En Argentina, la natalidad cayó un 40% desde 2014, según un estudio realizado por el Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad de la Universidad Austral. Estos resultados también se ven en numerosos índices a nivel mundial, lo que modificaría en un futuro la demografía del planeta.
La despoblación es una problemática que puede repercutir tanto a nivel económico como ambiental. En países como Italia se les paga a jóvenes para habitar pueblos rurales abandonados, debido a la gran tasa de adultos mayores y a la alta esperanza de vida.
Una investigación publicada en la revista científica The Lancet anticipa que se vendría un cambio demográfico significativo que representaría el descenso de la población mundial y, por lo tanto, un aparente alivio de presión en el mundo.
Los grandes países y con alta densidad poblacional como China y Estados Unidos son los que generan más contaminación y daño al medio ambiente, según los datos del Instituto de Métricas y Evaluación de Salud de la Universidad de Washington. Se prevé que para el 2050 gran parte de los países, precisamente 155 de 204, presentarán índices de fertilidad insuficiente para sostener a sus poblaciones actuales, lo cual significaría un alivio para los recursos naturales.
“Es una buena noticia. Teniendo en cuenta que la población de ningún otro animal grande creció tanto, tan rápido o de forma tan devastadora para otras especies como la nuestra, todos deberíamos celebrar el descenso de la población”, explica Stephanie Feldstein, directora de población y sostenibilidad en el Centro para la Diversidad Biológica, en un artículo de la revista Scientific American.
Según Feldstein, una de las consecuencias de la disminución en la tasa de natalidad y, por ende, de la densidad poblacional mundial es que podría contribuir a la creación de un futuro con más oportunidades, un mundo sano y biológicamente diverso.
“Mientras la población humana se duplicó en los últimos 50 años, las poblaciones de animales salvajes se desplomaron una media del 69 %. Ya alteramos al menos el 70 % de la superficie terrestre, y algunos informes elevan esa cifra al 97%. Nuestras actividades expulsaron a la fauna de sus hogares y destruyeron ecosistemas irremplazables”, sostiene en su artículo.
La pérdida de biodiversidad y la degradación ambiental son preocupaciones urgentes que requieren una acción coordinada a nivel global, con el fin de promover un equilibrio armonioso entre la humanidad y la naturaleza.
El descenso de la población representa un cambio en la distribución de los recursos. Su planificación estratégica debe contemplar las potenciales amenazas a la economía, ya que una población reducida puede replicarse en la fuerza laboral, afectando a la productividad y el crecimiento económico.
Este descenso en la población trae nuevos desafíos, donde se repiensan las estructuras actuales y se redefinen en función de tener una sostenibilidad a largo plazo. “Se necesita un cambio de paradigma”, señaló Frank Swiaczny, demógrafo alemán, jefe de análisis y tendencias poblacionales en las Naciones Unidas, y agregó: “Los países deben aprender a vivir con este descenso y adaptarse a él”.