Unos 85 mil hippies vivieron la primera epopeya del Flower Power durante tres días de junio de 1967, en Monterey, un paraíso natural entre San Francisco y Los Ángeles, en los Estados Unidos; un encuentro que se autoproclamó “Verano del amor”. Un festival que unió al rock norteamericano con el inglés, dos mundos que se miraban por momentos de soslayo.
Cincuenta y ocho años atrás, del 16 al 18 de junio de 1967, el Monterey Pop Festival legitimó el rock como un movimiento de multitudes y fue un indudable prolegómeno del Woodstock de agosto de 1969.

Una programación de una jerarquía insuperable con Jimi Hendrix, Janis Joplin, Otis Redding, The Who, Grateful Dead, Jefferson Airplane, The Mamas and The Papas, Simon and Garfunkel y Ravi Shankar, entre otros. Tanto Jimi como Janis se convirtieron en grandes estrellas de rock a partir de sus presentaciones en este festival.
El clima de este encuentro tuvo como protagonistas a la música y a las drogas. La cantante The Mamas and The Papas, Mama Cass, invitó a dos químicos clandestinos y fabricantes de LSD, Owsley Stanley y su socia Rhoney Gissen Stanley, para que trajeran sus famosas y alucinógenas “pastillas moradas” y, que según se cuenta, llevaron varios miles a Monterey y un botellín de LSD que pusieron a disposición de los músicos.
Dos comentarios: cuando le ofrecieron LSD a Ravi Shankar, que no consumía drogas, abandonó el camarín entre furioso y espantado. Durante los tres días del festival no hubo muertos ni sobredosis en el auditorio.
Cómo nació el primer festival de rock
El empresario y amigo de varias estrellas de rock, Alain Parisier, concibió la posibilidad de hacer un festival de rock luego de que en el Festival de Jazz de Monterey, la tarde del sábado 17 de septiembre de 1966, Jefferson Airplane y Paul Butterfield Blues Band fueron ovacionados. Antes, las cantantes Carmen McRae y Big Mama Thornton habían sido largamente aplaudidas.

En medio de esos aplausos nació la inspiración de impulsar un encuentro sólo de rock. Por cierto, Monterey ya era sede de un festival de jazz y otro, de folk, en el que había actuado Bob Dylan en 1963.
Lanzada la propuesta se unieron el productor discográfico, Lou Adler, y el fundador de The Mamas and The Papas, John Phillips, quienes finalmente se convirtieron en las cabezas del proyecto. El lugar se mantuvo: Monterey.
En este sentido, la idea de hacerlo en la península de Monterey, entre San Francisco y Los Angeles, dos ciudades con marcadas diferencias culturales y de una clara competencia en materia de industria musical, fue muy adecuada. Era un lugar neutral.
32 conciertos en tres días
Paul McCartney y Andrew Loog Oldham, productor de los Rolling Stones, recomendaron a The Who y Jimi Hendrix. El representante de Otis Redding, Phil Walden, propuso a su artista. También Simon & Garfunkel, The Butterfield Blues Band, la ascendente Electric Flag se comprometieron como también los grupos de Los Angeles, The Byrds y Buffalo Springfield.

Por el lado de San Francisco, el respetado periodista de The San Francisco Chronicle, Ralph Gleason y el productor del Fillmore East, Bill Graham, contactaron con Jefferson Airplane, Grateful Dead y Big Brother and The Holding Company, con su estrella en ascenso Janis Joplin para darle el tono de frescura under al festival. Antes, Parisier ya había contratado a Ravi Shankar y al trompetista sudafricano Hugh Masekela.
Se sumaron Canned Heat, Johnny Rivers, Laura Nyro, Al Kooper, Country Joe and The Fish, Quicksilver Messenger Service (con Nicky Hopkins en el piano), Steve Miller Band, Eric Burdon and The Animals, Moby Grape y The Blues Project y Scott McKenzie.
Menos conocidos, también actuaron The Association, The Paupers, Lou Rawls, Beverly Martin, Booker T. & The MG’s, Cyrus Faryan.
Hubo varias ausencias como, por ejemplo, los Beach Boys, que inicialmente habían aceptado la invitación pero que llegado el momento se bajaron debido, al parecer, por problemas entre Brian Wilson y el resto de la banda a la hora de completar su disco Smile. Wilson estaba teniendo problemas con las sustancias químicas y la banda no quería arriesgarse. Además, el guitarrista Carl Wilson estaba en plena pelea judicial con el gobierno norteamericano al no querer ser reclutado y temía ser arrestado al subirse al escenario.
Otro artista que no estuvo fue Donovan, que no logró el visado por un problema de drogas en Inglaterra. El trío Cream desistió de actuar y prefirió tocar sin tantos competidores en su debut en los Estados Unidos.
Los dos gigantes de la música tampoco estuvieron: los Beatles ya no estaban actuando en vivo y los Rolling Stones no lograron obtener sus visas debido a los problemas de drogas de Mick Jagger y Keith Richards, arrestados en una redada en la casa de campo del guitarrista en febrero de 1967.
Sin embargo, quien sí participó como espectador fue Brian Jones, con una vestimenta que transmitía toda la psicodélica de ese “Verano del amor”, como fue definido el festival de Monterey. Fue además quien presentó a Jimi Hendrix y su trío Experience.

