“Ojalá que esto sea reversible y ocurra un milagro con Mati”


Luciano Bottoni no necesita cerrar los ojos para recordar a Matías en el agua. Lo tiene grabado: la forma en que se zambullía, cómo deslizaba los brazos, esa determinación tranquila con la que nadaba desde siempre. Durante años compartieron la misma pileta, los mismos entrenamientos, la misma pasión. Luciano nadaba a la par de Matías en el andarivel de al lado. Lo hacía por él, pero sobre todo para estar cerca de su hijo. “Seguí nadando hasta el día del accidente de Mati”, cuenta.

Entre ellos, hay un vínculo muy fuerte de padre-hijo, una complicidad construida en silencio. Desde que Matías era chico, Luciano lo acompañó en cada etapa. Lo vio crecer, competir, ganar, esforzarse. “Matías era muy bueno en natación”, afirma orgulloso. Lo vio convertirse en el nadador que hoy pelea otra carrera, la más difícil de todas, recuperarse después del grave accidente que sufrió mientras hacía el calentamiento previo a una competencia en el Parque Roca.

Desde entonces, la vida de los Bottoni dio un giro inesperado. Valeria, la mamá de Matías, está con él todos los días en el Centro Integral de Rehabilitación (APREPA), en San Jerónimo Sud, acompañándolo paso a paso en su recuperación. Luciano, mientras tanto, sostiene el hogar en Rosario junto a Juani, el hijo menor; va y viene todos los días. Los fines de semana, cuando logran estar los cuatro juntos, todo duele un poco menos. No es fácil vivir separados, pero juntos enfrentan el desafío más duro de sus vidas.

Este domingo, en su primer Día del Padre después del accidente, Luciano Bottoni, odontólogo de profesión, habla con Clarín sobre la historia de su familia, la vida con Matías y de lo que significa ser padre cuando la vida te pone a prueba. “A los papás que por ahí no están o miran para otro lado, el mensaje es que el tiempo que se pierde no se recupera”, dice.

-¿Qué recordás del día en que nació Mati?

-Fue un viernes, tuvimos la consulta con el obstetra que nos seguía, eran las 6 de la tarde. Estábamos ahí cerquita, no en término, y Mati no se posicionaba bien, en vez de encajar la cabecita en el canal de parto ponía la frente. En dos o tres oportunidades, corrigieron la posición manualmente. Entonces, el médico decidió hacer la cesárea ese mismo viernes y no esperar el parto, así que fue la última cesárea del día. A las diez y media de la noche, nació Mati y a eso de las once ya me lo dieron en brazos.

-¿Qué edad tenías cuando nació?

-Fue en 2008, más o menos 30 años. Fue un 8 de febrero del 2008, así que era uno de esos días con calor y algunas tormentas. Algún chaparrón cayó ese día.

-¿Cuál es la clave del vínculo entre un padre e hijo?

-Soy de la idea de que el vínculo paterno se construye. Al principio, el bebé tiene el vínculo especial con la mamá porque tuvieron nueve meses juntos y después el papá construye el vínculo con los años.

-¿Matías y vos nadaban juntos?

-Sí, el chiquitito también nada, porque a veces los grupos coinciden. Generalmente con Mati nadamos en el andarivel de al lado y estamos los tres juntos.

Luciano Bottoni y sus hijos compartían el amor por la natación. Foto: Familia BottoniLuciano Bottoni y sus hijos compartían el amor por la natación. Foto: Familia Bottoni

“Matías es mucho mejor que yo en varios sentidos”

Con el consultorio en su propia casa, Luciano Bottoni veía pasar los días entre pacientes y juguetes tirados por el piso. Atendía con el guardapolvo puesto y, de fondo, Matías y Juani corrían por la casa. No quería perderse nada. A los dos les transmitió su amor por el agua. Con Matías, incluso, entrenaban juntos, padre e hijo, brazada con brazada.

