“Olé, olé, olé, olé, Rocky, Rocky”, grita con euforia el público, mientras Nico Vázquez, envuelto en su bata de boxeador, camina por el pasillo de la sala, desde el fondo del teatro, y choca puños o da la mano a los espectadores que están sentados en punta de banco. La ovación es enorme. El clima que se logra en la platea antes de la batalla final es prueba de que la versión argentina de Rocky, el filme de 1976, no defrauda.
Nico Vázquez es Rocky Balboa. Un clásico del cine, que fue protagonizado en la pantalla grande por Sylvester Stallone, llegó al teatro Lola Membrives para, siendo fiel a la historia original, conquistar al público argentino, situando los hechos en la década del ’70, igual que la película.
El despliegue es imponente. La escenografía muta permanentemente, a partir de dispositivos que dan enorme dinamismo a los cambios. Un ring de boxeo, el gimnasio donde entrena, la casa de Rocky, la casa de su novia Adrian, la tienda en la que ella trabaja, la emblemática escalera… Y hay más. El vestuario incluye varios cambios de trajes, la puesta de luces es una de las protagonistas del show y todos los recursos audiovisuales son notables.
En su composición de Rocky Balboa, Nico Vázquez busca parecerse a Sylvester Stallone. Es ese uno de los mayores logros del actor en esta puesta. La historia es conocida, pero la versión que se estrenó recientemente es “100 % argentina”, como asegura su protagonista al término de la función. La pieza teatral está basada en la película y, en nuestro país, cuenta con versión y traducción de Fernando Masllorens y Federico González del Pino.
Rocky Balboa, un boxeador italoestadounidense de segunda categoría, que vive en el sur de Filadelfia, es seleccionado para enfrentarse al campeón Apollo Creed, por el título mundial de los pesos pesados. Él, que trabaja para un prestamista, yendo a buscar a los deudores para amendrentarlos si no cumplen con sus pagos. Él, que postergó sueños. Él, blanco de burlas. En ese camino, el amor por Adrian, una muchacha muy tímida a quien conoce desde la escuela primaria, se convierte en el motor que lo impulsa a enfrentar sus miedos con valentía.
“Solo quiero aguantar”, se propone Rocky. Ante el desafío de ser el contrincante de un boxeador invencible, Apollo Creed, y la certeza de que no podrá ganarle, Rocky se propone lo que nadie pudo antes: terminar la pelea de pie, aguantar los quince rounds. Pero su verdadero deseo está puesto en Adrian, a quien ama y no quiere perder, quien le inspira la fuerza que a veces no tiene. Salir victorioso de esa pelea no es noquear a Apollo; ni siquiera ganarle por puntos. Es “aguantar” y reencontrarse con la mujer que ama. La victoria del campeón es saber que es “alguien”. Que pudo.

