La historia de Luka Krizanac, un joven de 29 años oriundo de Zúrich, Suiza, es una himno a la resiliencia. Cuando era un niño sufrió una infección grave que le provocó una una insuficiencia multiorgánica y sepsis, y para salvarle la vida los médicos tuvieron que amputarle partes de sus brazos y piernas.
Tenía 12 cuando sus padres tuvieron que aprobar aquella dramática decisión, y a lo largo de los años dependió de prótesis para las tareas diarias.
Continuó con sus estudios, se graduó de la universidad y obtuvo una maestría en Ciencias Políticas y Administración de Empresas. Pese a todas las dificultades que enfrentaba con las manos protésicas, que no podían replicar los movimientos de una mano real, aprendió a dibujar y pintar en su tiempo libre.
En diálogo con Penn Today, el periódico de la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos, él mismo relató cómo fue su adolescencia luego de las amputaciones.

“La parte inferior de las piernas es menos compleja que las manos humana, porque se realizan 1001 actividades cotidianas cada día con las manos, y las prótesis de extremidades superiores generalmente no pueden proporcionar ese grado de funcionalidad”, explicó Luka, que investigó mucho al respecto durante la última década.
“No podía sostener un bolígrafo y tomar notas con una mano de silicona, ni ponerme un abrigo sin que las prótesis se atoraran en las mangas, y necesitaba ayuda para muchas de las tareas que toda la gente realiza con las manos sin pensar“, relató el joven suizo.
“Una maravilla médica”: la exitosa cirugía de doble trasplante de manos que se planeó durante seis años
La cirugía bilateral de trasplante de mano es un complejo procedimiento quirúrgico al que el personal de Penn Medicine, Sistema de Salud de la Universidad de Pennsylvania, define como “una maravilla médica que requiere de un equipo multidisciplinario y cientos de horas de práctica”.

Cuando Luka cumplió la mayoría de edad se puso en contacto con el doctor L. Scott Levin, cirujano y director del programa de trasplante de mano de Penn Medicine, y con el doctor Benjamin Chang, codirector del mismo programa.
“Por mucho que intentes sentirte cómodo y seguro sin manos, siempre tienes a alguien ayudándote, y eso se traduce en que sea mucho más difícil desarrollarte plenamente como persona”, enfatizó Luka.
Levin y Chang crearon un equipo de cirujanos, residentes, becarios y enfermeras para preparar y ensayar el extenso doble trasplante.
La búsqueda del donante
En otoño de 2024 Luka voló a Filadelfia a la espera de un donante, y los médicos le explicaron que el proceso sería muy difícil porque además de la compatibilidad de sangre y tejido, también necesitaban compatibilidad de género, color y tono de piel, y talla.
La espera fue mucho menor a lo esperado. Tras ocho semanas en la lista de espera, le informaron que había un donante disponible a través del Programa de Donantes Gift of Life.
“Es el gesto más humano que he visto en mi vida, que alguien te ayude más allá de su vida, y no sé cómo expresar con palabras esa gratitud”, dijo emocionado.

Casi 17 años después de las amputaciones, se sometió a una operación de 10 horas para el doble trasplante de mano, el quinto realizado por la dupla de cirujanos Levin y Chang.
Seis meses después de la cirugía ya podía realizar tareas que antes le eran imposibles, como escribir en su iPhone, sostener una taza y apoyar la cabeza entre las manos.
Actualmente trabaja en un banco internacional, y ya está de vuelta en Suiza. Los médicos dicen que sus nervios se están recuperando bien y que está empezando a tener mejor sensibilidad en sus nuevas manos, algo que el joven describe como “impresionante”.
Seguirá haciendo varias horas de fisioterapia a la semana durante los próximos tres años, pero está muy motivado por los avances que ve día tras día. “Estas son manos sanas. Solo necesito tiempo y compromiso para recuperarlas por completo“, expresó Luka.
Su caso proyecta nuevas posibilidades para la medicina reconstructiva. Con alegría, contó que después de la cirugía miró a las enfermeras y les dijo: “Miren qué bonitas manos tengo”.
“Verlas fue un milagro en sí mismo, y no lo digo solo por estética, sino por una profunda sensación de volver a sentirme completo como ser humano”, concluyó.