“Sigo sintiéndome muy afortunado de continuar con esta carrera. 20 años no es nada, dice el tango, ¡pero vaya que van pasando muchas cosas!”, suelta Javier Camarena en plena celebración de sus veinte años en los escenarios.
El lunes 16 de junio, Javier Camarena se presentará para el Mozarteum junto a su estrecho colaborador, el pianista Ángel Rodríguez, en el Teatro Colón, un lugar muy especial para el cantante. En la última entrevista con este medio, Camarena se refirió a su debut en el Colón como el mejor concierto que cantó en su vida. La vara siempre está muy alta cuando viene por acá.
Recientemente grabó La voz de México (2023), álbum centrado en la música popular mexicana: boleros, huapango, rancheras y sones jarocho, y se animó a cantar con artistas de la música popular. Contó con la colaboración de Lila Downs, Eugenia León, Yuri, Tania Libertad y Jesús Navarro (Reik). Su último trabajo discográfico, Sogno, está dedicado a canciones de Francesco Paolo Tosti, en italiano, francés e inglés, con el exquisito acompañamiento al piano de Ángel Rodríguez.
En los últimos años, encaró nuevos roles: Duque de Mantua (Rigoletto) en la Lyric Opera de Chicago, Alfredo Germont (La Traviata) en Opera Dallas, Romeo (Romeo et Juliette de Gounod) en el Teatro San Carlo de Nápoles, en su debut con esa compañía.
-Veinte años en una carrera es un lindo número que se presta para reflexiones, balances. ¿Podrías compartir algunas de tus reflexiones?
-Creo que al igual que todos los jóvenes al inicio de la carrera, pues obviamente tienes toda esta necesidad de ambición, ¿no? de conquistar el público, de conquistar teatros, de hacerte de un nombre. Entonces se envuelve uno en esta inercia, como en cualquier profesión, en la que estás buscando destacarte y te comprometes en cuerpo y alma a hacer tu trabajo.

-Con muchos sacrificios, ¿no?. ¿Alguna vez sentiste que no valió la pena?
-Sí, han sido veinte años de mucho esfuerzo y de muchos sacrificios. Y hoy día sí, realmente, a pesar de todo, ha valido la pena. No me puedo quejar en absoluto. Hay en mí esa paz de haber logrado muchos de los objetivos de vida que había tenido. Hoy día todo lo que viene de trabajo, todas las oportunidades que se suman, y se siguen sumando a la agenda, son esos extras de la vida y que, al final, me siguen sosteniendo y sosteniendo a mi familia.
-Claro, la parte de querer comerte el mundo, ya pasó.
-Sí, esa parte de querer comerme el mundo a dos bocados y ya no es tal este afán.
Los hijos, una medida de tiempo implacable
-¿Y ahora dónde está puesta la energía en tu carrera?
-Me interesa tener un balance mucho más sano, mucho más coherente entre mi vida familiar, la vida personal y la vida de trabajo.
-¿Qué edades tienen tus hijos?
-Mi hija tiene 21 años y mi hijo 15. La vida de mi hija ha sido tener el papá que viaja continuamente; y mi hijo, igual.
-Y los chicos son una medida del tiempo implacable.
Muy, sí, sí. Ahí es donde se nota el paso del tiempo, en realidad…y en mi cabellera (risas). Así que, ahora quiero encontrar un balance mucho más afín a mi deseo de estar un poquito más en paz. Sigo disfrutando obviamente el estrés de la carrera y todo, pero me interesa también vivir un poco la vida fuera del escenario.

