Alcaraz le ganó a Sinner y gritó campeón en Roland Garros en una final eterna con emociones a granel y tenis de alto voltaje

Historia pura fue la final que Carlos Alcaraz le ganó a Jannik Sinner para coronarse por segunda temporada consecutiva como amo y señor de Roland Garros. Y como todos esos partidos que quedan grabados en los libros grandes del deporte, que emocionan hasta al fanático más frío y que hacen vibrar a los espectadores, como ocurrió este domingo en un Philippe Chatrier a pleno, estuvo cargada de tensión y emoción, de puntos increíbles, de rachas y momentos, y de un tenis de altísimo nivel. Fue, en pocas palabras, un partidazo como hace mucho no se veía. Una batalla de locos, que sentenció un quiebre histórico en el tenis y dejó más claro que nunca que la era de la Next Gen, más específicamente, la era de Carlitos y Jannik, ya es una realidad.

Celebró el murciano, que levantó por primera vez una desventaja de 0-2 en sets y salvó tres match points en contra en el cuarto parcial para imponerse por 4-6, 6-7 (4-7), 6-4, 7-6 (7-3) y 7-6 (10-2) y ganar su quinto “grande”. Lo sufrió Sinner, que dejó pasar su oportunidad cuando era claramente superior, se dio una vida más con un quiebre cuando su rival sacaba para el match en el quinto, pero se desinfló en el cierre y terminó cediendo ante un Alcaraz intratable. Y lo disfrutó el mundo entero.

“Fue increíble. Es difícil expresarlo con palabras, enfrentarme al número uno del mundo y al nivel que ha jugado Jannik. Es un honor hacer historia junto a él. He puesto el corazón, he intentado seguir y ofrecer mi mejor tenis, la clave era no rendirme, seguir peleando. Yo también pienso que ha sido un milagro, no sabía ni lo que tenía que hacer para ganar. He jugado con las tres C (NdR: “Cabeza, corazón y cojones”, como le dice su abuelo). Ha sido muy difícil y estoy muy orgulloso. Creo que fue una de las mejores finales de Grand Slam de la historia”, comentó el español.

“No creo que vaya a dormir muy bien esta noche, pero está bien”, anticipó el italiano, que jugó en París apenas su segundo torneo tras cumplir la polémica suspensión de tres meses por doping. “Carlos tuvo una increíble actuación en una increíble batalla y se lo merece. Di lo mejor, intenté todo, pero no pude. Ahora es difícil, este resultado duele. Pero hace unos meses hubiera firmado por estar acá y estoy orgulloso de haber sido parte de esta final. Así que de todas formas, estoy feliz por este torneo”.

El italiano, que iba por su tercer “grande” al hilo y el cuarto de su carrera, parecía encaminado a la victoria después de llevarse unos dos primeros sets luchados y anotarse un quiebre tempranero en el tercero. Con un timing impecable y una enorme precisión para poner cada pelota en el lugar justo, estaba volviendo loco a su rival. Tanto, que en un momento a Alcaraz se lo escuchó decirle a su equipo que los astros estaban alineados para que ganara Jannik, porque parecía que nada le salía mal. Frustrado, el español no encontraba soluciones y veía cómo se le empezaba a escapar la final. Pero no bajaba los brazos. Y como Juan Carlos Ferrero le pedía una y otra vez que sacara “todo lo que tenía”, así lo hizo.

El primer momento clave para Carlitos llegó en el cierre del tercer set, que fue una prueba de fuego para su cabeza. El murciano sacó para el set en el noveno game (con ventaja de 5-3), pero le ganó la ansiedad y Sinner aprovechó para romperle el saque. Sin embargo, lejos de caerse, se plantó bien en la cancha, jugó un enorme game de devolución, quebró y cerró el set.

El segundo fue en el epílogo del cuarto capítulo, cuando empujado por el público que quería seguir viendo tenis, levantó tres match points y descontó para el 4-5. Y luego, hinchado de confianza, quebró en el siguiente game y terminó llevándose el set en el tie break.

