Se acabó la espera. En la previa de la gran final, el comienzo del partido es un detalle. Todos y cada uno de los hinchas repiten en sus pensamientos los temores y fascinación que dispara el partido que se jugará esta tarde desde las 17.00 horas en Santiago del Estero, en el imponente Madre de Ciudades. Cuando el árbitro Facundo Tello deje jugar, el micromundo de ilusiones de Huracán y Platense se desgranará en un resultado, que el resto del público seguirá como voyeur.
Si terminan empatados, habrá alargue y, de ser necesario, penales para definir al nuevo campeón. Los candidatos, pasan desapercibidos en la ciudad que alberga la final. Santiago no tiene un especial interés por Huracán o Platense. Distinto es cuando Boca o River llegan como rivales de Central Córdoba, por nombrar a los dos más populares del país.
Esta provincia marcará a fuego a los entrenadores Frank Darío Kudelka o a la dupla que conforman Favio Orsi y Sergio Gómez: ninguno condujo a un equipo a la consagración en la Primera División. El lunes no habrá resaca de campeonato para todos.
Los caminos de Kudelka y la dupla se parecen. Hay mucho de Ascenso, de canchas parecidas a potreros y en equipos que no necesariamente estaban preparados para la consagración, y sin embargo bajo su conducción tuvieron ascensos históricos.
La huella de Kudelka en Córdoba da cuenta de ello: cualquier hincha de Talleres no dudaría en batirse a duelo por defender la honra del entrenador que los sacó del Federal y los llevó con todas sus escalas a jugar la Copa Libertadores.
Orsi y Gómez tuvieron su big bang en Fenix y fueron escalando categorías hasta llegar a Primera. “Hay entrenadores que por ahí terminan su carrera y nunca tuvieron la posibilidad de jugar una final”, reflexionó Orsi en una entrevista con Clarín, para darle magnitud al partido.
En el juego de mensurar equipos, Huracán se jacta de su grandeza. Reclama su lugar entre los grandes, sus hinchas mendigan un estatus que no siempre se refleja en el tratamiento sobre el Globo. Platense, en cambio, reconoce su tamaño y aunque su historia tiene tanto o más recorrido que los equipos tradicionales, no se incomoda con mantener su estirpe de barrio.
Es más, llegó a Santiago del Estero dejando en el camino, como visitante, a los grandes: Racing, River y San Lorenzo ¿Qué mejor para el Calamar que un rival que se presente como grande en la final?
Si gana el Globo no será su primer título en Primera, ya dio 13 vueltas. Quiera o no, se posiciona como el grande de la historia. Y ejerce su rol como tal. Porque no pudo poner su cabeza en modo final del torneo doméstico hasta completar su partido de Copa Sudamericana, en la que con suplentes le ganó a Corinthians y confirmó su clasificación a octavos por terminar primero en su grupo.
Mientras el plantel de Platense sumaba su segundo día en Santiago del Estero y ajustaba detalles con un entrenamiento de fútbol, Huracán recién estaba llegando. Seguramente desde el micro, el plantel quemero vio cómo sus rivales practicaban. Por allí los trasladó un bus del aeropuerto al hotel de La Banda. Los de Kudelka llegaron apenas 24 horas antes del comienzo del partido.
En rigor, todavía la ciudad no había cobrado clima de fiesta: recién en la noche del sábado se mezclaron en las calles colores propios de Saavedra y Parque de los Patricios. Sin embargo, desde la madrugada del domingo se espera la llegada masiva que completará la capacidad del estadio.
En la secretaría de Turismo local tienen estimado la inyección económica del aluvión futbolero: durante casi 48 horas tendrán 30.000 personas consumiendo para regar unos 5.400 millones de pesos en los sectores de hotelería y gastronomía, principalmente.
El epicentro de la fiesta del fútbol será el domingo y comenzará temprano: desde las 13, Mariano Iúdica estará a cargo del show previo, con kiss cam incluida, lanzamiento de remeras y merchandising a las tribunas. Cuando el ex combatiente de Malvinas Fabio Santana termine de cantar el himno nacional, solo quedará lugar para la final.