-Y, en ese sentido, la pandemia hizo su trabajo porque obligó a muchos artistas a parar y conectarse con esa vida fuera del escenario. Incluso, muchos descubrieron que había toda una vida fuera del escenario. Después, para algunos artistas el regreso no fue igual, y hubo otro tipo de elección en los proyectos.
-Fue un tiempo complejo, creo para mucha gente. Y lo que me pasó a mí… creo que nunca lo hablé con un psicólogo, pero lo atribuyo a que dentro de esta inercia de la que hablé, de esta vertiginosidad en la carrera y en la que uno va aceptando cosas, no me daba cuenta de la cantidad de estrés a la que yo estaba sometido día a día.
Cuando paro todo y toda esta adrenalina va consumiéndose, el regreso fue complicado en ese sentido porque fueron muchos períodos fuertes de ansiedad. Estaba muy, muy cansado, y fue muy difícil volver a dominar esa parte de los nervios que están en el subconsciente. Cuando salgo al escenario, ya estoy, canto y hago mi trabajo. Pero esta parte del subconsciente en la que te está diciendo, “Bueno, estás cargando la adrenalina y todo”. Eso fue una parte complicada y me duró bastante tiempo. Habrá sido creo hasta mi debut de Romeo y Julieta, que me parece fue en octubre del 2023.
-Ahí retomaste el ritmo.
-Sí, a a partir de ahí fue un poco más normalizado todo. Pero con esta con esta nueva visión, entre comillas, nueva. El deseo de tener estas pausas, de recargar pilas emocionales, porque sí hay mucho desgaste, no solamente físico, sino por lo que se entrega en el escenario también.
-¿Y qué te sigue emocionando como el primer día que te subiste al escenario?
-Todo. Esa es la parte bella. No ha menguado la emoción por cantar. Este período de la pandemia que, como bien dices, marcó muchos cambios fue un poquito complicada porque con el estrés y la ansiedad era complicado cantar. Pero, gracias a Dios, desde un año todo va bastante bien. Enfrentar diferentes públicos, viajar. Acabo de hacer un tour por Asia, volví a Japón en plan solista, estuve en Taipei, en China. Descubrir la cultura, la gastronomía, sigue siendo mi fascinación a la hora de viajar.

Con artistas de música popular
-Y te animaste a hacer un disco de música popular mexicana con artistas de música popular. Confieso que temí, porque en general los cantantes líricos ponen la técnica delante y un caudal que ahoga la sencillez de la canción, hay una gran contradicción ahí. Pero, por el contrario, tus versiones respetan esa sencillez y tienen una gran frescura. Me pregunto si algo de esa misma frescura no la pasás también al género operístico.
-Por una parte, sí. Este disco La voz de México fue un proyecto muy especial que se hizo en colaboración con Sony Music México. La visión que he tenido de toda nuestra música popular latinoamericana, tiene esta parte de una ejecución pulcra y con una voz que sepa cómo cantar. Júrame o los tangos de Gardel –que si bien él no tenía la voz operística, pero la melodía te lleva a ejecutarla con un sonido bello-, las melodías son sencillas y parte de esa esencia es justamente la sencillez. Por lo tanto, aparte del canto -que sí tiene que ser bello- también tiene que ser sencillo.
Justamente, cuando yo hablaba de este proyecto, hablaba del sonido y del color de la voz del cantante de ópera. Que nosotros trabajamos para desarrollar la voz en esta dirección, pero que también, en este tipo de repertorio, siento que puede ser un recurso de efecto musical, como lo solían hacer estos grandes cantantes de del pasado, Pedro Infante, Javier Solís, Jorge Negrete, ni se diga, era un sonido operístico que lo sabía matizar y que cuando quería estaba la voz totalmente impostada, ¿no?
-Y otra cosa es que son estilos de voces tan diferentes la tuya y Lila Downs, por ejemplo, pero funciona muy bien.
-Fue muy interesante todo este trabajo. Fue contagiarme de la energía de ella, fueron colaboraciones muy bonitas. Con Lila o con Jesús, con estilos vocales tan distintos, encontrar esa manera de amalgamarlos y lograr algo diferente, es muy bonito.

-La música popular mexicana y sus grandes cantantes es también parte de tu formación, ¿no?
-Claro. Todos estos boleros, en La voz de México también está, por ejemplo, Nocturnal, que era una canción que cantaba Pedro Infante, y él la hacía en una media voz todo el tiempo, que es el deseo de acariciar con la melodía y acariciar con el canto. Y esa era la intención.
Si nos vamos a la parte operística, sí que es cierto que algo de eso queda por ahí, pero para mí siempre ha sido mucho más puntualizar todo lo que tiene que ver con el texto. Si bien la voz en muchos músicos, empezando por Mozart, por ejemplo, él trataba la voz como si fuera un instrumento más de su de su orquestación. O Bellini, Donizetti, donde la línea vocal era lo más importante por sobre todas las cosas. No tenemos que olvidar que el cantante por encima de cualquier otro instrumento tiene en su haber una herramienta que no tiene ningún otro, que es la palabra.
-El mensaje que se comunica es mucho más directo.
-Sí, y si uno es muy coherente entre lo que se está diciendo, lo que se está pensando y sintiendo, y queriendo proyectar, eso es lo que hace una gran, gran, gran diferencia. Como músico, el cantante tiene la obligación de estudiar muy bien sus partituras porque ahí está la receta.
El enamoramiento con Tosti

