Todavía quedan por delante dos semanas y cuatro torneos sobre polvo de ladrillo (las paradas tradicionales de Gstaad, Bastad y Kitzbuhel y la más nueva de Umag) que se jugarán después de Wimbledon pero la temporada fuerte de canchas lentas terminó el domingo con una de las finales de Grand Slams más espectaculares de todos los tiempos.
Está claro que como el pasto no es tan rápido como el de hace unos años atrás y aunque la transición entre ambas superficies continúa siendo la más complicada -además los mejores juegan poco en césped antes de llegar a Wimbledon-, con solidez desde el fondo de la cancha se puede aspirar a cosas importantes.
Pero de todos modos es el momento en que el anaranjado muta al verde y, por consiguiente, es el tiempo de cambiar el chip. Es el momento entonces de jugar más flexionado, de amigarse con los piques extraños, de pegarle a la pelota lo más plano posible y de -también- sacar provecho de un slice con un pique bien bajo y rápido. Es otro tiempo del año para todos. Incluidos los dos mejores tenistas del mundo. Incluidos Jannik Sinner y Carlos Alcaraz.
Los dos son los máximos candidatos para consagrarse en Wimbledon aunque hay una diferencia importante: el murciano ya sabe de qué se trata y su gran adversario apenas llegó a las semifinales en el torneo más importante del mundo. Claro que hay algo más para pasar por el tamiz…
Alcaraz tiene un muy buen saque y aunque ese golpe no es su fuerte, en el pasto le rinde porque cuenta con una gran colocación y un muy buen porcentaje de primeros. Su devolución es estupenda de ambos lados. Y tiene slice, toque y drop. Pero además cumple con el tercer aspecto que debe funcionar en el césped para poder triunfar: se mueve muy bien y pisa la cancha con una absoluta firmeza.
Del otro lado Sinner posee un mejor saque y también devuelve muy bien. Pero no tiene tantas variantes. De todos modos juega tan plano que la pelota, después del pique, sale muy rápido. Un interrogante es su movilidad y ese es un aspecto que inclinaría definitivamente la balanza para el lado de Alcaraz, al cabo, el principal favorito para repetir.
La diferencia entre los dos y el resto parece amplia. Es la distancia entre dos cracks y un grupo de muy buenos jugadores. ¿Quiénes están en este grupo? Por encima, los estadounidenses Taylor Fritz y Frances Tiafoe y el británico Jack Draper; apenas un escalón más abajo, el italiano Lorenzo Musetti y el ruso Daniil Medvedev. ¿Y Novak Djokovic? Imposible postergar en la candidatura al más grande de todos los tiempos que, además, se impuso siete veces en Wimbledon.
Un punto favorable para todos ellos es que, a diferencia del polvo de ladrillo y de las canchas duras, el pasto empareja. Y un gran peligro para Sinner y Alcaraz podría ser encontrarse con un gran sacador o un jugador que tome riesgos y que esté en un día derecho en las primeras rondas. Las chances de ambos crecerán exponencialmente a partir de los cuartos de final. Desde ahí, y con el envión que traerán, será muy complicado derrotarlos. Otra ventaja para los dos es que en los partidos al mejor de cinco sets tienen más tiempo para remontar cualquier situación adversa.
Por otro lado archivado quedó en el tiempo aquel tenis de saque y red en el césped en el que la volea era un factor clave para desnivelar. Hoy se juega tan rápido -el ejemplo más claro y más fresco está en lo que sucedió hace apenas unos días en la Philippe Chatrier- que la devolución llega muy fuerte y no hay tiempo para plantarse adelante con opciones firmes de ganar el punto.
Sinner y Alcaraz vienen de jugar un partido épico. Las chances de que se repita la historia de París en Londres son muy grandes y por eso la expectativa es enorme. Sólo hay que aguardar algo más de un mes para disfrutar.