-Trato de marcarle las cosas que considero que son importantes. No soy un ogro, nada cerca de eso. Tampoco me considero que soy como ahora los padres modernos son amigos de sus hijos. Soy un papá, no me meto, por ejemplo; a Mati no lo tengo de contacto en Instagram porque eso son sus cosas, sus amigos. En ese sentido, aprendí. Como nado con él y los chicos, por ahí me quieren como uno más del grupo. Pero no pierdo de vista que yo soy su papá, entonces si el entrenador lo reta o si se pelea con un compañero y discute por algo, me mantengo al margen. En ese lugar, no soy papá, soy un compañero porque si no lo haría sentir muy incómodo. Sí, soy bastante estricto con el tema de los horarios, un tipo recontra puntual. Eso lo aprendí de mi papá. Y ellos también.

-¿Ves muchas cosas tuyas en Matías?

-Mirá: los dos porque el más chiquito tiene muchas cosas de mí pero con Mati ahora incluso con su novia que convivimos un poco más, contestaciones o razonamiento y cosas así. La novia le dice: “Sos igual a tu papá”, o a mí; “Sos igual a Mati”. Él creía que no, pero ahora se está dando cuenta de que sí… Por suerte, él es mucho mejor que yo en varios sentidos. También porque es un mix entre la mamá y yo.

-Con todo lo que pasó, ¿aprendiste algo de vos mismo?

-Voy a tratar de decirlo sin llorar. Aprendí que no hay que postergar las cosas, me refiero a veces decís voy a hacer un parrillero en casa y entonces este año no me voy de vacaciones. No, andate de vacaciones. A mí me pasaba, me pasa. Si hago algo en casa o arreglo algo, no me puedo ir de vacaciones. Aunque sea una semana, estamos hablando de la Costa. No hay que cambiar una cosa por otra.

-¿Cómo venís manejando los momentos de duda o de angustia?

-Es difícil, porque ahora hablo con vos, pero dentro de un rato tengo que ir allá. No puedo ponerme mal adelante de él. Sí, hubo momentos que hemos llorado juntos, obviamente, pero es duro vivir también separados; él y Valeria por un lado. Sufro, digamos, por tres porque Juani está conmigo pero también le falta una parte de su familia. Entonces es difícil, no es fácil. Para que te des una idea, desde el accidente el 10 de mayo, Valeria no pisó su casa. Todavía no tengo la mente clara como para ponerme a trabajar en un paciente. Un psicólogo me dijo que vaya al consultorio, ordene papeles, limpie, vea las fichas de los pacientes, de a poquito, pero no tengo el tiempo de hacerlo. Quizás un fin de semana. Aunque los findes me voy para allá con Mati, Juan y Vale para encontrarnos los cuatro.

"De chico le he dado más trabajo a mi papá que lo que ellos me dieron a mí", dice Luciano Bottoni respecto a sus hijos, Matías y Juani. Foto: Familia Bottoni“De chico le he dado más trabajo a mi papá que lo que ellos me dieron a mí”, dice Luciano Bottoni respecto a sus hijos, Matías y Juani. Foto: Familia Bottoni

“De chico le he dado más trabajo a mi papá que lo que ellos me dieron a mí”

Luciano Bottoni y Valeria se conocieron de jóvenes, cuando ambos estudiaban odontología. Él, es de Rosario; ella, de Paraná. Bastaron unos meses para darse cuenta de que no querían pasar un día más sin el otro. Compartían departamento, y las caminatas a la facultad hasta que en 2005 se casaron y, desde entonces, nunca se separaron. Aprendieron a ser un equipo en serio, en los desafíos, en las noches sin dormir y en las enfermedades de los chicos. “Siempre estuvimos juntos, nuestras diferencias siempre las resolvimos y nos mantuvimos unidos”, dice Luciano.

Hoy, más de veinte años después, la vida los puso a prueba: Matías, su hijo mayor, atraviesa una dura recuperación tras un accidente. Y aunque la distancia les duele —Valeria y Matías en San Jerónimo Sud y Luciano y Juani en Rosario — siguen de pie, sosteniéndose con ese amor que los impulsa a no bajar los brazos.

-¿De dónde sacan la fortaleza para enfrentar cada día?