Un show sin puntos flojos
Rocky es una gran producción, que seduce por el personaje que recrea, porque Vázquez supo construir un público propio que lo sigue en cada uno de los desafíos escénicos que asume, porque la propuesta es de gran calidad, todos los actores se lucen en sus interpretaciones, con un nivel de actuación que merece los aplausos que recibe y las caracterizaciones están muy bien logradas. Porque durante casi dos horas, el show cautiva sin puntos flojos. Los directores -el propio Vázquez y Mariano Demaría- imprimieron a la puesta el ritmo justo; no dan tiempo al público -que no quiere perderse nada- a distraerse.
Los recursos multimedia juegan un papel fundamental. Las escenas en las que Rocky entrena intensamente para la pelea con Apollo combinan la actuación sobre las tablas (Rocky corre, pega a sacos de boxeo, golpea carne en un frigorífico, e incluso Rocky aparece en el pullman del teatro), con una pantalla que lo muestra al mismo Rocky en Filadelfia. Lo mismo en la pelea final, donde escenario y pantalla funcionan en sincro.
Con producción de RGB Entertainment y Preludio, Rocky es una versión que conmueve y divierte. Vázquez se ocupa de aportarle a su criatura sus dotes de comediante y logra varias veces las risas de los espectadores. Una historia de combates sobre un cuadrilátero; pero también una historia de amor y superación. Vázquez se preparó intensamente para este personaje, física y actoralmente.
Rocky tiene talento y corazón. Solo necesitaba una oportunidad. Y la tuvo. Lo importante era no dejarla pasar. Adrian fue fundamental para que Rocky no bajara los brazos antes de subirse al ring; para que tirar la toalla no fuera una opción. Nico Vázquez también sabe que tiene una gran oportunidad, siendo la cabeza de una puesta ambiciosa, que genera muchas expectativas en la platea. Todo muestra que no quiere dejar pasar esta oportunidad y que su entrega, en cada función, es completa.
Todas las partes se ensamblan perfectamente en esta puesta. El resultado es un espectáculo visualmente muy atractivo, con una historia bien contada. Cada uno de los integrantes del elenco aprovecha sus propios recursos para componer a sus personajes con gran acierto.
Nico, emulando a Rocky, con su andar lento y pesado, y su estilo tan personal y rústico. Dai Fernández, en su primer protagónico -como resalta Vázquez al final de la obra-, dándole a Adrian los matices que su personaje necesita, primero sumisa y muy reservada, luego explorando otras formas. David Masajnik, un actor de larga y probada trayectoria, vuelve absolutamente creíble y querible a Mickey, quien sabe provocar (y hasta violentar) a Rocky desde la palabra, hasta convertirse en “necesario” para el boxeador. Leo Trento es Poulie y Gustavo Monje, Gazzo; ambos ponen una acertada dosis de humor desde sus personajes.

Sin dudas cabe destacar el profesionalismo de Diego Hodara, que compone a Jergens. Mercedes Oviedo (Linda) y Georgina Tirotta (Gloria) componen con enorme gracia a sus personajes. Merlyn Nouel, actor dominicano, es Apollo. Osky Vidal (Duke), Christian Giménez (Wysoski), Juan Mateo Halle (Spider) y Alan Grinstein (Buddy) completan el elenco, sin fisuras.
Un boxeador italoamericano que, casi por azar, tiene la posibilidad de probarse en el ring frente a un indiscutido campeón, en una batalla de pesos pesados, es la excusa para hablar sobre el escenario de la importancia de cumplir los sueños, de que siempre hay otra oportunidad, de la fuerza del amor. De reconvertir el dolor y la experiencia en herramientas para lograr lo que se desea. De respetarse a uno mismo. No colgar nunca los guantes.
Video
La emoción de Nico Vázquez tras la función especial de Rocky: “Es hermoso cumplir sueños”
Al término de la función, Vázquez toma la palabra. Es un sello que lo distingue. En un tono entre personal y de predicador, agradece e invita a no dejarse vencer. Nunca. “Todos somos Rocky”, dice. Todos alguna vez estuvimos caídos y todos podemos levantarnos. Ese es el mensaje y Vázquez lo pone en palabras. Para que a nadie se le olvide.
Ficha

Autores: Thomas Meehan y Sylvester Stallone Música: Stephen Flaherty Letras: Lynn Ahrens Versión: Fernando Mallorens y Federico González del Pino Directores: Nicolás Vázquez y Mariano Demaría Elenco: Nico Vázquez, Dai Fernández, David Masajnik, Leo Trento, Diego Hodara, Mercedes Oviedo, Gustavo Monje, Merlyn Nouel, Osky Vidal, Georgina Tirotta, Christian Giménez, Juan Mateo Halle y Alan Grinstein Escenografía y Multimedia: Tato Fernández Iluminación: Mariano Demaría y Santiago Cámara Vestuario: Caro Fernández y Mechi Saladino. Teatro: Lola Membrives (Av Corrientes 1280) Funciones: jueves a las 20.30, viernes a las 21.30, sábados a las 19 y 21.30, y domingos a las 19.