Cuando creés que sos el mejor, no tenés más ganas de aprender

Pocas figuras en el deporte argentino alcanzaron el estatus de mito. Adolfo Cambiaso es una de ellas. Forjado entre caballos, bochas y disciplina desde su adolescencia, irrumpió en el mundo del polo y lo cambió para siempre. A los 19 años ya ostentaba los 10 goles de hándicap y a los 21 fundó su propio imperio: La Dolfina, un club que redefinió la historia del polo moderno.

De chico, en las canchas de Cañuelas, Adolfito soñaba con jugar el Abierto Argentino de Polo junto a su amigo de la infancia, Bartolomé Castagnola. Lo que no imaginaba era que ese sueño lo llevaría a levantar la copa 18 veces, una de ellas al lado de su hijo Poroto, ni que lograría una hazaña sin precedentes: ganar tres Triples Coronas consecutivas con La Dolfina. Con los años, Adolfo Cambiaso no solo dominó el deporte dentro de la cancha, también lo transformó desde afuera. Se volvió un símbolo mundial, un criador de caballos invencibles y el corazón de una dinastía que hoy galopa con fuerza en sus hijos Mía, Poroto y Myla.

Durante más de 30 años, mantuvo la vara inalcanzable. Desde este jueves, su leyenda se transforma en serie: “Adolfo Cambiaso: en el nombre del polo”, la producción original de Disney+ dirigida por Juan José Campanella, lo retrata como lo que es: el hombre que cambió para siempre las reglas del juego. En una charla con Clarín, el hombre que cumplió 50 este año, repasa los momentos más importantes de su vida, la personalidad que lo empujó a superar todos los límites y su presente: competir al más alto nivel con un equipo formado íntegramente por su familia.

– La serie arranca con la pregunta de ‘¿quién es Adolfo Cambiaso?’ y no das una respuesta concreta. ¿Cómo te definirías en pocas palabras?

Hice mucho, pero principalmente un deportista que se mantuvo durante tres décadas en lo más alto de mi deporte, compitiendo contra gente 30 años menor que yo.

– ¿Qué te motivó a mostrar tu historia?

Me motivó que Disney haya querido contarla porque es algo que me va a quedar para mí, para mis hijos, para mis nietos. Son muchos años de carrera, muchas cosas que uno puede contar como deportista, como una persona que se metió en la clonación, o que ganó un torneo tan importante con un hijo. Veo a LeBron James que quiere jugar con su hijo en la NBA y pienso que han pasado cosas que creo que tenía sentido contarlas. No fue iniciativa mía, sino de Disney. Llevó mucho trabajo porque por momentos uno no quiere contar ni decir nada, esperemos que haya quedado bien y que puedan conocerme un poco más.

– ¿Cómo creés que reaccionará el público ante el uso de la clonación en el polo?

Muchos lo van a tomar bien y otros no tanto. El tema de la clonación lo hice solamente para el aspecto deportivo. El ambiente del polo no estaba muy a favor al principio y hoy el 99% clona. Gracias al clon, hay muchos caballos del pasado que se mantienen para que sean crías, para que tengan buenas crías, para que se mejore un poco la raza del polo argentino. Creo que en ese aspecto está bueno.

– La ‘Cuartetera’ original falleció hace poco, después de 22 años. ¿Qué sentiste ese día?

Es una compañera de vida, le tenemos familiarmente un cariño muy especial. Me llevó a jugar mi mejor nivel y me deja descendientes constantemente. Ella es una marca registrada nuestra, hasta me llevó a ganar un juicio en Estados Unidos. Imagínate hasta dónde me llevó esa yegua, entonces es algo muy importante en mi familia.

– ¿Alguna vez tu pasión por el polo te hizo renunciar a otras cosas en tu vida?

Para nada porque hice lo que quise. Realmente, soy un apasionado de lo que hago y de muy chico tuve siempre claro que era a lo que me quería dedicar y esa pasión me llevó hasta el día de hoy, a seguir jugando porque me apasiona.