-Tanto en el disco de canciones mexicanas como en las canciones de Tosti, a pesar que son registros y estilos distintos, se escucha en ambos cómo contás una historia en dos o tres minutos.
-Es lo que te digo, ser coherente con el texto. Uno está acostumbrado a escuchar Tosti con las voces de cantante de ópera, pero hay tantas canciones que tienen tanto contenido expresivo, que quedarnos en un solo color y matizar todo de la misma manera, se me hace aburrido y monótono. Encontrar en el disco de Tosti canciones como Aprile o Vorrei morire!, la misma A vucchella, canciones que se prestan para jugar a declamar, a coquetear, a conquistar. Esto es lo que hace interesante y mucho más disfrutable la narración.
-¿Cuándo apareció este “enamoramiento” con Tosti?
-Desde siempre, desde que era estudiante. Creo que la primera canción que me pusieron fue Ideale, que no está en este disco, sino en uno de mis primeros que se llama Recitales. Es una de mis canciones favoritas. Y pasó por este proceso en el que bueno, como estudiante pues vamos no asimilando muchas cosas, pero estuvo siempre conmigo. Abogo más por el arte de hacer una canción que el mero título de canción de arte. Y creo que cada canción que te ofrece una posibilidad de una melodía bonita, de una poesía bonita, te puede contar un universo de emociones, que se pueden transmitir, y eso es lo que me sigue fascinando del canto.
-Me gustaría hablar sobre la relación entre el cantante y el pianista. Te acompaña hace años un pianista extraordinario, Ángel Rodríguez, que creo tiene mucho que ver con las magias que podés hacer con la interpretación. ¿Cómo es ese vínculo artístico que ustedes han construido a lo largo de muchos años?
-Con Ángel tenemos catorce años de colaboración. Me siento con la fortuna de contar con un músico tan afín. Tenemos temperamentos y una musicalidad muy parecida. Casi por intuición sabemos en dónde queremos alargar una frase, dónde queremos detenernos, dónde queremos poner más énfasis. A veces él es mucho más temperamental que yo, y me lleva o yo lo voy llevando a él, pero son muchas más las afinidades que tenemos que las diferencias.
Creo que donde más se puede notar toda esta esta compenetración y esta complicidad es en el disco Sogno, dedicado a Tosti, precisamente. Porque todas las atmósferas que están plasmadas por el compositor en las partituras, todas son tan bien entendidas por el maestro que, realmente, para mí es como llegar a un colchón donde solamente me queda a mí completar, complementarnos, en realidad.
-Hablemos del repertorio que van a presentar, ¿cómo lo pensaste?
-Normalmente, en la mayoría de mis programas, hay un orden cronológico. O bien separadas en dos estilos, que son los que yo estoy cantando actualmente, una parte del bel canto italiano, un poco más del romanticismo francés. Y la unión de estos dos estilos, bel canto tardío, hacia el romanticismo. Y que llega, a veces, hasta la zarzuela, algo mucho más contemporáneo. El primer recital que yo hice con el maestro Ángel Rodríguez fue así. La idea es abarcar todo lo posible que pudiera ofrecernos el canto.
-El programa que van a hacer acá esta en la misma línea, ¿no?
-Sí, vamos un poquito también en orden cronológico, empezando por una parte dedicada a la música, entre comillas, antigua, o al barroco. Tenemos a Gluck a Händel, después Rossini y pasamos a Massenet y a Verdi. De ahí, vamos con Tosti y cerramos con Zarzuela. Es un programa muy versátil.
-¿Qué cosas descubriste sobre vos mismo a través de la voz?
-Diría no solo a través de la voz, sino de la música en general. Por una parte, la disciplina. Fui un estudiante muy promedio durante mi vida escolar hasta que llegué a música. Ahí fui el más nerd de los nerds. Cuando estuvimos en México yo era muy matado -como se dice en México- para el estudio. Pero luego, con la música, empecé a comprar agendas donde anotaba mis planes de estudio, las fechas de examen, programando todo. Y siempre estuve en cuadros de honor, me gradué con honores incluso de la carrera. Esta parte de disciplina aprendí y entendí con la música. Con el canto, la tenacidad, entender el sacrificio, el amor por el oficio. Ha sido toda una escuela de vida. Y lo que más me sigue apasionando de esta carrera, creo que es el hecho de saber que siempre puedo aprender algo nuevo y que siempre puedo hacer las cosas mejor.
Información
Mozarteum Argentino, tercera función 73° Temporada
Músicos: Javier Camarena, tenor; Ángel Rodríguez, piano Teatro Colón (Libertad 621) Función: lunes 16 de junio a las 20.