Ya habían pasado más de cuatro horas y media de juego. Los dos seguían peleando y corriendo como al principio. Y la gente deliraba y festeja cada punto, sin importar quién lo ganaba. Y eso que todavía faltaba lo mejor.

Nadie, a esa altura, se animaba a arriesgar quién terminaría levantando el trofeo. Porque Alcaraz dominaba a pura potencia y a puro drop durante un par de games. Pero luego Sinner levantaba, sacaba energía de algún lado y volvía a meterse en el partido. El español llegó a sacar 5-4 en el quinto, pero el italiano le quebró y eventualmente, el partido y el título se definieron en un super tie break.

Intratable, Carlitos arrancó con todo el desempate final, conectando un winner tras otro, muy sólido con su saque y con una frescura inentendible en alguien que llevaba más de cinco horas corriendo. Se llevó los primeros siete puntos y sacó una ventaja que resultó irremontable para su rival. Y selló la victoria con un magistral passing de derecha, tras cinco horas y 29 minutos de juego.

“Cuando me sentía peor, sin fuerzas, intentaba pensar en Rafa, en todas sus remontadas”, reconoció quien había ganado el US Open en 2022 y Wimbledon en 2023 y festejado también el año pasado en este torneo y en el All England.

El murciano conquistó su quinto “grande” con 22 años, un mes y tres días, exactamente los mismos que tenía Nadal cuando consiguió su Major número 5, en la temporada 2008 sobre el césped londinense. Ambos, de todas formas, están por detrás del sueco Bjorn Borg, que lo hizo con 22 años y cinco días.

Solo cuando el marcador mostró ese 10-2 que lo transformó en el Rey de París por segunda vez, Alcaraz se desmoronó y con la espalda apoyada sobre el polvo de ladrillo, se tapó la cara y dejó escapar algunas lágrimas. Pero cuando se levantó, ya había recuperado la sonrisa y se dedicó a disfrutar.

“Este ha sido el partido más emocionante que he jugado hasta ahora, sin duda. Hoy el partido ha tenido de todo, momentos muy buenos, momentos muy malos. Pero nunca dudé de mí mismo, incluso en esos match points en contra. Pensaba sólo en un punto cada vez. Estoy muy, muy contento. Estoy orgulloso de cómo he afrontado todo hoy. No ha sido fácil. Es el primer partido en el que remonté dos sets en contra. Creo que estaba no hay mejor ocasión para hacerlo que en la final de un Grand Slam”, comentó el flamante bicampeón.

La final fue la más larga en la historia de Roland Garros, superando la que Mats Wilander le ganó a Guillermo Vilas en 1982 en cuatro horas y 42 minutos. Y la segunda más extensa en un Grand Slam, detrás de la que Djokovic le ganó a Nadal en Australia 2012 en cinco horas y 53 minutos.

Y el español se transformó en el tercer jugador en la Era Abierta que gana un duelo decisivo en un Grand Slam tras salvar puntos de partido, tras Gastón Gaudio (Roland Garros 2004) y Novak Djokovic (Wimbledon 2019). Y en el cuarto en conquistar un título individual masculino en cuatro años consecutivos de este siglo, después del legendario Big 3.

Esas marcas grabarán su consagración en los libros de estadísticas del tenis. Pero los amantes de este deporte la recordarán por otras razones. La recordarán como una final emocionante y atrapante; una de las mejores de la historia en un “Grande”, a la altura quizás de aquella inolvidable que Nadal le ganó a Federer en el All England en 2008. La recordarán como la que ratificó que Carlitos mantendrá el legado español sobre el polvo de ladrillo de Roland Garros. Pero sobre todo como una batalla de dimensiones épicas que enfrentó por primera vez a Alcaraz y a Sinner en la definición de un grande y que dejó claro -por si todavía alguien lo dudaba- que el circuito ya es dominio de estos dos jóvenes fenómenos llamados a ser leyendas.