A un mes de que el Hospital Italiano de La Plata denunciara ante la ANMAT la muerte de pacientes que habían recibido fentanilo contaminado y en horas en que el Instituto Malbrán detectó una tercera bacteria en los medicamentos de producidos por laboratorios Ramallo y HLB, la causa judicial se complejiza tanto que empieza a tomar la forma de un deforme y oscuro prisma.
Son demasiados los frentes por los que entrar al tema, entre los intrincados negocios y el turbio historial de los responsables de esas compañías farmacéuticas, el rol de la ANMAT (organismo de control que -todo indica- “durmió” en esta situación), y un asunto que ahora se destaca por representar un impensado obstáculo en la investigación judicial, provocado por el delay entre las muertes y su judicialización.
Al cierre de estas líneas, la última novedad había sido que en el Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas (INEI-ANLIS) confirmó, a partir de muestras de fentanilo analizadas, la presencia de una tercera bacteria (de difícil detección por los métodos tradicionales) llamada Klebsiella variicola, una variante de la ya informada para esta droga Klebsiella pneumoniae, que se suma a Ralstonia pickettii. La gravedad del tema se puede definir en pocas palabras. Las cepas halladas son resistentes a entre 14 y 16 tipos de antibióticos o antimicrobianos.
Por lo pronto, el Juzgado Federal Nº3 de La Plata debe determinar cuántas fueron y quiénes son las víctimas, pero, aunque podría parecer que esta información debería ser archiconocida a esta altura, no lo es. Es que ya de por sí era casi un imposible determinar, post-mortem, si quienes estuvieron en terapia intensiva por algún tema de salud grave, murieron “por” la infección bacteriana que les causó el fentanilo contaminado o en cambio “con” esa infección bacteriana. A ese problema se suma otro que enrosca todavía más todo el asunto. Es el problema de los tiempos.
Antes de detallarlo, un paréntesis para recordar que el número de pacientes en terapia intensiva que en los cientos de centros de salud del país pudieron haber recibido fentanilo infiltrado con las bacterias en cuestión es, por ahora, indeterminado.
La ANMAT ordenó hace dos semanas el retiro de todos los medicamentos fabricados por los laboratorios Ramallo y HLB (el primero es proveedor del segundo), pero -como informó este medio en varias oportunidades- fue una indicación tardía: como organismo de control de medicamentos en el país, la ANMAT conocía a fondo la tendencia de esas compañías a incurrir seguido (y sin sutilezas) en lo que en el sector llaman “malas prácticas de fabricación” y, sin embargo, no ordenó retirar del mercado los productos de esos fabricantes a tiempo. Es un tema por el que Clarín consultó al organismo en varias oportunidades, pero no se dio ninguna respuesta.
Se entiende que esas demoras generaron un terreno propicio para que la historia termine del peor modo: al menos 18 infectados en La Plata, de los que fallecieron 15; más un fallecido en la localidad de Balcarce, más al menos un infectado extra en otro centro de salud del gran Buenos Aires, y alguno adicional (a confirmar) en Neuquén; más un fallecido en CABA; más un número importante (indeterminado por ahora) de infectados en Santa Fe donde habrían ocurrido 17 muertes más, si lo confirma la investigación que, luego de algunas marchas y contramarchas de la ministra de Salud provincial a la hora de atribuir las muertes al fentanilo, lleva adelante esa jurisdicción. Total de presuntas muertes que podrían ser atribuibles al fentanilo, 34. Total de muertes confirmadas por fentanilo: 15.
Por duro que suene decirlo, estas cifras son “demasiado” en términos humanos, pero saben a poco, considerando la geometría gigantesca del problema. Cada lote de fentanilo tiene 154.000 ampollas. Se sabe que al menos tres lotes estaban contaminados. De uno de esos lotes, este medio no pudo confirmar la fecha de fabricación, pero se puede estimar que el lote anterior y el posterior (de la misma tanda o “campaña”, como dicen en el mundo farma) podrían estar infectados. Los otros dos lotes de fentanilo contaminado fueron producidos en diciembre de 2024. Hay pacientes que pudieron haberse infectado y curado o infectado y muerto en enero, en febrero, en marzo… Sólo conocimos casos recientes: de abril y mayo.