-Es que no tenemos tampoco mucho margen para no tenerla, hay que estar al lado de él y sí, es difícil por ahí verlo a él anímicamente mal porque a veces se tira para abajo. Cuando Mati está bien, yo duermo o tengo algo de hambre, pero cuando Mati tiene un mal día no puedo dormir, se me va el hambre. Valeria es mucho más fuerte, tiene una fuerza increíble. Fijate que ahora estoy solo con Juaní y Vale está allá con Mati, estamos lejos, a 38 kilómetros. Voy y vengo todos los días pero estamos solos y yo tengo confianza en ella y ella tiene confianza en mí porque siempre fui un papá que estuve con los chicos. No es que no cambiaba un pañal. Siempre los dos estuvimos atrás. Por ejemplo; a Juani sé que le gusta tomar leche con tres cucharadas de chocolate y si la leche sale de la heladera que está fría, tenés que poner 01:30 en el microondas y si sacás la leche natural es un minuto, entonces tenemos confianza uno al otro, yo me puedo hacer perfectamente cargo de Juani y ella perfectamente cargo de Mati y viceversa.

-¿Les resultó fácil criar a sus hijos?

-Sí, cosas súper normales de cualquier pibe pero no son rebeldes, no son caprichosos. Les va bien en la escuela a los dos. A Mati le va excelente, siempre fue el mejor promedio de su curso, va de los tres cursos. Lo mismo en inglés. En ese sentido, los dos son deportistas, responsables, se alimentan bien, no comen porquerías. No tuve problemas, no son peleadores, no me han llamado del colegio para plantearme algún problema. Obviamente que son chicos y siempre tienen alguna cosa. Es más, creo que de chico le he dado más trabajo a mi papá que lo que ellos me dieron a mí.

-¿Qué mensaje te gustaría compartir con otros padres que están atravesando una situación similar?

-Un poco lo que nos pasó ahí en el Fleni de Escobar, que tienen que estar atentos, que no hay que dejarse engañar, que uno tiene que pelear por sus hijos y estar siempre al lado de ellos. Yo le dije la otra vez a Matías que un papá nunca, jamás, abandona a un hijo. Lamentablemente, hay papás que abandonan a los hijos o que por ahí se separan y de a poquito se van alejando. El mensaje que les daría es que tienen que estar siempre al lado de los pichones, incluso, después de que vuelan porque después vienen otros pichoncitos que son los nietos que, si vos te alejaste, te los perdés. No hay que perderse cosas porque el tiempo pasa y las cosas suceden como en este caso y no hay vuelta atrás, es un cambio que es para siempre. Ojalá que esto sea reversible y ocurra un milagro con Mati y vuelva todo a foja cero. Siempre estuve al lado de ellos y a los papás que por ahí no están o miran para otro lado, el mensaje es que el tiempo que se pierde no se recupera.

-¿Recibieron alguna muestra de apoyo estos últimos días?

-Si, un hombre de México, de apellido Thompson, le mandó unos videos muy hermosos a Mati. Él tuvo un accidente y estuvo 5 años para recuperarse. Había quedado cuadripléjico también, y fue recuperándose… Pero, bueno, son casos. Él lo sabe. Incluso, hay una señora que es sanadora que es de Córdoba y el padrino de Mati, que es mi mejor amigo, mañana se va a Córdoba a verla. Se lo conté a Mati ayer y me dijo; “¿Germán se va a verla hasta Córdoba?”. Entonces le hace bien, ver que hay gente que hace de todo desde rezar hasta ayudar económicamente… O este hombre que le ofreció su amistad para siempre, el mexicano, que cuando se recupere lo espera por allá. Nosotros lo usamos mucho en los momentos que él está caído para que vea que tiene que seguir por él, por nosotros, por toda la gente que lo está apoyando y eso lo levanta.

Donaciones para la familia Bottoni

Si bien la internación de Matías en el centro de rehabilitación APREPA está cubierta por la obra social, la familia Bottoni enfrenta numerosos gastos fuera de esa cobertura. Su mamá alquila un departamento a solo siete cuadras del centro para estar lo más cerca posible de su hijo durante todo el proceso de recuperación. Su papá, en tanto, vive en Rosario, pero viaja todos los días para acompañar a Matías. Para quienes deseen colaborar, se pueden realizar donaciones a través de los siguientes datos:

► CBU: 0720101788000035926254

► Alias: LUCIANOMARTINBOTTONI

► Titular de la cuenta: Bottoni Luciano Martin

► DNI del Titular: 25.524.775



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