– A lo largo de tu carrera tomaste muchas decisiones, ¿te arrepentís de alguna?

No, porque una mala decisión tiene un aprendizaje y no es una frase hecha, es una realidad. Uno cuando toma malas decisiones analiza qué hizo mal, por qué las tomó y después trata de mejorarlas. La vida te va llevando y vas aprendiendo, creo que es importante ser buena gente y hacer las cosas con buena leche.

En cada galope, Cambiaso imprime su sello: analiza la jugada antes de que la bocha cruce el césped, no da tregua al rival ni a sí mismo y encuentra en el desafío su razón de ser. Con una abuela implacable y un linaje que respira polo, no abandonó nunca ese fuego sagrado, una mezcla de ambición y respeto.

– ¿Te ves reflejado en Poroto cuando lo ves jugar?

No, somos diferentes. Él no tiene el hambre o las mismas ansiedades que yo tenía, que era muy pasional, dedicado. Él es mucho más tranquilo. Yo estaba 24 horas pensando en el polo. Él puede desenchufar y hacer distintas cosas, así que no lo veo parecido a mí, es increíble como jugador. Pero yo era apasionado, jugaba un año y ya estaba pensando en el próximo. De hecho, me sigue pasando. No relajo nunca ni cuando duermo relajo. No descanso nunca. Y él vive el día a día.

– La rompiste desde muy joven, ¿no te afectó la cabeza?

Lo que pasa es que nunca me la creí hasta el día de hoy. Yo no me la creo. Yo soy quien soy, gracias al deporte, he conocido a otros deportistas que los ves y te das cuenta por qué son número uno, porque tampoco se la creen. Entonces, creo que es muy importante no creérsela. Mi padre siempre me agarró de muy chico y me decía lo que dijo Fangio: ‘hay que tratar de ser mejor sin creerse el mejor’, y es una realidad. Cuando creés que sos el mejor, es porque no tenés más ganas de aprender. Tengo 50 años y siento que mañana voy a ser un poco mejor. Siempre hay algo para mejorar, si no es como deportista, como persona, amigo, marido o como padre. A ver hay 5 o 6 partidos en mi carrera que siento que jugué bastante bien, el resto me voy a mi casa y digo que mal jugué y todos se me ríen pero es lo que siento.

En la serie se te ve discutiendo con Poroto en pleno partido. ¿Cómo llevás ese rol de padre y compañero en la cancha?

Es muy difícil jugar con un hijo, porque hay que tener el límite de hasta dónde decís las cosas y cómo las decís. Y encima llegás a tu casa y te cagan a pedos si decís algo mal. Pero al mismo tiempo querés ganar y tenés que tomarlo como un compañero. Entonces, es muy difícil, por eso te digo que ser deportista y alcanzar logros como los que he logrado teniendo 47, y él 16, y haber ganado el torneo más importante del mundo para mí fue un cierre de mi carrera y hoy es un plus estar jugando.

– ¿Hace más especial esta etapa de tu vida en el polo?

Cuando uno es grande todo es especial porque siempre creés que es el último partido. Trato de disfrutarlo, pero es imposible como soy yo. Disfruto ganando, entonces es muy difícil disfrutar. Cuando gané con Poroto, en 2022, no disfruté nada, te soy honesto porque yo quería ganar… en un momento era competir y después me fui dando manija y quería ganar. Si no ganaba, la hubiese pasado como el culo. Entonces, jugué la final pensando que si no ganaba, la iba a pasar mal. A veces pienso que no sé si me gusta tanto ganar, sino que no me gusta perder.

– ¿Pero cuando ganaste no pudiste disfrutarlo?

