Javier Camarena y un festivo recital en el Colón, que pasó de lo clásico a Cielito lindo, O Sole Mio y tangos como Volver y Por una cabeza



Para un cantante, un recital al piano es un retrato. Algunas veces, un espejo del presente; otras, un racconto del pasado. O, como en el caso del que brindó el tenor mexicano Javier Camarena el lunes para el Mozarteum Argentino en el Teatro Colón, un prisma que lo muestra desde todos los ángulos posibles.

En su regreso a la sala que lo había ovacionado en sus visitas anteriores, Javier Camarena planteó un programa honesto, sin pretensiones, tan auténtico como él mismo, pero al mismo tiempo desafiante por su variedad de períodos, estilos y climas. Casi naturalmente, todo resultó en un magnífico crescendo de intensidad y entrega que se prolongó por casi dos horas y media.

Junto a su pianista Ángel Rodríguez (el artista excepcional que lo secunda en este formato), Camarena comenzó con un bloque de tres arias del siglo XVIII que sirvió a modo de entrada en calor.

Primero, Vado ben spesso cangiando loco, de Bononcini, popular por haber sido incluida por Parisotti en su colección de arias antiguas, aunque erróneamente atribuida a Salvator Rosa; luego, una versión expresiva y concentrada de J’ai perdu mon Eurydice, de la versión francesa (para tenor) del Orfeo de Gluck; y finalmente Ombra mai fu, de Serse de Händel.

Pero se podría decir que el auténtico comienzo del recital, donde se notó a Camarena en su salsa por tesitura, carácter y soltura vocal, fue el bloque siguiente, dedicado a canciones de Donizetti y Rossini inspiradas en aires populares: la hermosa Me voglio fa na casa, en dialecto napolitano, y la famosísima La danza, sobre un ritmo arrollador de tarantella, donde también Rodríguez brilló por su flexibilidad en el tempo.

Otras tres arias de ópera le bastaron a Javier Camarena para seguir ratificando su ductilidad. Fuera de programa (y en agradecimiento a un público que ya retribuía con creces cada interpretación), Spirto gentil, de La favorita (Donizetti) en la mejor tradición del bel canto; después, la desgarradora Pourquoi me réveiller, de Werther (Massenet); y más tarde una joya del Verdi temprano: La mia letizia infondere, de I Lombardi alla prima crociata.

Tremendamente inteligente y conocedor de sus medios, el artista mexicano sabe controlar su voz para no llevarla más allá de lo prudente; gracias a esta cualidad, su desempeño (más allá de alguna nota ríspida en el registro medio) fue parejo durante toda la función.

La segunda parte tuvo su centro de gravedad en cuatro canciones de Francesco Paolo Tosti, autor a quien los artistas han dedicado recientemente un trabajo discográfico que (según explicó Camarena en el escenario) les permitió conocer más ampliamente y en profundidad el bellísimo acervo de estas creaciones de cámara: Aprile, Apri! (vertida con tanta belleza que despertó en dos oportunidades aplausos a destiempo, resueltos por el tenor con simpatía), Vorrei morire y la vivaz Chitarrata abruzzese.

Las romanzas de zarzuela La roca fría del calvario, de La Dolorosa de José Serrano, y No puede ser, de La tabernera del puerto (Sorozábal) fueron -con su combinación de ternura, pasión y entrega- el puente entre el final del programa y el bloque “extra” de obras no anunciadas, tan extenso y celebrado que se convirtió en una tercera parte.

Fiel a su mencionada versatilidad, y como homenaje a la música del continente, Camarena abordó una serie de canciones latinoamericanas de diferentes épocas, todas con igual fortuna.

Así desfilaron Flor de azalea, popularizada por Jorge Negrete, La malagueña (con una increíble sucesión de agudos en pianissimo que cortó el aliento del público), el vals peruano Ódiame por piedad y la archifamosa Cielito lindo. Antes de esta última, Camarena regaló a la audiencia un set de tangos coreados y aplaudidos con entusiasmo: Uno, Volver y Por una cabeza, con buen manejo de las inflexiones del acento local y también del particular estilo. Cuando parecía que ya no podía esperarse más, el tenor regresó para ofrecer O sole mio, en una despedida tan festiva como el recital mismo.

Ciclo Mozarteum Argentino

Músicos: Javier Camarena (tenor) y Ángel Rodríguez (piano) Teatro: Colón, 16 de junio.



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