Miguel Ángel Russo siempre tiene una sonrisa dibujada en la cara. Es cierto que camina lento y un poco de costado, pero ya tiene otra vez el color del verano de Miami en la cara, como en las viejas épocas. Igual, en el lobby del Hotel Hyatt Las Olas, en Fort Lauderdale, se pone un buzo por los hombros. Es que el cambio de temperatura traiciona: en la calle la temperatura es de 35 grados y en la recepción del hotel el aire acondicionado eriza la piel.
“Yo tengo mucha calma, a diferencia de los periodistas”, bromeó en una charla informal con un grupo de enviados especiales, de la que pudo participar Clarín. Se refiere a las preguntas por Edinson Cavani, Ayrton Costa, Marco Pellegrino, Malcom Braida y -sobre todo- Leandro Paredes, que le llegan en metralleta. Para cada uno tiene una palabra; para cada palabra, un pensamiento. Habla pausado, pero con la paciencia del que conoce las aguas en las que navega.
Russo sabe que el desafío que asumió a los 69 años no es sencillo. Boca viene de darse un fuerte golpe en la primera mitad del semestre con la eliminación del repechaje de la Libertadores ante Alianza Lima, el despido de Fernando Gago y la derrota en la Bombonera con Independiente que lo dejó afuera también del Torneo Apertura. El boleto a la Copa de 2026 tampoco está asegurado y el Mundial de Clubes será una prueba demasiado exigente y que puede tener consecuencias ciclotímicas, porque si Boca avanza más allá de los octavos de final no deberá creerse más de lo que es, pero si encadena gruesas derrotas con Benfica y Bayern Múnich (el 16 y 20 de junio, en Miami) otra vez todo estará a punto de desmoronarse.
“Hay que encontrar las formas y elegir los tiempos y momentos de presión. Vamos a jugar contra equipos difíciles, no nos podemos meter atrás. Hay que saber de los retrocesos y de qué forma ir hacia adelante, con qué ímpetu. Nuestro fútbol es muy competitivo, en Portugal está Benfica, Sporting de Lisboa y Porto, pero en Argentina el último le puede ganar al primero, esa es la diferencia. No hay nadie que de entrada le haga tres goles al rival. Es competitivo permanentemente”, analizó Russo cuando todavía le quedan cinco días de trabajo por delante antes de que su equipo pise el césped del Hard Rock Stadium.
Por la tarde, en el entrenamiento a puertas abiertas que comandó en el predio de la Universidad de Barry, Russo dio algunas pocas pistas de lo que puede ser el posible equipo de Boca para enfrentar a Benfica. Dialogó con Milton Giménez en la mitad de la cancha y otra vez la sonrisa se ilumina. Lo que se especula es un esquema clásico con un 4-4-2, con doble nueve: Miguel Merentiel y Giménez.
“Estoy hablando mucho con él (por Edinson Cavani). Es preferible un día más a perderlo 20. Hay que llevarlo de menor a mayor porque en definitiva son muchas cosas las que hay que hablar. Mucho más de lo físico y todo. Tener un desarrollo mental importante con las lesiones y todo para ir superándolas”, advirtió Miguel sobre la situación del uruguayo, que otra vez trabajó en el gimnasio mientras sus jugadores lo hacían en el campo por un problema muscular.
Russo termina el café en el restaurante del hotel y se despide amablemente tras hacer una salida en vivo por TV. “¿Con Román?, las charlas futboleras que tuve con él siempre las mantuvimos en silencio. Siempre hablamos de fútbol. El fútbol es así, comunicación. Y, cuanto más en silencio es, mejor”.