Clarín pudo confirmar que al menos la mitad de las provincias, además del PAMI y los hospitales nacionales abrieron licitaciones en las que ganó HLB. Esta semana, el juez Ernesto Kreplak ordenó a la ANMAT que le exija a las provincias entregar listas con detalles de los lotes de fentanilo que hubieran detectado. Al cierre de esta nota hubo novedades en este sentido.
Se pudo confirmar que cuatro centros de salud y una farmacia de Neuquén habían adquirido ampollas de uno de los lotes infectados. En tanto, Entre Ríos tenía lotes de fentanilo de HLB (en Villaguay) que no son los cuestionados por ahora. Y Salta había tenido un lote, pero no le quedaban más ampollas.
Por otro lado, tres ciudades de Chubut (Comodoro Rivadavia, Trelew y Esquel), más La Pampa, San Juan y Tierra del Fuego confirmaron no tener fentanilo de esa firma. El resto del país adeuda su informe.
El laberinto del fentanilo contaminado
Volviendo a las víctimas y la investigación, el gran problema es que muchas familias cuyos parientes murieron recientemente en terapia intensiva por una neumonía causada por una bacteria resistente a los antibióticos que los infectó repentinamente, ni siquiera llegaron a enterarse del tema “fentanilo contaminado”.
Sea hace días o el mes pasado, sea o hace dos meses o tres meses, o cuatro o cinco, esas personas quizás decidieron cremar a su familiar muerto. Sin saberlo, se desprendieron de una prueba fundamental para la investigación, que en cambio ofrecería la posibilidad de hacer una autopsia de los restos humanos. De hecho, pudo saber este diario, en ocho pacientes de los que están siendo analizados los familiares optaron por la cremación.
En muchos casos, será muy difícil llegar a una veredicto concluyente sobre la causa real de los fallecimientos. Pero, remarcan en el juzgado, tampoco es inútil compartir públicamente esta dificultad de la investigación, ya que podría haber familiares de pacientes muy recientemente fallecidos que estén a tiempo de acercarse a la Justicia y evitar la cremación, al menos por un tiempo.
Por eso, piden a quienes tengan algún tipo de duda respecto de la muerte de un familiar con una infección hospitalaria, que se contacten con el juzgado que lleva adelante la causa. En principio, si ese fallecimiento se produjo a partir de enero, porque los lotes deficientes de fentanilo fueron producidos en diciembre. Al presentarse en el expediente, eso facilita que los funcionarios judiciales puedan solicitar la historia clínica y avanzar también en la compleja tarea de recolección de información en esta investigación.
El fentanilo y los típicos certificados de defunción
En el juzgado transmiten esa suerte de pedido, partiendo de la base de que el mecanismo con el que se abordan las muertes en el país es escueto y automático: se emite un certificado de defunción que permite a la funeraria avanzar con los trámites. Después se le comunica al Registro Civil si hubo entierro o cremación, sin que intermedie ninguna autoridad previamente.
Para colmo, la información que ofrecen los certificados es casi inútil. Y de hecho lo vimos en la pandemia: que, por la facilidad de consignar lo obvio, casi siempre se identifica la misma causa de muerte, paro cardiorrespiratorio o infarto de miocardio, a gusto del médico en cuestión.
Como encontrar un certificado de defunción que diga infección o neumonía “por bacteria intrahospitalaria” sería una verdadera rareza, todo indica que, sin el conocimiento y la inquietud de los propios familiares de las víctimas, será muy difícil para el juez especificar lo que por ahora se presenta como inespecífico. Definir quiénes fueron empujados a la muerte por esta droga contaminada.