el destino de otro ex agente encubierto (Michael Fassbender) y que puede llevarlo a quedar nominado para un Emmy como actor de reparto.
Le gusta cómo están escritos los guiones, que haya un set montado en Londres, tener un buen director de cine y que la serie esté basada en una francesa, Le Bureau, que solía mirar con Alejandra Silva cuando recién empezaban a conocerse. Terminarían casándose en 2018.
El actor de American Gigoló es más bien reservado, dice no estar interesado en ver su trabajo en cámara. “Ni siquiera me gusta mirarme al espejo”, reconoce.
Budista desde los 22 años, después de una aparente crisis existencial, Richard Gere se encontró por primera con el Dalai Lama en 1981. Lleva cuatro décadas como su discípulo y su representante. Parece que Su Santidad, como lo llama, le enseñó que ser actor no es frívolo, es simplemente un trabajo. Que así como el suyo era ser el Dalai Lama, el de su alumno era ser (un famoso) actor de Hollywood.
La fama, explicó en abril en un festival del cine en Barcelona donde mostró el documental Sabiduría y Felicidad, que produjo con las enseñanzas de su maestro, le ha servido para abrirle puertas al famoso monje, exiliado desde 1959 cuando Tibet fue ocupado por China. ”La gente piensa que Hollywood es un lugar muy especial, pero en realidad es sólo gente que trabaja”, le dijo a los periodistas que cubrieron el evento.
El Dalai Lama junto al gobierno tibetano en el exilio viven en la ciudad india de Dharamsala, rodeados por bosques de cedros, cerca del Himalaya, adonde estuvo hace poco Gere de visita y aprovechó a agradecerle a los tibetanos por sus oraciones.
El año pasado tuvo una cirugía complicada y aparentemente los tibetanos rezaron por él. “Les agradezco sus oraciones y sus pensamientos, gracias a ellos estoy hoy recuperado, fuerte, dispuesto a seguir luchando por Su Santidad y la independencia de su país”.
Todo es relativo, dice Gere. Hoy sos rico, mañana sos pobre, hoy sos famoso, mañana no te conoce nadie.
No es su caso, todavía. Coincidió con el lanzamiento de su serie que se cumplieran 35 años del filme Mujer Bonita y volvieran a inundarlo con preguntas.
Esta vez contó como fue su primer encuentro laboral con la novata Julia Roberts, que venía de filmar su primera película, Un pedazo de cielo, y ahora estaba sentada enfrente suyo.
Justo lo llamó el director Gary Marshall para preguntarle si ya estaba decidido a participar del filme que se convertiría en icónico. Dice Gere que entonces Julia escribió algo en su cuaderno y se lo mostró: “Por favor, decí que sí”.