Eran tiempos menos crematísticos, pero en sólo dos meses se organizó un festival de tres días con lo más representativo del rock norteamericano moderno, el rock británico, el folk-rock, el jazz, la música hindú y el blues. Mejor imposible.
Además, todos los participantes donaron sus cachets a diferentes organizaciones humanitarias o en defensa de la fauna salvaje en peligro de extinción. Sólo Ravi Shankar no se adhirió a esta loable actitud y cobró 3000 dólares por su actuación. Los músicos y las bandas tuvieron traslados y alojamiento a cargo de la organización.
La venta de entradas superó todas las expectativas. La oficina de prensa recibió varios miles de solicitudes de acreditación y todas fueron aceptadas. Una multitud se acercó al campo del festival desde el viernes 14 de junio por la mañana. La capacidad proyectada del recinto donde se iban a realizar los conciertos era de unos 7000 espectadores; tras vender 12 mil entradas en el primer turno, los organizadores sacaron la valla y dejaron entrar gratis a otros 20 mil. Las entradas para todo el Festival costaban 6,5 dólares y 3 dólares por día.
“No había logotipos corporativos; la policía llevaba orquídeas en las antenas de sus transmisores; en el escenario había una pancarta que decía: ‘Amor, Música y Flores’”, recordó la cantante de Jefferson Airplane, Grace Slick.
“No hizo falta ninguna etiqueta; todos éramos chamanes con el mismo poder; se sentía una energía desconocida hasta ese momento. Sentía que el público era simplemente más de nosotros. Estábamos listos para celebrar un cambio”, añadió la vocalista.
Actuaciones históricas
Hubo conciertos históricos en el festival como, por ejemplo, el de Janis Joplin, el de Hendrix, en la que quemó su guitarra, y el de The Who, que al terminar su concierto de sólo 26 minutos el guitarrista Pete Townshend y el baterista Keith Moon destruyeron sus instrumentos.
Sin llegar a ese nivel de frenesí, las actuaciones de Ravi Shankar, Otis Redding, Electric Flag, Jefferson Airplane, Grateful Dead y Eric Burdon & The Animals fueron excelentes, no sólo por su calidad instrumental sino también por su riqueza musical.
La noche de la primera jornada tuvo como estrellas a Simon & Garfunkel, que hicieron una presentación “dulcemente retrospectiva” y a Eric Burdon, que modificó su estilo hacia el hard-rock con una versión durísima de Paint It Black de los Stones.
En la segunda jornada comenzó a surgir todo aquel caldero que era en aquella época el rock, con una brillante actuación de Electric Flag, con Mike Bloomfield en guitarra y Buddy Miles en batería y Big Brother & The Holding Co. con Joplin cantando de manera desenfrenada el tema Ball and Chain.
Luego subieron los maestros de la psicodelia, Jefferson Airplane que hicieron un concierto espléndido y la noche cerró con una magnífica actuación de Otis Redding, con dos versiones de antología en su set, Satisfaction y I‘ve Been Loving You Too Long.
Y llegó el último día del festival con mucha expectativa por las presentaciones de las dos bandas inglesas. Abrió la muestra Ravi Shankar con sus ragas que trascienden estilos y épocas.
No había ciertamente una rivalidad abierta entre los Who y Hendrix, pero sí el deseo de superar al otro. Dicen que en el backstage sortearon quién iba antes y después. Who quedó antes y ya conocían de lo que era capaz Hendrix de provocar en el público, así que decidieron dar una verdadera sorpresa a todos: al terminar My Generation se dedicaron a destruir equipos, Pete Townshend su guitarra y Keith Moon la batería, al tiempo que explotaron varias bombas de humo que causaron una corriente de pánico en las primeras filas.
Jimi Hendrix subió con su banda Experience, Noel Redding en bajo y Mitch Mitchell en batería. Mientras que su música y su presentación eran de por sí cautivantes, Jimi, consciente del explosivo final de los Who había pedido una lata de líquido para encendedores que colocó detrás de un bafle. Al terminar su show, con Wild Thing, se arrodilló sobre su guitarra y tras prender fuego la estrelló sobre el escenario siete veces antes de arrojarla al público.
Sobre esa actuación, Robert Christgau, de The Village Voice dijo: “Presenciamos el nacimiento de una técnica instrumental tan fecunda y febril que nadie igualó, aunque cientos de bandas de rock se han enriquecido intentándolo. Es cierto que en ningún otro lugar (como en Monterey) se verá a un Hendrix tan seguro de su divinidad”.
El festival cerró con The Mamas and the Papas (John Phillips, uno de los organizadores) en una actuación algo pobre y con la ayuda de Scott McKenzie finalizaron cantando San Francisco (Be Sure to Wear Flowers in Your Hair), un clásico de ese verano hippie en la Bahía de San Francisco.
El otro Papas, Dennis Doherty, reveló cómo fue esa actuación: “Mi participación fue cero en todo eso; John y Michelle Phillips (la otra, Mama) fingían estar casados y para mí eso era demasiado doloroso, así que me marché a las Islas Vírgenes y me perdí. Volví para estar presente en el cierre, no podía fallarles, pero casi llego tarde. Había mucha acción detrás del escenario y cuando bajo del automóvil recuerdo que Keith Moon y Pete Townshend estaban haciendo bramar al público; después Hendrix quemó la guitarra. ¡Oh Dios mío, pensé, esto sí que es rock and roll! No podíamos tocar detrás de estos elefantes; era demasiado, pero lo hicimos. Sonamos horrible. Cuando bajé del escenario pensé: se terminó”.
Joplin y la película

Si bien la película Monterey Pop está considerada una de las mejores películas del rock de la historia, generó en su momento algunas desconfianzas, como por ejemplo en Grateful Dead que se negó a ser incluido y Janis Joplin al comienzo también se negó a ser filmada pero, después de la avasallante actuación del sábado aceptó la sugerencia de su representante, Albert Grossman y volvieron a programar a la banda en la primera parte del domingo, donde quedó su histórica interpretación Ball and Chain.