Me costó, te soy honesto, porque me dio rabia haber jugado tan mal o yo sentí que jugué muy mal. Entonces, sí disfruté porque logré lo que nunca hubiese soñado. Era difícil soñar jugar siendo un viejo de 47 años en un deporte peligroso con un chico de 16 que no había terminado ni la secundaria y ganar el torneo más importante del mundo. Era un poco ilógico y loco que eso pasara. Las ganas de que las cosas pasen por ahí dejás de pensar sobre cómo hacer las cosas para ganar o de jugar bien, no es fácil manejar la cabeza y jugar con un hijo.

– Este inconformismo, ¿lo sacaste de alguien o lo fuiste forjando durante tu carrera?

Capaz que de mi abuela que era muy competitiva. Siempre quería que gane. Y si perdía, me decía: ‘¿por qué perdiste?’. Me cuesta disfrutar, pero creo que a todo deportista que le cuesta mucho todo, le cuesta disfrutar.

– ¿Tus papás nunca te presionaron?

No, yo me autopresiono. Hoy en día quiero seguir ganando y tengo 50 años y soy un tarado, pero es mi manera de ser. Yo creo que cuando sienta que no tengo ninguna posibilidad de ganar, es cuando no voy a jugar más porque no me gusta perder. Entonces, hoy se me dio la posibilidad de jugar con mis sobrinos y Poroto, y siento que tengo la posibilidad de ganar. Si no, no estaría jugando.

El 2 de diciembre de 2022, Cambiaso escribió una página inolvidable en la historia del polo: ganó el Abierto Argentino de Palermo junto a su hijo, ‘Poroto’ Cambiaso, en una imagen que parecía un cierre de ciclo. Pero su historia no terminó ahí. En diciembre de 2024, se anunció la fusión entre La Dolfina y La Natividad -dos potencias del polo argentino- para disputar la Triple Corona 2025 con una formación familiar de lujo: Adolfo y Poroto Cambiaso, junto a sus sobrinos Camilo y Bartolomé, hijos de “Lolo” Castagnola, su amigo del alma con quien se distanció en 2010.

– ¿Cómo surgió la idea de jugar la Triple Corona con tus sobrinos y tu hijo?

En realidad, me invitaron ellos y fue muy lindo, sobre todo para jugar con mi hijo. Creo que estuvo bueno que juguemos los cuatro, por lo menos en esta última etapa de mi carrera. Son jugadores que hoy están por arriba del resto.

– ¿Cómo se están preparando? ¿Van a jugar algunos torneos previos a la Triple Corona?

No, vamos a jugar la Triple Corona derecho. Tortugas, Hurlingham y Palermo. Vamos a ver cómo nos adaptamos rápido pero Poroto con sus primos se lleva espectacular, son muy amigos fuera de la cancha y han jugado algún que otro torneo juntos, así que hay que ver dónde lo ponen al viejito por ahí metido.

– ¿Ya saben cómo se va a llamar el equipo?

Los dos nombres, vamos a unificar los nombres. Se va a llamar La Dolfina-Natividad o Natividad-La Dolfina, como lo quieran llamar.

– ¿Y éste sí va a ser tu último año?

Me lo pregunté muchas veces, pero vivo el día a día. Voy a ver cómo me siento. El año pasado sentí que era el último, pero consideré que jugué bastante bien, dentro de lo que es mi edad. Después tuve la invitación del Lolo para jugar con Poroto y mis sobrinos y me dio una motivación extra. A esta altura de mi vida no pienso cuándo me retiro.

– ¿Por qué no pensás en eso? ¿Porque te asusta o te emociona el momento en que te bajes del caballo y dejes de competir?

No me asusta, porque voy a tener a mi hijo y a mis hijas, que también juegan. Siempre voy a disfrutar desde ese lugar. La adrenalina la voy a tener a través de ellos y me gustan mucho los caballos. Entonces voy a seguir jugando hasta cuando sea grande, pero para hacer caballos para mis hijos o para hacer de eso un medio de trabajo. Para el día de mañana poder generar caballos para jugadores y ayudar a polistas. Hay muchas cosas que calculo que cuando deje de jugar voy a tener mucho más tiempo para hacer.