Desde el fin de su tutela legal, Britney Spears retomó el control de su vida con libertad total sobre lo que comparte, principalmente en sus redes sociales.
En Instagram, Britney se muestra como alguien que vive sin ataduras ni filtros, expresando lo que siente y piensa sin importar la opinión ajena.
Pero sus publicaciones, sin filtros, de tono frenético, que muestran a la artista bailando y viajando por el mundo, introdujo una nueva preocupación en sus seguidores que tanto celebraron su merecida libertad.
Para muchos, esta autenticidad es una muestra de empoderamiento; para otros, es una señal de alarma.
Bailes, lencería y nudismo: la nueva estética de Britney Spears

En sus publicaciones más recientes, la princesa del pop suele aparecer bailando en lencería frente a la cámara, con el cabello despeinado y los ojos intensamente delineados en negro, como solía hacerlo en sus shows, solo que esta vez el escenario es su casa y la audiencia, sus más de 41 millones de seguidores.
Y aunque el contenido es familiar para sus fans, la intensidad y frecuencia de sus publicaciones preocupan cada vez más, ya que detrás de su sonrisa, su mirada ausente y los movimientos repetitivos alertan a aquellos que temen por su bienestar emocional.
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Britney Spears sube videos confusos y preocupa a sus fans
Libertad bajo vigilancia
Tras años bajo el escrutinio mediático, la estrella del pop de 43 años ahora rechaza las nuevas especulaciones sobre su salud mental.
Según una fuente exclusiva que habló con In Touch, Spears está cada vez más frustrada con la narrativa sobre su comportamiento errático.

La artista reclama su autonomía como mujer adulta, exigiendo ser vista sin juicios. Pero su comunidad de seguidores está dividida.
Mientras muchos expresan alarma por su estado emocional, Britney ha sido clara al exigir privacidad. “Estoy tan harta de que la gente diga que está preocupada… Si no te gusta cómo me muevo, entonces jódete y no lo mires”, escribió en una publicación.

Del escenario al living de su casa
La última vez que Britney Spears se presentó en vivo fue en octubre de 2018, en el cierre de su gira Britney: Piece Of Me en Austin, Texas.
Desde entonces, la princesa del pop cambió los estadios repletos por los pasillos de su casa en Los Ángeles, donde graba videos bailando sola frente a una cámara, pero con movimientos que recuerdan a sus coreografías más emblemáticas.
Aunque ya no pisa escenarios, la artista sigue presente en cada giro, cada gesto, cada paso marcado por el ritmo; pero su decisión de alejarse de la música no fue caprichosa ni repentina.
En sus propias palabras, se trata de una respuesta a los años de manipulación, abuso y control que sufrió durante su tutela: “Nadie sabe las cosas horribles que me hicieron. Me hicieron mucho daño”, escribió en una publicación de Instagram de 2021, cerrando con un contundente “¡¡Jamás volveré a la industria musical!!”.
Spears también confesó que dejar de hacer música fue su forma de decir “¡Que se jodan!”, como una manera de recuperar el poder que por tanto tiempo le fue arrebatado.
Su testimonio más crudo quedó registrado en The Woman in Me, el libro de memorias publicado en 2023, donde expone con detalle los traumas vividos bajo su tutela, las traiciones de su entorno más cercano, y el precio de haber sido una estrella moldeada y explotada desde su adolescencia.

“Era joven y cometí muchos errores. Pero diré esto: no era manipuladora. Simplemente era estúpida”, escribió, en un ejercicio de honestidad que la reconcilia consigo misma y con quienes aún quieren verla libre, pero también en paz.
Hoy disfruta escribir por diversión y para otros, pero también canta frente al espejo, recuerda sus logros, y se promete a sí misma ser su “propia animadora”.
#FreeBritney, pero de la mirada pública
La salud mental de Spears ha sido un tema de interés público desde los infames sucesos de 2007, cuando se afeitó la cabeza y sufrió una crisis nerviosa muy publicitada.
En 2008, ingresó en el hospital tras una evaluación psiquiátrica temporal y fue sometida a una controvertida tutela, en la que su padre, Jamie Spears, asumió el control de todos sus asuntos personales y financieros.
Tras 13 años bajo tutela judicial justificada por problemas de salud mental, Spears recuperó su autonomía en noviembre de 2021, entre acusaciones de que la misma era “abusiva” y que la había dejado “traumatizada”.
Posteriormente, la estrella declaró que quería que su padre fuera acusado de abuso de tutela, quien en su momento negó las acusaciones.

Además, el movimiento #FreeBritney jugó un papel fundamental al destacar su lucha por la autonomía, y su eventual liberación de la tutela fue vista como una victoria histórica para la cantante.

Pero incluso después de obtener su libertad, cada movimiento de la estrella del pop sigue siendo objeto de análisis.
¿Dejarla ser o seguir mirando?
El debate actual gira en torno a una pregunta incómoda: ¿preocuparnos por Britney es un acto de compasión o una forma más de control?
Algunos sostienen que verla como “loca” perpetúa estigmas sobre la salud mental femenina. Otros, que ignorar señales de sufrimiento en nombre de su libertad sería una forma de abandono.
Pero la historia de Britney Spears no puede reducirse a un símbolo de liberación o a un espectáculo de decadencia. Es la de una mujer marcada por la fama temprana, el abuso de poder y ahora, por una forma de libertad que no todos comprenden.

La próxima Britney Spears
Mientras Britney Spears continúa haciéndose viral con los impactantes videos que graba bailando y desfilando en el hall de su casa, avanza en paralelo el proyecto que busca inmortalizar su vida en la pantalla grande.
El director de Wicked, Jon M. Chu, está al frente del biopic, y en redes ya suenan nombres como Charli D’Amelio, Millie Bobby Brown, la argentina Mía Saguier Marcuzzi y Kylie Schultz como posibles candidatas para encarnar a la princesa del pop en esta nueva etapa de su legado.
